Años después...La primera cita; Silvain escogió un lugar tranquilo, siendo más acogedor y modesto a los que suele acostumbrar. La pasé bien, dos semanas después de la galería, había dado lugar a ese momento que creí nunca llegaría. Atento, amable y detallista. Reunió todo esa noche. El recuerdo arriva de inmediato a mi mente dejándome retrospectiva. La lista de sucesos hermosos, e inimaginables, es interminable. «—Espero te guste, pensé en ti, así que deseo que sea de tu agrado. —la seguridad que suele manejar parece abandonarlo. me guía hasta el interior del restaurante, es cálido, hermoso... No tengo palabras. —Me gusta, mucho —admito. Él sonríe. Vamos a una mesa, apartados del resto, un maïtre no tarda en aparecerse y ofrecernos opciones culinarias que me ponen indecisa. Todo se ve bien. Sin embargo, no pasa mucho cuando el caballero se inclina para escuchar en un secreteo la petición de Silvain. Así que ya no elijo, todo está dicho. —¿Qué le has dicho? —Nos traerá el mejo
El Infierno LaboralLa luz del sol se filtraba a través de las enormes ventanas de cristal del edificio corporativo, iluminando con fuerza el elegante vestíbulo. Para Lucía, sin embargo, el resplandor del día no traía calor, sino un eco frío de su realidad. Había luchado durante meses para conseguir ese trabajo en la prestigiosa firma de Diego Santoro, un hombre conocido tanto por su éxito como por su carácter inflexible. La ansiedad se apoderaba de ella cada vez que cruzaba las puertas de la oficina.“¡Lucía! ¡Por favor, ven aquí!” La voz de Diego resonó en el aire, cortando la calma de la mañana. Su tono era autoritario, y Lucía sintió cómo su estómago se retorcía. “Necesito esos informes de ayer. ¿Dónde están?”“Sí, claro, señor Santoro. Estoy en ello,” respondió ella, intentando mantener la compostura mientras caminaba rápidamente hacia su escritorio. No quería darle más motivos para criticarla. Diego era un hombre de éxito, pero su ego era aún más grande. Cada día, Lucía se enfre
La mañana en la oficina comenzó con el sonido familiar del café filtrándose y el murmullo de las conversaciones a medida que los empleados se preparaban para un nuevo día. Lucía se sentó en su escritorio, revisando rápidamente los correos electrónicos que había recibido la noche anterior, pero su mente estaba fija en Diego. La inquietud en su interior crecía; había algo en él que la intrigaba, algo que la impulsaba a comprenderlo.“¿Ya empezaste a trabajar en el proyecto que te pidió Diego?” preguntó Sara, acercándose con su taza de café humeante. “Sí, estoy en ello. Pero, sinceramente, estoy pensando en cómo acercarme a él,” respondió Lucía, sintiendo que su sinceridad era la única forma de expresar lo que sentía. “Siento que hay algo más detrás de su actitud.”“Lucía, no sé si eso sea buena idea. Él es difícil de tratar. ¿Qué te hace pensar que hay algo más que su ego?” cuestionó Sara, frunciendo el ceño con preocupación.“Porque lo vi. En un momento, cuando pensaba que nadie lo es
Los días se convirtieron en semanas, y la relación entre Lucía y Diego siguió evolucionando en un delicado equilibrio. Aunque Diego había comenzado a abrirse poco a poco, la presión del trabajo seguía siendo abrumadora. Cada vez que Lucía lo veía, sentía que había más detrás de la fachada de su jefe: un hombre herido, perdido en su propio laberinto. Pero también había momentos en los que el viejo Diego, el narcisista egocéntrico, se hacía presente. Era una batalla constante entre el deseo de conocerlo y el miedo a su rechinar de dientes.Un día, mientras Lucía revisaba un informe en su escritorio, Diego se acercó. “Necesito que te prepares para la reunión de mañana. Quiero que presentes el nuevo enfoque que discutimos,” dijo, su tono era profesional, pero Lucía notó un destello de nerviosismo en su mirada.“Claro, Diego. Estoy lista. Creo que será una gran oportunidad para mostrar lo que hemos trabajado,” respondió Lucía, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad.“Quiero que sepas q
