74.

Tuve una noche intranquila. Es la segunda noche que no dormía nada y, a pesar del cansancio acumulado y el estrés, no pude pegar los ojos hasta altas horas de la madrugada. Los sueños que tuve fueron caóticos, de dolor y miedo. Miedo de qué pudiera pasar el día siguiente. Miedo de que Nicolás me hubiese descubierto y tuviera que confesarle la verdad.

Al principio pensé que aquella verdad me liberaría, que dejar de fingir ser Elisa sería una bendición. Pero ahora yo no estaba tan segura. Ahora ya no sabía realmente si era lo que quería. Seguir fingiendo me permitía estar al lado de Nicolás sin ninguna consecuencia, pero decirle la verdad sería desastroso. Me odiaría, y yo tendría que odiarlo también, como se suponía que debía estar haciendo ya en este momento. Pero para mí era difícil hacerlo. Era muy difícil.

"Realmente tengo que intentarlo, tengo que odiarlo", me dije, dándome un par de bofetadas a mí misma en la madrugada.

¿Por qué no lo odiaba? ¿Por qué no era capaz de odiarlo? Él
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