65En el instante en que vi a Kevin, supe que lo sabían. En su rostro, en sus ojos verdes, vi una extraña mezcla de decepción que me hizo sentir mal de inmediato.Con ninguna otra persona me había sentido así. Me bajé de la camioneta de Alejandro y caminé hacia la entrada del orfanato. Kevin estaba ahí, esperándome otra vez, Pero había una gran diferencia entre estas dos oportunidades, porque esta vez yo sí me había acostado con Nicolás. Y él lo supo. De alguna manera, no supe cómo explicarlo, pero lo supo. En el instante en que me vio, supo lo que había sucedido. No supe cómo sentirme. Yo no tenía por qué darle ninguna explicación, y estaba segura de que tampoco me pediría ninguna. Pero ahí estábamos.Alejandro le dio una mirada al orfanato. — Este lugar se está cayendo a pedazos — dijo.Kevin se encogió de hombros. — Es todo lo que podemos hacer con lo poco que tenemos.El hombre se encogió de hombros. — ¿No me van a invitar a entrar? — preguntó.Kevin parecía incómodo, pero asin
No pude evitar sentirme incómoda el resto de la noche, pero no sabía por qué. Yo no había hecho nada mal. Sabía muy bien que había lastimado los sentimientos de Kevin, pero él entendía muy claramente lo que sucedía. Él entendía que, a pesar de sus sentimientos hacia mí, yo no podía corresponderle. Él lo sabía, pero la que parecía que no sabía era yo. Era yo la que me sentía mal por haberme acostado con Nicolás. Había dejado que mi deseo por tenerlo entre mis brazos, y que él me tuviera, nublara mi buen juicio.En ese momento pensé que no sentiría ningún tipo de remordimiento, pero ahora no estaba tan segura. Mientras estaba sentada en la enorme mesa del comedor y veía la triste mirada que tenía Kevin en sus ojos, ahí supe que había hecho mal. Pero no sabía por qué. Yo no tenía sentimientos por Kevin más que los de un amigo. Pero aun así, me sentía culpable por lastimarlo, y eso me hacía sentir extraña, tonta, hipócrita.Mi vida se había convertido en un caos completo. No solo buscar m
Desearía poder contar que fue una noche tranquila, pero claro que no. Fue una de las noches más largas de mi vida. Estaba ansiosa y nerviosa, asustada incluso más que el primer día que me iba a reencontrar con Nicolás.El siguiente día tendría que colarme en las instalaciones de Floralvo y, por la razón que fuera, encontrar ese vídeo, arriesgándome a que me descubrieran, arriesgando a demostrar mi verdad. Entonces, más todo lo que había sucedido: el haber hecho el amor con Nicolás, la mirada triste de Kevin, el ultimátum de Alejandro... Todo aquello me tuvo al borde del colapso.Durante toda la noche no pude pegar el ojo ni una sola vez, literalmente. La mañana llegó al bosque de pinos conmigo sentada en el alféizar de la ventana, viendo el amanecer con el corazón hecho un puño y los sentimientos destrozados. Confundida.Pero, a pesar de todo lo que había pasado, a pesar de la mirada triste de Kevin, yo no pude evitar sentir que, en el fondo, muy en el fondo, estaba feliz por lo que h
Noté como Alejandro apretó con fuerza mi mano. Sabía exactamente lo mismo: Nicolás no podía verlo porque podría reconocerlo. Yo me volví hacia Nicolás, que se acercaba. Estaba perfectamente vestido con su traje y su corbata. — Sí, quise llegar temprano hoy — le dije, cubriendo con mi espalda a Alejandro para que Nicolás no lo viera.El corazón me latió con fuerza. Nicolás clavó sus ojos en mí, y yo supe que algo no estaba bien. Cuando lo vi, su mirada me decía muchas cosas sin decirlas, pero en ese momento estaba tan asustada que no fui capaz de entender nada. — Ya puedes irte, Vladimir — le dije a Alejandro para que se marchara en ese preciso instante.El hombre dio la vuelta y se introdujo en el auto. Pero entonces Nicolás avanzó los pasos que le faltaban para alcanzarme. Me dio un sonoro beso en la mejilla y miró a través de mi hombro al hombre que estaba ahí, en el asiento del conductor. Entonces sus miradas se encontraron. Pude verlo perfectamente, pude ver cómo Nicolás fruncía
