Capítulo 2 El desprecio de Maddie

Blake estuvo el resto de la velada de malhumor viendo como Maddie, el objeto de su deseo permanecía allí con esa actitud de diva encantadora, bailando y coqueteando con cada hombre que se cruzaba en su camino. Su frustración creció cuando vio la gran sonrisa que ella lanzaba con la llegada de David Hamilton, el heredero perfecto y pulcro, cuyo linaje y reputación contrastaban de manera chocante con su propia esencia rebelde y despreciada por la alta sociedad.

Apenas avanzó por el salón, Maddie no se preocupó por disimular su interés en él.

_ ¡David! _ le dijo sonriéndole con su mirada centelleante _ creí que ya no vendrías, he estado reservando todos mis bailes para ti.

Desde su rincón, Blake apretó los dientes. Cada palabra de Maddie, cada sonrisa dedicada a ese idiota, lo enojaba más.

El guapo joven sonrió meneando la cabeza.

_ Maddie, te dije que vendría ... ¿Cómo podría perderme la oportunidad de bailar con la chica más hermosa de la ciudad? _ le dijo mirándola a los ojos _ te lo prometí y sabes que cumplo todo lo que prometo.

Ella hizo una especie de puchero y entrecerró los ojos.

_ No sé, si cumples tu promesa debes bailar conmigo por lo que resta de la fiesta, lo harás ¿Verdad? _ lo miró fingiendo súplica e inocencia.

Desde su posición, Blake escuchó el tono meloso de David, el típico halago de un hombre que no había conocido la lucha ni el desdén, un niño consentido por esa sociedad que a él tanto lo relegaba. Apretó los dientes mientras escuchaba la conversación. Su malhumor se transformó en una rabia silenciosa.

"La chica más hermosa de la ciudad, pero que idiota es” pensó con sorna el hombre, repitiéndose la frase del otro.

A Blake le costaba no reírse de la banalidad de las cosas que decía David, pero lo que más le molestaba era que esas tontas y superficiales palabras parecían haber engatusado a su hermosa Maddie.

_ ¡M@ldita coqueta! _ musitó Rose Stanton quien estaba al lado de su primo Patrick y de Blake junto a otra amiga _ no le basta con tener a todos de su mano, que ahora quiere conquistar a David Hamilton. ¡Ah, pero que linda sorpresa se va a llevar cuando sepa que sus padres quieren a otra mujer para su hijo!

Rose, al igual que él, observaba la escena con un toque de cinismo. "M*****a coqueta", pensó Blake, sin poder evitar una sonrisa amarga ante el comentario de Rose.

La cínica revelación sobre los planes matrimoniales de los padres de David solo acentuaba la ironía de la situación. Mientras Maddie jugaba a ser la estrella de la noche coqueteándole descaradamente a un hombre que se iba a comprometer con otra, Blake se preguntaba si ella era conocedora de la situación del otro o no. Si lo sabía y aún así lo seguía seduciendo, ella no tenía mucho que criticar de él, pues su reputación también dejaba que desear.

El hombre elevó una ceja, tomó un sorbo de whisky y apretó los labios. Maddie era como una diosa que desprendía sensualidad y hermosura por donde se la mirara y la quería para él. No le importaba por encima de quien tuviera que pasar para tenerla, él no era un hombre que tuviese escrúpulos a la hora de saciar sus deseos.

_ Ese tonto no podría distinguir una naranja de una manzana_ se burló Blake despechado mirando a la pareja que bailaba _ dudo que sepa distinguir entre una mujer que valga la pena y otra que no.

Rose lo miró por un instante, Blake era un hombre extremadamente atractivo tenía una estatura imponente, alrededor de 1.90 y de complexión atlética y musculosa. Su rostro era angular con pómulos marcados y una mandíbula definida. Su cabello de color oscuro y algo despeinado resaltaba su estilo masculino y rebelde. Sus ojos eran color miel y solían llevar una expresión intensa y reacia, al contrario de todos los hombres de ese entorno, él usaba una incipiente barba, detalle que lo hacía aún más atractivo y deseable para el público femenino. Salvo para la chica en la que él había puesto sus ojos, esa estaba bailando embobada con David Hamilton.

_ Señor Townsend, ¿Usted no quiere bailar? _ le dijo Rose con tono seductor tratando de llamar su atención.

Blake la miró por unos segundos con indiferencia, Rose no era una chica fea, al contrario, era bastante atractiva, sin embargo, él ya había sido capturado por el encanto de Madelaine, como sucedía con la mayoría de los hombres que estaban ahí.

Pero ella tenía que ser de él y solo de él, y la mejor manera de sacarla de los brazos de ese imbécil de David, era justamente en el salón de baile. Y él no solo sabía bailar, sino que lo hacía muy bien. Miró a Rose y le sonrió de lado, una sonrisa que a la chica le hizo temblar las piernas. A la joven realmente no le interesaba la fama que Blake tenía, tampoco lo mal visto que estaba ahí. Ese hombre era simplemente irresistible.

_ Señorita Stanton, ¿Me haría el honor de bailar conmigo? _ le dijo de manera encantadora con su grave voz.

Rose inmediatamente le tendió la mano a pesar de que su amiga trataba de persuadirla de que no lo hiciera.

_ Por supuesto que bailaré con usted _ dijo ella totalmente cautivada por esos ojos poderosos que se escondían debajo de unas frondosas pestañas negras.

Comenzaron a moverse con gracia y destreza por todo el salón de baile al ritmo de la música. La orquesta en la esquina del salón tocaba una animada pieza de jazz, con un ritmo contagioso que hacía que todos los pies se movieran.

A medida que el baile continuaba, el hombre mantenía un ojo en Maddie y David. Estaba decidido a cambiar de pareja en el momento adecuado. Con un movimiento fluido, Blake condujo a Rose cerca de la pareja, quienes estaban tan inmersos en su propio baile que no se dieron cuenta de la proximidad del “Diablo” hasta que fue demasiado tarde.

_ Oh, lo siento señor Hamilton _ le dijo desafiante con una gran sonrisa maliciosa ante la sorpresa no solo de la pareja sino de su compañera de baile _ ¡haremos cambio de pareja!

David parpadeó sorprendido mientras Maddie era literalmente arrancada de sus brazos y tirada hacia los de Blake.

_ ¡Pero que hace, salvaje! ¡Suélteme! _ musitó con furia la joven, tratando de librarse del amarre del hombre _ ¡no quiero bailar con usted!

El lejos de soltarla le apretó aún más la pelvis contra su cuerpo.

_ Shh, no levante la voz _ le susurró al oído con voz ronca y seductora _ una princesa como usted debe guardar la compostura en todo momento ¿No es así?

_ Es usted un maldito _ le dijo ella con desdén _ un ser despreciable, me repugna, suélteme.

La mirada de Blake se oscureció, el demonio que albergaba en su alma comenzaba a mostrarse.

_ Tenga cuidado con lo que dice, algún día se puede arrepentir de sus palabras _ su tono ya no era tan encantador.

_ Lo digo y lo sostengo _ lo miró con firmeza y furia _ no quiero que alguien como usted vuelva a tocarme.

Blake trató de calmarse, se agachó acercándose peligrosamente a los labios de la chica.

_ Eso lo veremos señorita Aston, quizás termine siendo mi esposa.

Maddie lo miró horrorizada.

_ Ni aunque fuese el último hombre en la tierra me casaría con usted_ se soltó _ Soy una Aston, y usted señor, aunque tenga mucho dinero, está muy por debajo de mí. No lo olvide nunca _dijo despectivamente.

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