Para cuando el amanecer llegó, solo una de las cuatro criaturas seguía aun en la tierra. Los caballeros de la oscuridad, Rob y Dean, habían huido en direcciones opuestas, pero con un objetivo en común: Prepararse para la batalla final. Sabían que el amanecer solo significaba una cosa, y esa era que, las fuerzas se estaban alineando para la batalla. Rob había vuelto al reino de las criaturas utilizando el único pasaje físico que conecta ambos mundos. Se había despedido de Brooke poco antes del alba. Había sido un adiós doloroso, incluso para una criatura como él, pues sabía que era poco probable que volviera a verla. Daba igual. Solo deseaba que ella sobreviviera y si alguien debía luchar e incluso sacrificarse, él aceptaría gustoso el cargo. Dean, por su parte, se hallaba en una de las cuevas del sistema montañoso que nace en el centro de México y se extiende
Los únicos tres sobrevivientes de la ciudad fronteriza de Laredo, Texas caminaban con expresión perpleja a través de las largas calles y avenidas. Casi no hablaban entre ellos, no hacía falta. Un simple vistazo al rostro, denotaba que los tres estaban sobrecogidos y asustados ante lo que veían sus ojos.Los cadáveres se contaban por cientos. Había de todo, desde niños pequeños de dos o tres años, hasta ancianos de quizá ochenta años o más. Todos con las mismas características con las que Bill había encontrado a su madre; Muertos, con ojos negros que servían de nido de alguna clase de parásitos inmundos, vacíos, sin entrañas y tan frágiles como un cascaron de huevo. Madeleine lloró durante largo rato, abrazada de Martha, luego que descubriera el cadáver de su madre tendido a media calle. La mujer, terriblemente obesa, miraba
Los únicos tres sobrevivientes de la ciudad fronteriza de Laredo, Texas caminaban con expresión perpleja a través de las largas calles y avenidas. Casi no hablaban entre ellos, no hacía falta. Un simple vistazo al rostro, denotaba que los tres estaban sobrecogidos y asustados ante lo que veían sus ojos.Los cadáveres se contaban por cientos. Había de todo, desde niños pequeños de dos o tres años, hasta ancianos de quizá ochenta años o más. Todos con las mismas características con las que Bill había encontrado a su madre; Muertos, con ojos negros que servían de nido de alguna clase de parásitos inmundos, vacíos, sin entrañas y tan frágiles como un cascaron de huevo. Madeleine lloró durante largo rato, abrazada de Martha, luego que descubriera el cadáver de su madre tendido a media calle. La mujer, terriblemente obesa, miraba
Martha miraba por la ventanilla del copiloto. Afuera, la carretera I -10 ofrecía un panorama triste y desolador. Desde que habían salido, las risas se habían acabado y cada quien permanecía hundido en sus propios pensamientos y cavilaciones. En la ciudad al menos tenían la certeza de que toda la población había sido devorada por las criaturas voladoras, pero aquí, en la larga y calurosa carretera, no había ningún ser humano vivo o muerto que pudiera dar más pistas sobre lo que estaba ocurriendo. Por un momento Martha pensó que quizá las criaturas solo hubieran atacado la ciudad de Laredo, quizá esas cosas eran, incluso, una obra de algún gobierno enemigo; tal vez los rusos o los chinos, quizá incluso el gobierno de Kim Jong Un en Corea del Norte o tal vez Vladimir Putin tuviera alguna clase de pacto con los extraterrestres y había ofrecido a su propia espos
