64. La Cura Del Arte

—Cielo, permíteme un momento, ¿podrías? —lo veo con ojos de cachorrito.

Samuele se cruza de brazos. Su actitud me da un poco de gracia. Apenas he llegado de la universidad, Mila se ha ido después de quedarse con el niño, ahora que intento terminar un capítulo, él se aburrió de ver tele y viene a mí para que le haga sus galletas favoritas. ¿Quién puede resistirse a esos grandes ojos celestes? Mi deber como mamá gana, además de que no quiero causarle el llanto.

—Quelo galletita, mami. —emite, aferrando mi pierna.

—Lo sé, te haré las que quieras, pero luego, ¿dejarás a mamá trabajar en su novela?

—Pometido. —sonríe, dándome el meñique, como le enseñó Mila, y lo encierro con el mío.

—Te amo, bebé —lo cargo, él me abraza, tan dulce como suele —. Mamá te ama de aquí al infinito, ¿lo sabías?

—Sí, mami, yo te quelo también. —frenético me dice, besando mi rostro.

A su corta edad mi chiquito es avispado, aprende rápido y cada día me sorprende. Me esfuerzo es ser lo que él necesita, de no
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