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Fue una sensación extraña, como una debilidad en el cuerpo que me hizo estremecer todas las articulaciones. Cada pequeño pelito de mi cuerpo se erizó. Fue una sensación de alegría que se mezcló con miedo, una sensación extraña y arbitraria de felicidad y ansiedad. Di un par de saltos en el lugar en el que estaba, tratando de menguar de alguna forma la emoción que me había entrado.

Cuando volteé a mirar a Kevin, vi sus ojos brillosos, y entonces entendí lo que aquello significaba. El infierno podría terminar. Aquel vídeo era una prueba suficiente para demostrar mi inocencia, y eso sería suficiente para que volviera a tener la libertad que había perdido hacía más de diez años.

Kevin se puso de pie y me abrazó con fuerza, y yo le correspondí el abrazo, enterrando mi cara en su cuello. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Qué bueno que tenía mi frente sobre su piel, porque de lo contrario no hubiese sido capaz de reconocer nada de mi alrededor con mis ojos acuosos. Noté cómo mi corazón lat
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