La explosión fue fuerte; sacudió todos los vidrios de la empresa. Nicolás se puso de pie y corrió hacia la ventana, pero Kevin lo tomó por el brazo. — No deberías asomarte a la ventana de esa forma. Tal vez sea un atentado.De todas formas, Nicolás ignoró la advertencia y se inclinó levemente hacia el borde de la ventana. — Un auto explotó — dijo.Yo estaba ahí, paralizada. Kevin volteó a mirarme. Sabía que era una oportunidad, sabía que no podía desaprovechar el momento. Así que tenía que hacerlo. Me puse de pie y fingí mirar una alerta en mi celular. — Mis esquema de seguridad me está esperando abajo. Tenemos que posponer esta reunión para después.Pero Nicolás negó. — Aquí en la empresa estás a salvo. — No importa. Me voy a ir — dije entonces, poniéndome de pie y a punto de salir.Nicolás recortó la distancia que nos separaba, llegó conmigo y me tomó por el hombro. — Yo te acompaño hasta abajo. — No es necesario. — Es mejor que salgamos de aquí — dijo Kevin, tomando por la
Cuando me subí en la camioneta de Alejandro, estaba tan asustada que las manos me temblaban. — Vámonos, Bob — le gritó a uno de sus hombres, y la camioneta arrancó de inmediato. — Todo está bien. Tuve que explotar un auto. Espero que haya sido una distracción suficiente. ¿Lo conseguiste?Yo asentí. Ni siquiera era capaz de hablar, así que tuve que aclararme con fuerza la garganta para poder, prácticamente, arrancar mi voz de ella. — Logré encontrar la grabación de ese día y de esa hora. A menos que alguien haya manipulado la cinta, creo que lo tengo.Alejandro asintió. — Debes estar preparada para lo peor. Lo más probable es que alguien haya manipulado la grabación, pero por más experto que sea, va a haber un corte. Ese corte será suficiente. ¿Me entiendes?Yo me sentí… sabía que tenía que estar preparada para lo peor, tenía que estar preparada para enfrentar esa realidad. Tal vez el vídeo no funcione de nada, era lo más probable, pero de todas formas, descartar esa posibilidad er
Fue una sensación extraña, como una debilidad en el cuerpo que me hizo estremecer todas las articulaciones. Cada pequeño pelito de mi cuerpo se erizó. Fue una sensación de alegría que se mezcló con miedo, una sensación extraña y arbitraria de felicidad y ansiedad. Di un par de saltos en el lugar en el que estaba, tratando de menguar de alguna forma la emoción que me había entrado. Cuando volteé a mirar a Kevin, vi sus ojos brillosos, y entonces entendí lo que aquello significaba. El infierno podría terminar. Aquel vídeo era una prueba suficiente para demostrar mi inocencia, y eso sería suficiente para que volviera a tener la libertad que había perdido hacía más de diez años. Kevin se puso de pie y me abrazó con fuerza, y yo le correspondí el abrazo, enterrando mi cara en su cuello. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Qué bueno que tenía mi frente sobre su piel, porque de lo contrario no hubiese sido capaz de reconocer nada de mi alrededor con mis ojos acuosos. Noté cómo mi corazón lat
¿Podía confiar en Kevin? Fue la pregunta que me hice el resto del día. No me pareció una coincidencia que él y Elisa hubiesen hablado sin mi presencia. ¿De qué hubieran tenido que hablar? ¿De negocios? Era extraño; los negocios los tenía Elisa conmigo, no con Kevin. ¿Por qué, en el momento en el que le pregunté sobre la India, ella volteó a mirar a Kevin como si él tuviera la respuesta que ella no? Aquello se me hizo extraño, pero no pude decir nada más. Aquella maldita explosión había arruinado todo.Estaba ahí, sentado frente a las cámaras de seguridad de mi propia empresa, tratando de encontrar una respuesta. El encargado movía sus hábiles dedos por todo el teclado, intentando localizar la hora exacta en la que había sucedido la explosión. Cuando lo hizo, me señaló la pantalla. — Ahí está — dijo.Pude ver el auto de la explosión parando cerca de la empresa, pero el hombre que se bajó de ahí llevaba una gorra que le cubría el rostro. Era imposible distinguir su identidad. Su ropa