57.

Traté de conservar la calma cuando presioné el botón para contestar la llamada. Aunque mis manos temblaron, la presencia de Kevin a mi lado me ayudó un poco a sentirme más reconfortada y tranquila. Pero, de todas formas, enfrentar a Nicolás siempre sería mi gran problema, mi gran némesis.

— Señor Nicolás — contesté con la voz más calmada que pude.

— Elisa, he intentado comunicarme contigo desde ayer. Espero que estés bien.

— Lo estoy, estoy muy bien, solo he tenido un día complicado. Los negocios no se solucionan por sí solos, si usted no lo sabe muy bien...

Kevin me miró, seguramente sorprendido ante mi cambio de actitud. Hablaba diferente, me expresaba diferente a como lo hacía de forma natural. Al parecer, me salía bien fingir ser una persona que no era.

— Sí, lo sé. Lo siento si he sido tan insistente, pero creo que tenemos una conversación pendiente.

— Oh, sí, es verdad, lo sé. No crea que estoy huyendo de usted. Sé que merece una buena explicación. Yo se la daré. ¿Cuándo qu
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