Después de hundir el navío que estaba al mando del capitán Ferrer, Setri se trasladó al lugar de origen de los acontecimientos, al lugar donde tendría lugar la ineludible batalla entre él y las tres criaturas. Criaturas que, por hallarse en el mundo de los humanos, no habían visto de primera mano la caída del reino al mando de Quantum, criaturas que aún no se habían postrado ante su figura y a la de la nueva reina, Stacy. Luego de que Setri contemplara con regocijo el hundimiento y muerte de la tripulación del extinto capitán Ferrer se trasladó a tierra firme escoltado por algunas criaturas aladas a las que después les ordenó desaparecer, no sin antes decirles que informaran a su comandante Aballah que debía reunirse con él cuanto antes.
En el camino a la ciudad, Setri se divirtió un poco. A su paso por un pequeño poblado encontró a un ho
Una bala calibre 22 rodaba por una mesa inclinada, una vez que estaba cerca del borde, una mano la atrapaba en el aire evitando que cayera al suelo, la mano, colocaba de nuevo la bala en su posición original y el proceso iniciaba de nuevo. El sonido de esta, resbalando, era el único en la habitación, salvo quizá por el incesante tic tac del reloj de pared que en ese momento marcaba las 10:08 pm. Rob finalmente tomó la bala y la guardó en el bolsillo de su chaqueta, se levantó y caminó a la chimenea, donde unas brazas casi consumidas emitían tan solo unos cuantos destellos. Afuera, la luna se había reducido al tamaño de una cabeza de alfiler y el frio comenzaba a ser un verdadero problema, problema que con toda seguridad resultaba como consecuencia lógica de la ausencia de luz solar. Incluso Rob sintió que, de seguir así, pronto, él mismo tendría que arroparse con algo m&aa
La carretera Tx 359 conecta la ciudad de Laredo, Texas con la costa este de los Estados Unidos. A la altura del pequeño poblado de Oilton un hombre caminaba tambaleante, parecía un borracho más, pero cualquiera de los autos que hubieran tenido el reparó de detenerse a prestar auxilio, se habría encontrado con que aquel hombre no estaba borracho en lo absoluto. Su andar era errático, lento y atáxico, pero la causa real de su comportamiento tan singular, se debía a que, un par de horas antes, el desdichado hombre (que era un vagabundo sin techo del poblado de Oilton) se había encontrado casualmente con algo. Algo que parecía un hombre. Ese hombre, que no era otro que el Príncipe Setri había tocado en la nuca al vagabundo, le había acariciado ligeramente con la intensidad del suave viento y se había despedido y continuado su camino, no sin antes bendecirlo en una lengua extraña. El
Un par de horas después de la muerte de Aballah, Stacy miraba fijamente el reloj de arena. Su expresión no era de satisfacción, sino de absoluto malestar. El plazo estaba a punto de terminarse, eso, en su opinión, no era lo malo, después de todo, la noche llegaría después como siempre lo había hecho y ella podría continuar con sus planes. Lo malo, era que, con la llegada del amanecer, los estúpidos humanos atribuirían el milagroso regreso del día a Dios, a su Dios. Lo cuál era una tontería, pues nadie mejor que ella sabía que Dios no había intervenido en lo absoluto en favor de los hombres. Y se preguntó si de hecho, alguna vez había intervenido en su favor. Después de todo, el mundo de los hombres, no se diferenciaba mucho del infierno mismo, y de eso ella podía dar fe con su sello.Lo que pasaba en realidad era que el día volver&
