Nueva York, 15 de agosto de 1929
Blake Townsend y su amigo Patrick Stanton habían sido invitados a una de las tantas fiestas en donde la elite millonaria de la ciudad se reunía, esta vez el anfitrión era Richard Parker, un magnate naviero. Y aunque Townsend no era un hombre muy apreciado en la alta sociedad neoyorquina, por ser hijo ilegítimo y por haber acrecentado su fortuna de manera dudosa, era menester para cualquier empresario invitarlo, ya que siempre era bueno tener el apoyo financiero de un hombre como él. El lujoso salón de la mansión de los Parker brillaba con candelabros de cristal y paredes decoradas con obras de arte. Una orquesta tocaba suavemente en una esquina, añadiendo un toque de elegancia a la velada. Del otro lado del salón, una hermosa joven de dieciocho años se movía como pez en el agua dentro de ese ámbito, sonriendo y coqueteando con cuanto joven se le acercaba, despertando los celos y la envidia de las miradas femeninas. Portadora de una belleza sin igual, Madelaine Aston Green, bromeaba con su gran amiga y confidente, Alice Parker. _ Maddie, contrólate _ le dijo sonriendo _ A tu madre le dará un síncope si sigues coqueteando con cada uno de los muchachos que se te acerca, eres una señorita de sociedad, debes comportarte. Ella apretó los labios y se encogió de hombros, en señal de que no le interesaba en absoluto lo que la amiga le estaba diciendo. _ Ay tú porque estás comprometida con el aburrido de mi hermano _ se burló la chica _ y como pronto te casarás, te comportas como una tonta pacata. Un apuesto joven se acercó a ella sonriendo. _ Maddie, me prometiste que bailarías conmigo y estoy esperando a que cumplas. _ Charles Erwin, eres un tonto impaciente, sabes bien que antes que termine la noche voy a cumplir _ dijo tocándole suavemente el mentón con su pulgar _ no dejes que las ansias te ganen. _ ¡Pero Maddie! _ replicó el joven. _ Pero nada Charles, es eso o me retracto _ le dijo yéndose sin mirarlo, luego nos vemos. El joven agachó la cabeza. _ Como quieras Maddie_ susurró triste. Algunas chicas de su edad la miraban murmurando. _ Ahí está esa m@ldita coqueta de Madelaine embobando a todos los hombres del lugar, como siempre _ dijo Rose Stanton _ ¡La odio! Varias presentes que la rodeaban asintieron. El movimiento masculino alrededor de Maddie llamó la atención de Blake, quien fijó sus hermosos ojos sobre ella. La joven tenía una figura esbelta y elegante, con una cintura fina y curvas sutiles, lo que contribuía a su apariencia sofisticada y femenina, Un rostro ovalado con rasgos finos y delicados. Su piel era tersa y blanca como la nieve, su cabello era negro, largo y ondulado que enmarcaba su rostro ovalado con rasgos finos y delicados. Pero lo que más le llamó la atención al hombre, eran esos enormes ojos verdes, los cuales brillaban llenos de picardía y vivacidad, bajo una mirada intensa y expresiva. _ ¿Quién es ella? _ le preguntó a su amigo señalando con su mirada a la joven _ es muy hermosa. Patrick sonrió de lado. _ Esa atractiva chica, es nada más ni nada menos que Madelaine Aston Green, hija del gran George Aston _suspiró el hombre _ fue presentada en sociedad hace unas semanas, es por así decirlo, la princesa mimada de su familia y de la alta sociedad. Blake se acarició la barbilla sin dejar de observarla. _ ¿Aston? ¿El de la industria automotriz? _ la miró con más atención. _ El mismo que viste y calza, así que, desde ya te digo que saques tus lujuriosos ojos de ahí, porque su padre y sobre todo su madre, jamás te permitirán acercarte a ella. Los Aston son prácticamente la realeza en este país, se habla de que seguramente la chiquilla se terminará casando con algunos de los Morgan o