Silvain De Castelbajac era un hombre que destacaba en el mundo empresarial gracias a su innegable éxito y a su obsesión por el poder. Narcisista por naturaleza y frío como el hielo, Ismaíl vivía en un mundo en el que solo importaba él mismo y su poder. Para las personas que lo rodeaban, la convivencia con este hombre era diariamente acostumbrar a un ser hermético, quien parecía haber renunciado por completo al trato humano y al cariño que se espera de un ser humano. Pero un día, Aryanna llegó a su vida. Desesperada por encontrar un empleo, la mujer terminó trabajando en la mansión de Silvain sin tener ni idea de lo que le esperaba. De alguna manera, el CEO se obsesionó con ella y poco a poco, Aryanna comenzó a caer en su juego. ¿Podrá Silvain amar alguna vez? ¿Podrá Aryanna escapar de las garras de su jefe Obsesivo? ***»Prepotencia habita en él, y detrás de la máscara, solo fragilidad. Lo supo en el preciso instante en que su mirada dominante la capturó, pero avistó sudebilidad
"Usa una soberbia sonrisa de escudo; él ataca, tiene miedo, y quiere infundir temor. Despavorido en realidad pretende ser quien haga huir a los demás".WD.Rose...Ya siento el sudor repasando las líneas de mis palmas, ligero temblor en mis piernas, mi corazón palpita a la espera. Necesito el empleo, me urge el dinero, sería lamentable no quedarme ahí. Ya tengo diez minutos aguardando. Vuelvo a asomar la cabeza, el pasillo está desolado. Me cubro el rostro, suspiro por quinta vez. Sutil voz me saca de mi encierro mental y alzo la cabeza encontrando a la dueña. Es la misma mujer que me recibió, usa un delantal, moño en la cabeza. La apariencia de una sirvienta, supongo que estoy viendo mi reflejo, esa seré yo en cuestión de minutos. Pero no todo está dicho, debo esperar la última palabra. —Joven, Viscardi, sígueme, por favor... —comunica amable, eso me alienta a dejar mi lugar y ponerme en pie. La sigo a la par, no sé a dónde me lleva. La mansión es esplendorosa, lujosa y me roba la
"Jamás se sabe cuándo se está en eminente peligro, hasta que te cruzas una mirada tan vacía que no aflora la mínima emoción, salvo ego en esos azulados que ahnelan adoración".WD.Rose...Acostada en forma fetal, la mirada perdida en un punto, desganada, sin ganas de vivir, apenas me observa pero no hay brillo en sus orbes. No sé si pueda avivarse un día, me pone mal verla así. Por otro lado, me siento aliviada de saberla viva, una vez sucedió que la dejé sola unos minutos, fui al mercado por unas cosas, al regresar la encontré en la cama casi sin pulso, y tuve que llamar a una ambulancia. Resulta que fue una sobredosis, de eso hace ya unos meses, ahora la vigilo más. No voy a mentir, el pavor pulula en mí cada que debo dejarla sola. Que suceda otra vez puede significar que no salga ilesa como la primera vez. No quiero que vuelva a hacer lo mismo. No confío del todo en ella, no en ese estado inestable; y se resiste a recibir ayuda. En su opinión, los antidepresivos no sirven de nada y
"Existe, pero solo desea vivir siendo el centro de atención, una sola mirada y consigue que muchos orbes se dediquen a darle, sin un solo parpadeo, veneración; han quedado idiotas en un chasquido, yo soy una estúpida más del montón".WD.Rose...¿Cómo es el primer día de trabajo? No sé qué tal le va al resto del mundo, a mí, que no hay día más feo que otro, este me ha tomado desprevenida. ¡Quince minutos antes de que las agujas del reloj se posicione sobre el ocho! Me dirijo al baño, ya tengo el corazón en la palma, late frenético. No puedo llegar tarde, sería terrible para mí, encima es el primer día. No quiero dar una mala impresión, que me vean como la chica descarada incapaz de cumplir con el horario siquiera el primer día. Es una mala imagen que no deseo quedarme. Como no podía ir peor el lunes, no hay agua, la han cortado, ni electricidad. Quiero arrancarme hebra por hebra y golpear la pared. Impotente y enfadada por no cambiar la mala suerte que me aplasta, salgo del baño y e