La explosión fue fuerte; sacudió todos los vidrios de la empresa. Nicolás se puso de pie y corrió hacia la ventana, pero Kevin lo tomó por el brazo. — No deberías asomarte a la ventana de esa forma. Tal vez sea un atentado.De todas formas, Nicolás ignoró la advertencia y se inclinó levemente hacia el borde de la ventana. — Un auto explotó — dijo.Yo estaba ahí, paralizada. Kevin volteó a mirarme. Sabía que era una oportunidad, sabía que no podía desaprovechar el momento. Así que tenía que hacerlo. Me puse de pie y fingí mirar una alerta en mi celular. — Mis esquema de seguridad me está esperando abajo. Tenemos que posponer esta reunión para después.Pero Nicolás negó. — Aquí en la empresa estás a salvo. — No importa. Me voy a ir — dije entonces, poniéndome de pie y a punto de salir.Nicolás recortó la distancia que nos separaba, llegó conmigo y me tomó por el hombro. — Yo te acompaño hasta abajo. — No es necesario. — Es mejor que salgamos de aquí — dijo Kevin, tomando por la
Cuando me subí en la camioneta de Alejandro, estaba tan asustada que las manos me temblaban. — Vámonos, Bob — le gritó a uno de sus hombres, y la camioneta arrancó de inmediato. — Todo está bien. Tuve que explotar un auto. Espero que haya sido una distracción suficiente. ¿Lo conseguiste?Yo asentí. Ni siquiera era capaz de hablar, así que tuve que aclararme con fuerza la garganta para poder, prácticamente, arrancar mi voz de ella. — Logré encontrar la grabación de ese día y de esa hora. A menos que alguien haya manipulado la cinta, creo que lo tengo.Alejandro asintió. — Debes estar preparada para lo peor. Lo más probable es que alguien haya manipulado la grabación, pero por más experto que sea, va a haber un corte. Ese corte será suficiente. ¿Me entiendes?Yo me sentí… sabía que tenía que estar preparada para lo peor, tenía que estar preparada para enfrentar esa realidad. Tal vez el vídeo no funcione de nada, era lo más probable, pero de todas formas, descartar esa posibilidad er
Fue una sensación extraña, como una debilidad en el cuerpo que me hizo estremecer todas las articulaciones. Cada pequeño pelito de mi cuerpo se erizó. Fue una sensación de alegría que se mezcló con miedo, una sensación extraña y arbitraria de felicidad y ansiedad. Di un par de saltos en el lugar en el que estaba, tratando de menguar de alguna forma la emoción que me había entrado. Cuando volteé a mirar a Kevin, vi sus ojos brillosos, y entonces entendí lo que aquello significaba. El infierno podría terminar. Aquel vídeo era una prueba suficiente para demostrar mi inocencia, y eso sería suficiente para que volviera a tener la libertad que había perdido hacía más de diez años. Kevin se puso de pie y me abrazó con fuerza, y yo le correspondí el abrazo, enterrando mi cara en su cuello. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Qué bueno que tenía mi frente sobre su piel, porque de lo contrario no hubiese sido capaz de reconocer nada de mi alrededor con mis ojos acuosos. Noté cómo mi corazón lat
¿Podía confiar en Kevin? Fue la pregunta que me hice el resto del día. No me pareció una coincidencia que él y Elisa hubiesen hablado sin mi presencia. ¿De qué hubieran tenido que hablar? ¿De negocios? Era extraño; los negocios los tenía Elisa conmigo, no con Kevin. ¿Por qué, en el momento en el que le pregunté sobre la India, ella volteó a mirar a Kevin como si él tuviera la respuesta que ella no? Aquello se me hizo extraño, pero no pude decir nada más. Aquella maldita explosión había arruinado todo.Estaba ahí, sentado frente a las cámaras de seguridad de mi propia empresa, tratando de encontrar una respuesta. El encargado movía sus hábiles dedos por todo el teclado, intentando localizar la hora exacta en la que había sucedido la explosión. Cuando lo hizo, me señaló la pantalla. — Ahí está — dijo.Pude ver el auto de la explosión parando cerca de la empresa, pero el hombre que se bajó de ahí llevaba una gorra que le cubría el rostro. Era imposible distinguir su identidad. Su ropa