Vanderbilt. Blake se pasó sutilmente la lengua por los labios y sonrió de manera socarrona. _ Eso está por verse _ dijo ante la sorpresa de Patrick _ Princesa o no, te aseguro que puedo conquistarla o tenerla cuando yo quiera _ le dijo con firmeza _ Ya sabes que para mí no hay nada imposible. El otro hombre levantó las manos señalando que se daba por vencido. _ Esto no es un negocio Blake, pero allá tú si quieres chocarte con una pared. No tienes idea de lo soberbia y caprichosa que es esa chica _ suspiró _ mi prima y sus amigas la detestan. A Blake no le importaba, sabía cómo doblegar el orgullo de cualquiera ¿Cómo no lo iba a hacer con una chiquilla que apenas empezaba a vivir? Como si la intensa mirada del hombre la penetrara, Maddie se dio vuelta para encontrarse con esos ojos color miel que la miraban de manera lasciva. Ella se giró al instante tratando de perderse entre la gente, pero parecía imposible escaparse de esa penetrante mirada que la incomodaba. _ ¿Sabes quién es ese hombre que me está mirando como si me desnudara? _ espetó Madelaine sin reparo a Alice _ Nunca lo había visto por aquí. _ Pequeña, ese hombre es Blake Townsend uno de los hombres más ricos del país. Su reputación es bastante cuestionable por no decir de lo peor, lo llaman “el Diablo”, tiene mucho dinero. Dicen que es un gran sinvergüenza y, sobre todo, un mujeriego empedernido _ dijo Alice sonriendo _ Y por cómo te mira, parece que le has gustado y mucho, así que mantente alejada de él, no es bueno caer en sus redes, puede romper tu reputación en segundos. Maddie se encogió de hombros. _ Oh por favor, que mire cuanto quiera _Se tiró su melena hacia atrás _ es muy viejo para mí _ dijo con su habitual tono despectivo y arrogante. _ Ni tan viejo, no debe llegar a los treinta años. Pero claro, tú solo tienes ojos para ese tonto de David Hamilton, que te sigue tratando como a una niña _ sonrió su amiga _ ¡o no se anima a decirte algo por temor a ser rechazado! Maddie se encogió de hombros y siguió caminando, hasta que perdió de vista a Alice que se había quedado junto a su prometido, por un momento meditó en las palabras de su amiga. “¡¿Y si David no se me declara nunca?!” pensó decepcionada cruzándose de brazos “Tengo que pensar en cómo hacer para obligarlo a que lo haga” _ Quisiera saber porque una chica tan hermosa y distinguida, está tan sola y pensativa _ escuchó que le decía una voz grave y masculina _ ¿Acaso no hay un solo caballero que le interese? Ella miró de soslayo hacia su costado, era él. El mismísimo diablo en persona, Blake Townsend. _ Disculpe, ¿Lo conozco? _ le dijo ella arqueando una ceja _ no creo que deba responderle a alguien tan impertinente como usted _ dio la vuelta para irse, pero él la tomó del brazo. _ No me gusta que me falten el respeto, y mucho menos una niña caprichosa _ le dijo clavándole una mirada fría y peligrosa _ no me importa quien sea. Ella sintió que un frío le recorría la espalda, reunió valor soltándose de él. _ Lo siento señor, no me interesa respetar a alguien que tiene una reputación de lo peor _ dijo con desdén, elevando su barbilla mostrándose superior a él _ buenas noches. Blake apretó la mandíbula, lleno de furia y resentimiento mientras veía como Maddie le tomaba el brazo a Charles Erwin para bailar. Su orgullo de macho alfa había sido herido y eso no iba a quedar así. _ M@ldita mocosa del demonio _ musitó él con furia. Y la noche recién comenzaba.Blake estuvo el resto de la velada de malhumor viendo como Maddie, el objeto de su deseo permanecía allí con esa actitud de diva encantadora, bailando y coqueteando con cada hombre que se cruzaba en su camino. Su frustración creció cuando vio la gran sonrisa que