El elegante y suntuoso salón de baile estaba lleno de risas y festejos. La música flotaba en el aire, cortesía de la orquesta de un músico que comenzaba a hacerse un nombre en los círculos de la alta sociedad, Glenn Miller (*). Su sonido fresco y moderno añadía un toque de sofisticación a la ya opulenta celebración, mientras los invitados se dejaban llevar por las melodías de moda.
La hermosa Madelaine, se hallaba sentada en su mesa, sin emitir palabra y viendo toda aquella escena sonriendo con cinismo. _ ¡Todos felices celebrando mi ruinoso y estúpido matrimonio! _ espetó por lo bajo sin dejar de sonreír. Miró hacia todos lados hasta que encontró a su flamante esposo quien, sin duda, estaba disfrutando de la atención que todos le daban. Ahora que estaba emparentado con los Aston ya nadie hablaría cuestionaría su ascendencia. Él elevó sus ojos, mirándola, soltándole una sonrisa fría y sarcástica y ella hizo lo mismo. _ ¡Cínico maldito! _ musitó Maddie _ Tú no tienes idea de con quien te has metido, me las vas a pagar Blake... Oh si, eso te lo puedo asegurar. Todos decían que Blake era el Diablo, pero pocos conocían el verdadero carácter de Madelaine. Podrían esperar que una socialité como ella, fuera educada para casarse y desarrollar el rol de esposa a la perfección y que ahí todo terminaba para una mujer de su estatus. . Muchas veces había odiado a su hermano por tener oportunidades que ella por ser mujer, no tenía. Hablaba cuatro idiomas a la perfección, tocaba el piano, cantaba y también tomaba clases de pintura, pero su verdadero anhelo ese que secretamente ansiaba era estudiar leyes, algo que su madre siempre había reprobado. Pero ahora, siendo una mujer casada con un hombre que según ella no le iba a prestar la menor atención se le abría una gran oportunidad. Odiaba a Blake, lo despreciaba por todo e incluso lo hizo más aun al momento en el que él la compró como un objeto. Pero analizando toda la situación, tenía varias cosas a favor: dinero, tiempo libre, inteligencia y si era astuta podría conseguir un aliado para lograr su objetivo; nada más y nada menos que a Patrick Stanton. Patrick además de ser un hombre de sociedad, era un excelente y reconocido abogado en Nueva York, si alguien podía asesorarla, ese era él. Así que no pensaba perder tiempo en esa absurda fiesta sino era para su propio beneficio. Cuando se aseguró de que su esposo estaba lo suficientemente entretenido, muy sagazmente se fue acercando al otro hombre quien permanecía abstraído sentado en un rincón mirando como los demás se divertían. Maddie fijó sus ojos en él y pensó porque no estaba con el sequito de obsecuentes que seguían a Blake, se suponía que él era su mejor amigo, entonces ¿Qué hacía allí? _ ¿Qué sucede señor Stanton? _ dijo con voz dulce y suave la joven _ ¿le parece aburrida la fiesta? El hombre parpadeó desviando su mirada hacia Madelaine. No pudo más que admirar la extraordinaria belleza de esa jovencita, quien por alguna razón le estaba hablando, siendo que jamás lo había hecho. _ ¡Señora Townsend! _ dijo con un hilo de voz, tragando saliva. Se levantó inmediatamente de la silla quedando frente a ella. _ Por favor, llámeme, Maddie. Ni por asomo me siento una “Señora” _ dijo despectivamente _ siendo usted el mejor amigo de mi esposo debe saber a la perfección como es que estoy llevando ese espantoso apellido. Patrick se quedó en silencio agachando la cabeza, él conocía la situación a la perfección y hubiera querido decirle a Madelaine que lo que en un principio le había parecido divertido, hoy le parecía una canallada de parte de su amigo. Con el paso de los meses, muchas cosas habían cambiado en su vida. Su