Bill Reynolds escuchó atentamente la historia que las dos chicas tenían que contar. Le pareció que ellas se comportaban como si le conocieran de toda la vida. Durante el tiempo que precedió al amanecer, las chicas hablaron largamente, contaron a Bill con lujo de detalle todo lo que habían visto, desde las criaturas voladoras, las mazmorras (Madeleine rompió a llorar cuando recordó nuevamente el rostro de su bebé tendido en el suelo, con dos profundos agujeros en el cuello), el bebé que habían llevado consigo desde el momento de su huida hasta hace muy poco, pero sobre todo, contaron a Bill sobre la bruja y sobre lo que ellas llamaron los otros, es decir las otras criaturas que acompañaban a la bruja. - Una de ellas incluso parecía amable – dijo Madeleine refiriéndose a Brooke. – Le dije que se jodiera, no me enorgullezco de eso, pero lo hice. Martha por su parte, contó sobre los tipos que habían intentado violarla cuando ella salía de un bar en las afueras de la ciud
Para cuando el amanecer llegó, solo una de las cuatro criaturas seguía aun en la tierra. Los caballeros de la oscuridad, Rob y Dean, habían huido en direcciones opuestas, pero con un objetivo en común: Prepararse para la batalla final. Sabían que el amanecer solo significaba una cosa, y esa era que, las fuerzas se estaban alineando para la batalla. Rob había vuelto al reino de las criaturas utilizando el único pasaje físico que conecta ambos mundos. Se había despedido de Brooke poco antes del alba. Había sido un adiós doloroso, incluso para una criatura como él, pues sabía que era poco probable que volviera a verla. Daba igual. Solo deseaba que ella sobreviviera y si alguien debía luchar e incluso sacrificarse, él aceptaría gustoso el cargo. Dean, por su parte, se hallaba en una de las cuevas del sistema montañoso que nace en el centro de México y se extiende
Los únicos tres sobrevivientes de la ciudad fronteriza de Laredo, Texas caminaban con expresión perpleja a través de las largas calles y avenidas. Casi no hablaban entre ellos, no hacía falta. Un simple vistazo al rostro, denotaba que los tres estaban sobrecogidos y asustados ante lo que veían sus ojos.Los cadáveres se contaban por cientos. Había de todo, desde niños pequeños de dos o tres años, hasta ancianos de quizá ochenta años o más. Todos con las mismas características con las que Bill había encontrado a su madre; Muertos, con ojos negros que servían de nido de alguna clase de parásitos inmundos, vacíos, sin entrañas y tan frágiles como un cascaron de huevo. Madeleine lloró durante largo rato, abrazada de Martha, luego que descubriera el cadáver de su madre tendido a media calle. La mujer, terriblemente obesa, miraba
Los únicos tres sobrevivientes de la ciudad fronteriza de Laredo, Texas caminaban con expresión perpleja a través de las largas calles y avenidas. Casi no hablaban entre ellos, no hacía falta. Un simple vistazo al rostro, denotaba que los tres estaban sobrecogidos y asustados ante lo que veían sus ojos.Los cadáveres se contaban por cientos. Había de todo, desde niños pequeños de dos o tres años, hasta ancianos de quizá ochenta años o más. Todos con las mismas características con las que Bill había encontrado a su madre; Muertos, con ojos negros que servían de nido de alguna clase de parásitos inmundos, vacíos, sin entrañas y tan frágiles como un cascaron de huevo. Madeleine lloró durante largo rato, abrazada de Martha, luego que descubriera el cadáver de su madre tendido a media calle. La mujer, terriblemente obesa, miraba
Martha miraba por la ventanilla del copiloto. Afuera, la carretera I -10 ofrecía un panorama triste y desolador. Desde que habían salido, las risas se habían acabado y cada quien permanecía hundido en sus propios pensamientos y cavilaciones. En la ciudad al menos tenían la certeza de que toda la población había sido devorada por las criaturas voladoras, pero aquí, en la larga y calurosa carretera, no había ningún ser humano vivo o muerto que pudiera dar más pistas sobre lo que estaba ocurriendo. Por un momento Martha pensó que quizá las criaturas solo hubieran atacado la ciudad de Laredo, quizá esas cosas eran, incluso, una obra de algún gobierno enemigo; tal vez los rusos o los chinos, quizá incluso el gobierno de Kim Jong Un en Corea del Norte o tal vez Vladimir Putin tuviera alguna clase de pacto con los extraterrestres y había ofrecido a su propia espos