ella lanzaba con la llegada de David Hamilton, el heredero perfecto y pulcro, cuyo linaje y reputación contrastaban de manera chocante con su propia esencia rebelde y despreciada por la alta sociedad.Apenas avanzó por el salón, Maddie no se preocupó por disimular su interés en él. _ ¡David! _ le dijo sonriéndole con su mirada centelleante _ creí que ya no vendrías, he estado reservando todos mis bailes para ti. Desde su rincón, Blake apretó los dientes. Cada palabra de Maddie, cada sonrisa dedicada a ese idiota, lo enojaba más.El guapo joven sonrió meneando la cabeza._ Maddie, te dije que vendría ... ¿Cómo podría perderme la oportunidad de bailar con la chica más hermosa de la ciudad? _ le dijo mirándola a los ojos _ te l
Nueva York, 20 de octubre de 1929 Blake estaba en la oficina del club clandestino que poseía, lugar en donde hombres de dudosa reputación y otros de doble moral asistían para saciar cualquier deseo que tuvieran ya fuera beber alcohol (que por esos años era ilegal), estar con mujeres dispuestas a cumplirles cualquier fantasía o jugar cualquier juego de azar. Él tenía el suficiente poder y dinero como para mantener su famoso antro muy bien protegido, la policía como las autoridades pertinentes estaban muy bien pagas como para mirar para otro lado. _ ¿Qué pasa Henry? _ le preguntó a su secretario que venía con cara de frustración _ ¿Alguien murió? El hombre se acercó y le dio una pequeña y fina caja rectangular de terciopelo rojo. _ La señorita Aston ha devuelto este regalo también señor _ dijo con temor el hombre _ le dijo al mensajero que, si sigue molestándola, llamará a la policía. Blake se llenó de furia tomando la caja y tirándola con fuerza contra la pared, golpeó un
Nueva York, 15 de diciembre de 1929 Madelaine Aston estaba devastada. Miró a su inflexible madre, la gran Edith Green de Aston, quien parecía no atender los reclamos desesperados de su hija. Su deber como madre y por ahora jefa de la familia, era defender a como diera lugar, la posición y buen nombre de esta, eso incluía no caer en la ruina total. Su semblante adusto e inflexible lo decía todo; esta vez no le iba a permitir a su hija salirse con la suya. _ ¡No voy a casarme con ese hombre! _ gritó la joven mientras lloraba a mares _ ¡es un ser repugnante me da asco, lo odio! _ No estoy aquí para preguntarte Maddie, solo vine a avisarte para que estes lista _ le dijo la mujer buscando varios vestidos de finísima seda para que su hija se probara _sabes tan bien como yo, que es la única manera de salvar a nuestra familia, ¿Quieres que tu padre termine como todos los demás? ¿Desearías leer en los diarios que se voló los sesos o se tiró de un edificio por no poder soportar la ruina
Nueva York, 31 de diciembre de 1929 Durante las sucesivas semanas, el chisme del compromiso de Blake y Maddie fue la sensación de la alta sociedad. Durante mucho tiempo se habían estado preguntando quien sería, la mujer que conquistaría el corazón de un soltero empedernido como él. A casi nadie le sorprendió que esa chica fuera Maddie ya que era considerada la joven más hermosa de la aristócrata sociedad neoyorquina y porque no, del país. La presentación como pareja oficial la hicieron en la celebración de año nuevo justamente en la mansión de los Aston, quienes, gracias al apoyo económico de su futuro yerno, no había sucumbido como les había sucedido a otros. Obviamente, la fiesta era mucho más sobria y menos ostentosa que la de años anteriores, pero no por eso menos elegante. Edith se había encargado de que todo estuviera perfectamente dispuesto para la presentación de la “glamorosa” pareja. Maddie se había refugiado en la biblioteca, no quería participar de aquel circo.