padre había fallecido súbitamente y se tuvo que hacer cargo de todo. Parte de su familia había quedado en la ruina entre ellos, su prima Rose; quien no dudó en hacerse amante de Blake para seguir viviendo en la opulencia como siempre. Esas situaciones lo habían orillado a replantearse su relación de amistad con el otro, quien parecía disfrutar de las desgracias de los demás. Los vivaces ojos verdes de Maddie se encendieron como adivinando las emociones que estaban dominando a Patrick, si Blake podía manipular a la gente con su dinero, ella también lo podía hacer, pero desde otro lado. _ Descuide señor Stanton. No se aflija, nada le estoy recriminando a usted, tampoco me importa que su prima sea amante de Blake _ le dijo sonriendo _ Eso nada tiene que ver con usted...Dígame, ya que mi esposo parece no desear bailar conmigo, ¿lo haría usted? ¡Adoro bailar! Aunque sea esta canción... la amo... El tono poderosamente encantador de Madelaine lo estremeció. Ella no parecía ser la jovencita superficial y coqueta que él solía ver en los salones. Parecía más tranquila o quizás como nunca había hablado con ella, solo se guiaba por los comentarios de los demás o los que le hacía Blake, quien siempre se quejaba de las actitudes desdeñosas e infantiles de la joven. _ Si su esposo no pone objeción, con gusto bailaré con usted _ le dijo Patrick sonriendo con amabilidad. “Ay, hombres... son tan previsibles” pensó divertida _ Señor Stanton, Patrick... puedo llamarlo Patrick ¿verdad? _ la osadía de Maddie estaba desorientando al hombre. _ Eh, si... claro que sí _ respondió dubitativo. _ Mi esposo no puede decirme nada... a traído a su amante a nuestra boda, ¿cree que le importará si bailo con usted? Él es el menos indicado para decirme algo, baila conmigo ¿o no? _ Las palabras de Madelaine eran atrevidas, casi impúdicas, revelando verdades que una dama de su estatus debería ocultar. Pero ella se deleitaba en la incomodidad que causaba. Patrick sabía muy bien que si aceptaba se buscaría un gran problema con Blake, pero sino lo hacía, quedaría como un estúpido frente a esa hermosa chica que no era otra cosa más que otra víctima de la ambición y el resentimiento de su mejor amigo. Su decisión fue determinante. _ Pues vamos a bailar Maddie, es un honor para bailar con usted _ dijo tomándole la mano y llevándola a la pista bajo la atenta mirada de todos. Era raro, casi escandaloso, que una mujer casada pidiera bailar a otro hombre que no fuera su esposo. Los murmullos comenzaron a recorrer el salón rápidamente. No pasó mucho tiempo para que llegara a los oídos y luego a los ojos de Blake. En cuanto vio a su amigo y a su esposa juntos, se llenó de celos. Nadie iba a tocarla, Maddie era de él y solo de él. _ Parece que tu princesa, ya encontró con quien bailar _ dijo la sinvergüenza Rose soltando su veneno _ ¡Ay, mi primo baila maravillosamente! _ ¡Callate o te vas de aquí! _ le ordenó el apretando los puños con furia No podía exponerse, no ahí en medio de toda esa gente que por primera vez lo estaba mirando con otros ojos, tenía que pensar con rapidez para alejar a Maddie de Patrick. _ ¿Qué diablos cree que hace Patrick con mi esposa? _ musitó celoso y posesivo _ sabe muy bien que no me gusta que nadie la mire ¡y mucho menos la toque!