Los ojos de sorpresa y de dolor de Kevin me atormentaban. — Lo siento — le había dicho después de un segundo — . De verdad, lo siento.Mis ojos se llenaron de lágrimas. — Pero por favor, no me faltes al respeto nuevamente.A pesar de que sentía remordimiento por haberlo golpeado, tenía que dejar claras mis intenciones. Lo que se permite, se repite. Y a pesar de todo lo que había pasado, yo nunca le había faltado el respeto a él. Esperé que nunca volviera a hacer lo mismo hacia mí. Kevin vino a sentarse pesadamente en el mueble. Alejandro, con el computador entre las piernas, no apartaba los ojos de la pantalla, aunque yo sabía que estaba más pendiente de nosotros que de lo que veía en el ordenador. — Creo que debería irme — le dije a Kevin. — No — dijo el pelirrojo — . Deberías quedarte un par de días aquí en la ciudad. Los niños estarán bien. Sabes que la hermana Sol los cuidará bien. Ahora, más que nunca, tienes que estar cerca. No sabemos cuál será el nuevo paso que tome Nic
Tuve una noche intranquila. Es la segunda noche que no dormía nada y, a pesar del cansancio acumulado y el estrés, no pude pegar los ojos hasta altas horas de la madrugada. Los sueños que tuve fueron caóticos, de dolor y miedo. Miedo de qué pudiera pasar el día siguiente. Miedo de que Nicolás me hubiese descubierto y tuviera que confesarle la verdad.Al principio pensé que aquella verdad me liberaría, que dejar de fingir ser Elisa sería una bendición. Pero ahora yo no estaba tan segura. Ahora ya no sabía realmente si era lo que quería. Seguir fingiendo me permitía estar al lado de Nicolás sin ninguna consecuencia, pero decirle la verdad sería desastroso. Me odiaría, y yo tendría que odiarlo también, como se suponía que debía estar haciendo ya en este momento. Pero para mí era difícil hacerlo. Era muy difícil."Realmente tengo que intentarlo, tengo que odiarlo", me dije, dándome un par de bofetadas a mí misma en la madrugada.¿Por qué no lo odiaba? ¿Por qué no era capaz de odiarlo? Él
A pesar de que yo sabía que aquello podía pasar, de que lo más probable es que para eso me hubiese citado Nicolás, algo dentro de mí me inmovilizó.Era un extraño miedo, una sensación punzante de ansiedad que hizo que me temblaran las rodillas. Como siempre, escuchar mi propio nombre en su boca era agobiante y doloroso, pero escuchar cómo lo decía mientras ponía en tela de juicio mi propia lealtad como Elisa producía más ansiedad de la que hubiese querido admitir. Esta vez ya no había marcha atrás, pero yo debía intentar salvar, aunque fuera un poco, la situación, porque tal vez había alguna forma de hacerlo. — ¿Tú ex esposa? — le pregunté. — Entiende, Elisa,— ¿qué crees que tengo que ver yo con tu ex esposa? ¡Eso es ridículo! — ¿Entonces qué estabas haciendo ayer, espiando las cámaras de seguridad de mi empresa? — dijo él.Yo levanté el mentón. — ¿Me viste husmeando en tus cámaras de seguridad y lo primero que pensaste fue en tu ex esposa? Eso no tiene ningún sentido. — Lo tien
El miedo me embargó por un instante. Fue imposible para mí no reaccionar a aquello, probablemente con una mueca de terror o de asco, ya que Nicolás levantó el mentón hacia mí. — ¿Me juzgas por eso? — Claro que lo hago — le dije. La voz me tembló — . ¿Cómo haces algo como eso? Está enfermizo, sucio. — al inició... Pensé la primera vez que era algo terrible, profanador, pero ahora ya no estoy tan seguro.Se acercó a mí, recortando la distancia que nos separaba. Me tomó por el cuello y me estrelló contra el vidrio. No fue con mucha fuerza, pero lo suficiente como para considerarlo una acción agresiva. — ¿Crees que no puedo verlo? — me dijo. Tenía la mirada perdida en mis propias pupilas. Pude verlo alterado, sentir su desesperación, su miedo, también su corrupción — Lo veo en tus ojos. La veo a ella.Yo apoyé mis manos en su pecho y lo empujé con fuerza. Nicolás trastabilló y casi cayó al suelo, pero logró aferrarse al escritorio. — Esto es injusticia. Puedo verla en tus ojos, a Eva