118.

Quise dar dos pasos atrás, alejarme de aquella situación, tomar mis trillizos y salir corriendo, pero sabía que aquello no podría ser. Ahí de pie estaba Elisa Duque. Sabía que era ella; no necesitaba haber visto antes una fotografía o haberla visto antes en persona. Yo sabía muy bien porque había fingido ser ella, porque la vida estudiada. Yo sabía que, eventualmente, ese momento tendría que llegar: el momento en el que tuviera que enfrentarme a ella, que tuviera que mirarla a la cara y enfrentar aquella situación en la que yo misma me había metido. Nicolás miró alrededor, buscando seguramente a los hombres de seguridad, pero no estaban. La misma Elisa sonrió.

— Creo que no están — dijo — . Ya deberían acostumbrarse a que, en mi presencia, solo están las personas que yo quiero que estén.

— ¿Quién es esa mujer? — preguntó Jordan, interponiéndose entre ella y sus hermanitos.

Nicolás dio un paso al frente e hizo que los trillizos se escondieran detrás de su espalda.

— ¿Vienes a mata
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