*Glen Miller (1904-1944) compositor y director de orquesta estadounidense. Su orquesta produjo éxitos icónicos como "In the Mood" y "Moonlight Serenade". Su estilo único y popularidad lo convirtieron en un ícono de la música de la época, influyendo en generaciones de músicos.Blake observaba a Maddie desde la distancia, con una sonrisa fría en los labios, pero su interior era un caos de emociones. El verla bailar con Patrick, alguien a quien él había considerado un aliado leal, desató en él una tormenta de celos, pero eso no era todo. Mientras apretaba los puños, sintió un nudo en el estómago, una sensación que no estaba acostumbrado a enfrentar: inseguridad. ¿Y si Maddie, con toda su inteligencia y encanto, lograba escapar de su control? Esa posibilidad lo enfurecía más que la simple idea de otro hombre tocándola. Blake siempre había estado seguro de su poder, de su capacidad para manipular a quienes lo rodeaban, pero ahora, viendo la chispa de desafío en los ojos de su esposa, una chispa que nunca había previsto, comenzó a cuestionar si realmente tenía el control que tanto presumía. Un destello de arrepentimiento cruzó por su mente, pero lo apartó rápidamente. No podía permitirse mostrar debilidad, no aquí, no ahora. Sin embargo, la idea de que su pr
Conforme la fiesta iba a llegando a su culminación, los nervios de Madelaine se hicieron más evidentes. Tenía la certeza de que esa misma noche Blake la forzaría a tener relaciones con él. De solo pensarlo, se le revolvía el estómago, le daba asco imaginárselo acostándose con alguien tan desagradable como Rose Stanton y luego que tratara de tocarla a ella. De manera inconsciente, comenzó a sentir náuseas. _ Alice, por favor acompañame al tocador, no me siento bien _ le rogó a su amiga y cuñada. La otra se alarmó al verla tan pálida y desmejorada. _ Has bebido demasiado, eso sucede. ¿Por qué lo has hecho? _ la reprendió su amiga _ Tú nunca bebes. Es tu noche de bodas, deberías estar bien. Ella esbozó una leve sonrisa. _ Justamente es por eso por lo que bebí, para no recordarlo _ miró hacia atrás para asegurarse que su esposo la viera _ llevame, Alice. Necesito ver a Lidia antes de irme... _ ¿A Lidia? ¿Tu nana? _ la miró perpleja _ ¿Dónde está Lidia? _ Esperándome en el
Madelaine apenas podía concentrarse en los detalles del ascensor que subía lentamente al piso más alto del Plaza Hotel. Al llegar a la suite, Blake la guio con firmeza hasta la entrada, donde un mayordomo les abrió la puerta y luego se retiró en silencio. La habitación, iluminada por la suave luz de las lámparas de cristal, revelaba un lujo abrumador que solo intensificaba la sensación de encarcelamiento en Madelaine. La suite era un tributo al esplendor de la Belle Époque, con paredes recubiertas en damasco dorado y cortinas de terciopelo color burdeos que caían en cascadas a lo largo de las altas ventanas. En el centro de la suite, la cama con dosel parecía un trono, con sábanas de satén blanco y almohadas bordadas con hilo dorado. Las sutiles fragancias de las flores frescas, dispuestas en jarrones de porcelana sobre las mesas de noche, apenas lograban calmar el nudo en el estómago de Madelaine, todo ese lujo le recordaba el gran precio que estaba pagando al casarse con Blake; su
Poco a poco, los invitados a la boda se fueron yendo al retirarse los novios a su respectiva habitación. Rose Stanton permanecía sentada en su mesa, bebiendo, mirando hacía un punto fijo, como si estuviese perdida en tiempo y espacio. Su primo Patrick se quedó mirándola por un instante, apretó los labios sintiendo compasión por ella. Más de una vez le había dicho que se alejara de Blake, que él no la amaba, ni nunca la amaría, pero ella no quiso escucharlo. _ Ay prima _ dijo poniéndose delante de ella _ ¿Cuándo será el maldito día en el que me escuches? Me he cansado de decírtelo, deja a Blake... deja de hacerte daño. ¿Por qué insististe en venir hoy? ¿Qué esperabas ver? ¿Pensabas que él se iba a arrepentir y no se iba a casar con Madelaine? Dios Rosie, él se obsesionó con ella apenas la vio, estabas ahí esa noche ¡lo viste! Y aun así seguiste persiguiéndolo. Ella trató de mirarlo, pero apenas podía hacerlo. Sus lagrimas corrían sin control por sus mejillas. _ Tú... tú no lo ent