Buenas noches – dijo el hombre del sombrero a los tres chicos. El hombre vestía unos pantalones de pana color verde (casi del mismo tono que su destartalado automóvil) y una camisa blanca con manchas de sudor alrededor de las axilas; Tenía una barba espesa al estilo de Santa Claus, era delgado y usaba anteojos; Su piel era arrugada como pergamino; En las manos, llevaba varios anillos metálicos, algunos con incrustaciones de algo que se asemejaba al diamante, otros, por el contrario, eran corrientes, sin chiste ni diseño, y había un tercer grupo de anillos; aquí entraban los que tenían forma de algunos animales, había un escorpión, un tigre y un águila y el más grande de todos ellos, enclavado en el dedo medio de la mano derecha, un anillo que estaba moldeado a la forma de una cobra rey. Su sombrero parecía uno como los que usan los magos, salvo que la copa era más pequeña;
Dave y Eileen miraban atentamente un programa de concursos por televisión, el presentador, un tipo llamado Nicky anunciaba que había llegado el momento de la trivia para los tele- espectadores. Dave dio un largo sorbo a su café, tomó el control remoto del televisor y subió el volumen. El hecho de que subiera el volumen no significaba que adorará la voz de castrato de Nicky, o que le gustara escuchar las risas y aplausos del público como si estuvieran allí mismo, en su sala, no, si subía el volumen se debía únicamente a que los chiquillos, Jackie y Tommy, estaban jugando a corretearse por toda la casa, y lo que había empezado con unas cuantas risas, ahora, era un auténtico jolgorio de risas infantiles chillonas y desesperantes; a las risas se sumaban los ocasionales berridos de Jackie cada vez que Tommy era tan rápido que la niña no podía atraparlo.A Dave le desespe
Luego de los hechos ocurridos en el pueblo de Ashley, los sobrevivientes intentaron durante varios días contactar con la policía. Una de esas personas fue Eileen Williams; La muerte de su marido fue un episodio doloroso del que tardaría mucho en recuperarse, pero, aun así, estaba agradecida con Dios (Sí, porque todo lo bueno que pasa debe ser agradecido a Dios) por haber permitido que Tommy y Jackie sobrevivieran al espantoso evento.Durante las 24 horas que siguieron a las detonaciones y a la aparición de lo que los pobladores de Ashley llamarían “Los visitantes”, numerosas llamadas de auxilio saturaron las líneas del condado vecino de Perville y aunque todas las llamadas fueron atendidas con la promesa de que pronto se iniciaría una investigación para dar con el paradero de los asesinos, ninguna patrulla de policía llegó nunca a Ashley. Las comitivas y elementos que
1Mientras el viejo Tom contaba a los chicos como había conseguido sobrevivir a aquellos horrores y mientras explicaba que aquello que había ocurrido en Ashley no era más que una versión a escala de lo que estaba ocurriendo ahora, Rob y Dean regresaban a las tierras yermas y estériles del reino de las criaturas de la noche. Ante ellos se extendía la vasta extensión de las tierras del sur, allí la oscuridad era más profunda y los ojos de ambos resplandecían con un fulgor verde esmeralda.-Seguramente los hampones ya avisaron a Stacy que hemos llegado – dijo Rob mientras continuaban su andar a las tierras centrales, donde se alzaba la imponente torre que fungía como sede del reino.La gravilla que crujía bajo sus pies era el único sonido, aparte de su propia respiración, en el vasto terreno. Un ser parecido a una gárgola surcaba los os
Rob y Dean caminaron de vuelta a las tierras del sur, allí donde se alzaban las imponentes murallas que rodeaban la ciudad, decidieron tomar un pequeño descanso. Necesitaban pensar sus próximos movimientos.- Lo mejor será que te vayas de aquí – dijo Rob después de un largo silencio, arriba, las criaturas habían dejado de sobrevolarles, pero eso no significaba que no estuvieran cerca – Ambos sabemos que Setri está arriba con los humanosDean guardó silencio y solo se limitó a emitir un cansino suspiró. Yacían sentados recargados contra la pesada y larga muralla; En las torres de vigilancia se podían ver a los hampones apostados, seguramente habían recibido órdenes de la reina de no perderles de vista.- Bien – dijo por fin Dean – Regresaré y enfrentaré a Setri.Rob asintió con la cabeza