Nueva York, 15 de marzo 1930. A pesar de los intentos de Madelaine por retrasar la boda, Edith se aseguró de que todo se llevara a cabo cuanto antes. La rápida unión de la pareja se convirtió en el chisme preferido de la alta sociedad neoyorquina, donde todos conocían o suponían las verdaderas razones detrás de ese matrimonio. En esa época y en esos círculos, los matrimonios por conveniencia no eran una novedad, sino una norma, especialmente en tiempos tan inciertos. Madelaine no fue la única en ese ámbito que se sacrificaba en nombre de la familia, pero lo que más sorprendió a todos fue la elección de los Aston, una familia que por parte de Edith se emparentaba con la realeza británica, casaba a su hermosa y única hija con Blake Townsend, un bastardo reconocido por su padre por fuerza mayor, cuyos rumores decían que tenía conexiones con la mafia, eso sí que fue algo muy inesperado. “La bella y noble princesa se casa con el hijo de una prostituta bailarina, y con fama de ser
El elegante y suntuoso salón de baile estaba lleno de risas y festejos. La música flotaba en el aire, cortesía de la orquesta de un músico que comenzaba a hacerse un nombre en los círculos de la alta sociedad, Glenn Miller (*). Su sonido fresco y moderno añadía un toque de sofisticación a la ya opulenta celebración, mientras los invitados se dejaban llevar por las melodías de moda. La hermosa Madelaine, se hallaba sentada en su mesa, sin emitir palabra y viendo toda aquella escena sonriendo con cinismo. _ ¡Todos felices celebrando mi ruinoso y estúpido matrimonio! _ espetó por lo bajo sin dejar de sonreír. Miró hacia todos lados hasta que encontró a su flamante esposo quien, sin duda, estaba disfrutando de la atención que todos le daban. Ahora que estaba emparentado con los Aston ya nadie hablaría cuestionaría su ascendencia. Él elevó sus ojos, mirándola, soltándole una sonrisa fría y sarcástica y ella hizo lo mismo. _ ¡Cínico maldito! _ musitó Maddie _ Tú no tienes idea d
Blake observaba a Maddie desde la distancia, con una sonrisa fría en los labios, pero su interior era un caos de emociones. El verla bailar con Patrick, alguien a quien él había considerado un aliado leal, desató en él una tormenta de celos, pero eso no era todo. Mientras apretaba los puños, sintió un nudo en el estómago, una sensación que no estaba acostumbrado a enfrentar: inseguridad. ¿Y si Maddie, con toda su inteligencia y encanto, lograba escapar de su control? Esa posibilidad lo enfurecía más que la simple idea de otro hombre tocándola. Blake siempre había estado seguro de su poder, de su capacidad para manipular a quienes lo rodeaban, pero ahora, viendo la chispa de desafío en los ojos de su esposa, una chispa que nunca había previsto, comenzó a cuestionar si realmente tenía el control que tanto presumía. Un destello de arrepentimiento cruzó por su mente, pero lo apartó rápidamente. No podía permitirse mostrar debilidad, no aquí, no ahora. Sin embargo, la idea de que su pr
Conforme la fiesta iba a llegando a su culminación, los nervios de Madelaine se hicieron más evidentes. Tenía la certeza de que esa misma noche Blake la forzaría a tener relaciones con él. De solo pensarlo, se le revolvía el estómago, le daba asco imaginárselo acostándose con alguien tan desagradable como Rose Stanton y luego que tratara de tocarla a ella. De manera inconsciente, comenzó a sentir náuseas. _ Alice, por favor acompañame al tocador, no me siento bien _ le rogó a su amiga y cuñada. La otra se alarmó al verla tan pálida y desmejorada. _ Has bebido demasiado, eso sucede. ¿Por qué lo has hecho? _ la reprendió su amiga _ Tú nunca bebes. Es tu noche de bodas, deberías estar bien. Ella esbozó una leve sonrisa. _ Justamente es por eso por lo que bebí, para no recordarlo _ miró hacia atrás para asegurarse que su esposo la viera _ llevame, Alice. Necesito ver a Lidia antes de irme... _ ¿A Lidia? ¿Tu nana? _ la miró perpleja _ ¿Dónde está Lidia? _ Esperándome en el