64.

No me sentí tranquila hasta que me subí a la camioneta. Alejandro se quedó mirándome.

— ¿Cómo te fue? — preguntó.

Y yo sonreí tímidamente.

— Bien, bien. Nada más.

El hombre dejó unos binoculares que tenía sobre la parte del frente del auto. Sus hombres aún no habían subido, así que aprovechó para preguntarme.

— ¿Lograste entrar a la habitación? Pensé que odiabas a Nicolás.

Yo no tenía por qué darle explicaciones. No tenía por qué explicarle por qué hacía o dejaba de hacer las cosas. Así que simplemente me encogí de hombros.

— Era algo que tenía que hacer — comenté con frialdad.

Y él asintió.

— Entiendo. Pero no quiero que juegues conmigo, Evangeline. Créeme que yo también estoy arriesgando mucho por esta relación. Como te dije, la verdadera Elisa tiene muchos enemigos. A estas alturas, no sé si se me hace extraño que el país entero sepa que estoy protegiéndote. Tal vez piensen que regresamos. Porque los que no te han visto en persona siguen creyendo que eres la verdadera Elisa. A
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP