— No, la verdad es que ese nombre no me suena — dijo Kevin mientras conducíamos de regreso a casa. Había dejado el auto unos cien metros de la fábrica abandonada donde me habían llevado. Podía notar cómo sudaban sus manos; su cara estaba pálida. Seguramente la mía estaba incluso más. ¿Ves? Ahora te dije que esto era una muy mala idea — dijo, apretando el volante con fuerza — . Te lo dije desde el principio: es mejor que no continuemos.Pero yo apreté los puños con tanta fuerza que las uñas se me clavaron en las palmas. — Tenemos que seguir, tenemos que seguir. Porque ya empezamos, estamos cerca. Solo necesito estar a solas con Nicolás un rato y lograr extraer la muestra. — ¿Y qué vas a hacer? — dijo Kevin, casi golpeando el volante — . ¿Vas a amarrarlo a una silla y vas a sacarle la sangre tú misma? — No lo sé. Había pensado algo como dormirlo, utilizar algún tipo de anestésico. No lo sé, lo que sea necesario. Tú prometiste que me ayudarías. — ¡Cuando tu vida no corría riesgo! — g
Esa noche, una fuerte llovizna había caído sobre el bosque. El sonido de las goteras contra el tejado era arrullador, pero yo no podía dormir.No hacía más que darle vueltas al asunto en mi cabeza. Mi mente pasaba de las palabras de Luis, impulsándome a la venganza, a la propuesta de Alejandro para asociarnos, y a los consejos de Kevin. ¿A quién debía hacerle caso? Tal vez todos tenían razón a su manera.Yo necesitaba controlarme, necesitaba estar enfocada. Si tenía suerte, al siguiente día terminaría todo. Si tenía suerte, al siguiente día lograría matar dos pájaros de un sol tiro, demostrar mi inocencia y averiguar si Nicolás podía salvarle la vida a Jason. De ser así, entonces las cosas se complicarían. Yo sinceramente esperaba que se complicara, si eso significaba salvar la vida de mi hijo.Si Alexander era compatible, me pregunté, ¿cómo podría obligarlo a hacerse la cirugía? Tal vez si lograba encontrar una prueba que demostrara mi inocencia, podría al fin decirle la verdad. Podr
41No logramos encontrar nada sobre Alejandro; era prácticamente un fantasma. A pesar de mi búsqueda en la red, utilizando cada una de mis habilidades en las computadoras para intentar encontrarlo, ciertamente no encontramos absolutamente nada. Y aquello lo único que hizo fue preocupar más a Kevin, que dudaba absolutamente de nuestro nuevo aliado. — Ni siquiera les llames aliados — me había dicho al otro día después de mi secuestro — . Si ese hombre fue capaz de secuestrarte, imagina lo que es capaz de hacer. Tu papel en su futuro...— pues eso es lo que necesitamos — le dije — Necesitamos a alguien que sea capaz de hacer lo que sea por nosotros, siempre y cuando vaya acorde con sus respectivos planes. Créeme, tampoco somos tan santos, Kevin. También estamos haciendo algo malo.Entonces Kevin ya no dijo nada más. Sabía que tenía razón, sabía que necesitábamos esa ayuda. Solos no seríamos capaces... porque lo que realmente me preocupaba era hasta dónde estaría dispuesto a llegar aque
Nos quedamos ahí en silencio, esperando a que Alejandro comenzara su historia. Pero parecía que le costaba arrancar las palabras de su garganta. Kevin me miró, y yo lo miré a él, y esperamos atentamente hasta que, después de un largo minuto, Alejandro habló. — Girasoles — dijo desde donde estaba. Levantó su camisa y pude ver su torso. Tenía músculos muy definidos, con muchísimos tatuajes. Pero entre ellos, los tatuajes que más destacaban, sin duda, eran los girasoles. Había de muchas formas, de colores, a blanco y negro. Había dejado claro, sin ninguna duda, que era su flor favorita. Pero yo seguía sin entender qué tenía que ver eso con los Montalvo. — Mi familia siempre cultivó los girasoles — continuó Alejandro — . Teníamos una pequeña empresa. Era muy pequeñita, pero mi mamá siempre tuvo un talento sobrenatural con estas flores. Las vendíamos como decoración y también para aceite. Gran parte de mi niñez la recuerdo corriendo entre los campos de girasoles, observando cómo se movía
43Entonces, así habíamos quedado, con algo nada muy concreto. Yo hubiese querido que Alejandro nos contara todo su plan desde el principio, pero ni siquiera él lo sabía.Deberíamos pensar paso a paso cómo deberíamos actuar ahora que trabajaríamos juntos. Y yo debía pensar cómo actuar para evitar que el hombre destruyera la empresa de Nicolás. — no lo haces no solo por la venganza — me había dicho Kevin después de salir de la reunión con Alejandro — . Lo haces porque quieres proteger a Nicolás, ¿no es así?Yo lo miré mal. — Claro que no. ¿Cómo se te ocurre que yo querría algo como eso? — Porque te conozco, Evangeline — dijo — . Aunque durante estos siete años no hubiéramos compartido todos los días y yo hubiese desaparecido por meses enteros, igual te conozco lo suficiente. Sé cuál es el propósito de trabajar con él. Lo que tú realmente quieres es proteger a Nicolás, no quieres que le haga daño.Y entonces yo lo pensé. Tenía razón. Podría tener razón. — Claro que no — me dije a
44Dejé a mi improvisado y falso esquema de seguridad en el primer piso, mientras Nicolás me llevaba por unas escaleras metálicas altas, desde donde se podía observar plenamente todo el invernadero.Era tan grande, tan doloroso, tan hermoso. Era lo que me encantaba de aquella empresa, lo que la llamaba, al igual que la abuela de Nicolás, la parte creativa, la parte humana que podría llegar a tener.Lástima que los anteriores dueños le dieron ese enfoque oscuro, enfocado en la mafia, hubiese sido hermoso que hubiera podido conservar los valores iniciales, aunque el dinero no fuera tanto. De todas formas, llegamos a la parte final de la plataforma, donde nos esperaba una mesa amplia con una enorme jarra de limonada. — ¿Ya estabas preparado, verdad? — le pregunté. — Siempre estoy preparado, nada me toma por sorpresa — respondió con vehemencia. Bueno, en eso no estoy completamente seguro. La verdad, lo de ayer me tomó por sorpresa. Normalmente, suelo ser un hombre frío, de muy pocas p
Pude ver en sus ojos algo especial, algo diferente, que me asustó. Justamente habíamos acabado de insinuar eso de acostarnos, de romper completamente esa tensión sexual que flotaba en el aire.Pero entonces yo me pregunté: ¿flotaba esa tención por parte de ambos? Era evidente que por parte de Nicolás sí, pero ¿por parte mía también era tan evidente? Quise creer que no, porque quise pensar que mis sentimientos por Nicolás habían desaparecido.Pero no podía negarme a mí misma que eso era falso. Seguía queriendo a Nicolás de alguna manera extraña, y no sabía por qué. Como un instinto, como un vicio. Y la idea de acostarme con él en ese momento me tentó, porque de alguna forma retorcida y extraña, era lo que yo siempre había querido durante toda mi vida: estar con él.Pero estar con él de la forma correcta, porque ambos lo deseáramos, no porque simplemente él tuviera que embarazarme para contribuir a su familia, así como cuando estábamos casados, que me visitaba una o dos veces en la sema
Alejandro estaba completamente dispuesto a ejecutar un plan a la primera orden. parecía no tener demasiados escrúpulos, algo necesario para lanzar su venganza. Aunque ciertamente no sabía exactamente qué era lo que pretendía, sabía que quería vengarse de Nicolás de alguna forma, destruyendo la compañía.Pero no me había dicho completamente, y entre más se tardara en decírmelo, para mí mejor, más tiempo me daba para encontrar una forma de librarme de todo aquello y lo antes posible, incluso de su propia compañía. De todas formas, cuando le pedí aquello, cuando le pedí algo con lo que pudiera dejar inconsciente a Nicolás, él sonrió. — Tengo lo que necesitas — me dijo.Me llevaron nuevamente hacia donde me estaba esperando Kevin. El hombre había elegido trabajar desde su camioneta ese día. Cuando me subí al asiento de copiloto, estaba atendiendo la llamada de alguno de sus múltiples clientes. Y cuando me vio, me miró entrecerrando los ojos, seguramente extrañado por lo corta que había s