Capítulo 400
—El señor Carlos dice que tienes la voz ronca y mandó enseguida a preparar esto a medianoche. Todavía está caliente —dijo Diego, colocando una pera asada en mi mano.

Mi palma de inmediato se calentó, sujetando la bolsa con la pera, y bajé la mirada.

Diego ya había arrancado el auto. —Señorita Moreno, ¿la llevo a Villa Oeste?

Villa Oeste era el nombre de mi conjunto residencial actual.

Diego me lo preguntaba de forma tan directa que al instante comprendí por qué Carlos había aparecido aquella noche frente a mi edificio. Evidentemente, Diego lo había investigado para él.

—No, gracias —lo rechacé.

Diego se sorprendió un poco, mirándome por el espejo retrovisor. —Entonces...

—Diego, detenga el auto —mis palabras lo hicieron estremecerse, y en efecto paró a un lado.

Me miraba con recelo. —Señorita Moreno, ¿usted...?

Lo interrumpí enseguida. —No volveré. Lléveme a la sala de cirugía.

Mi mente estaba tan confusa que casi olvidaba por completo que Mariana seguía en el hospital.

Diego lo entend
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