60.

— ¿Tendremos aquí privacidad? — le pregunté a Nicolás en cuanto él avanzó hacia mí.

— Claro que sí — respondió — . Le pediré al capitán que se detenga. Nadie nos va a molestar.

Me sentí nerviosa, pero al mismo tiempo llena de morbo y deseo. ¿Por qué me engañaba a mí misma de esa forma? ¿Esperaba qué? Claro que quería hacerlo. Quería acostarme con Nicolás, quería sentirlo una vez más, así fuera por última vez. A pesar de todo el daño que me hizo, a pesar de todo lo que sufrí a su lado, mi amor por él aún persistía de alguna forma tóxica y estúpida. Entonces, no me importó. Ya había perdido la dignidad cientos de veces. ¿Qué más daba una última vez si podía tenerlo nuevamente entre mis brazos y yo en los suyos?

Me dejé llevar por su mano entre la mía mientras bajaba por las pequeñas y estrechas escaleras hacia la habitación del yate.

Sentía una extraña sensación de expectativa. Cuando llegamos ahí, Nicolás se posicionó detrás de mí, me tomó despacio por los hombros y me llevó hacia la
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