Mientras tanto, la pareja de recién casados estaba en la habitación tratando de disfrutar su noche de bodas, al menos Blake, quien no podía esperar en poseer a su hermosa y sensual esposa, ¡la deseaba tanto! ya ni siquiera recordaba que se había casado para someterla y darle una lección de humildad. Madelaine sonreía mientras bebía la copa de champaña, debía asegurarse de que su esposo tomara por completo la bebida. Una vez que el hombre lo hizo, él dejó la copa y se fue sobre ella besándola con pasión. _ Ya basta _ le dijo mientras se sacaba la ropa que aún tenía puesta _ Ahora si serás completamente mía. En un minuto solo se quedó con su ropa interior, Maddie lo miró de arriba abajo, tuvo que admirar con asombro el esbelto y fornido cuerpo de su esposo, era un hombre tan hermoso, tan deseable y sin embargo se negaba a estar con él. Simplemente no dejaría que ese animal hiciera con ella lo que quisiera, aún cuando internamente su cuerpo reaccionaba a las caricias y besos de
Maddie tenía que montar un escenario creíble, pensó bien las cosas antes de actuar impulsivamente. Si le decía o le hacía creer que habían hecho algo, estaba más que segura que por la forma en que Blake le había hablado, no dudaría un instante en cumplir lo que le había dicho. Hubo un tiempo que no se tomaba en serio a ese hombre, pero algo de todo lo que le había dicho (y de la forma en que lo había hecho) la intimidó. _ Si supiera lo que hice, es capaz de ir contra mi padre... No puedo creer la tontería que acabo de hacer _ suspiró tocándose la sien _ piensa Maddie... ¡piensa! _ miró a su alrededor _ ¡sí, eso haré! _ lo miró él estaba totalmente inerte, se acercó para asegurarse que respiraba _ Lo único que me falta es enviudar en mi noche de bodas ...aunque _ se llevó el dedo a la barbilla _ no estaría tan mal, sería su legítima heredera y me sacaría a este lastre de encima, lo que se dice; mataría dos pájaros de un tiro _ sonrió como una niña haciendo travesuras _ Dios, estoy p
Madelaine lo miró con preocupación mientras se desperezaba. Frunció el ceño y parpadeó un instante. Apretó sus puños como una manera de decantar toda la ansiedad que aquella situación le estaba provocando, mentir y disimular no eran su punto fuerte, pero parecía que desde ahora eso sería algo que le ayudaría a sobrellevar su espantosa vida junto a ese impresentable hombre. _ Oh Blake, ¡al fin despertaste! _ lo miró a los ojos con pesar _ me asusté tanto anoche, creí que tendría que llamar al médico, pero después supuse que haber bebido demasiado te había jugado una mala pasada _ sonrió con inocencia _ Parecía que estabas muy bien al principio, pero luego de repente dijiste que te sentías mal y te desmayaste... o te quedaste dormido, no lo sé...¿de verdad no lo recuerdas? Ya sabes, estábamos a punto de... bueno, ya no importa ahora, tú me entiendes ¿no? Lo importante es que despertaste y que te sientas mejor. Ella se asombró de su dote actoral, para su sorpresa descubrió que tení
Continuar el gran teatro a Maddie comenzó a pesarle. Era evidente que Blake estaba furioso y frustrado por no encontrarle explicación a lo que le había sucedido. Mientras escuchaba detrás de la puerta del baño, vociferar maldiciones a su esposo, su cuerpo se estremecía de una manera frenética. Y fue allí donde recordó las palabras de su cuñada; había cometido la peor de las estupideces solo por su capricho de no querer entregarse a ese hombre. _ Fui una inconsciente, si de todas maneras eso tarde o temprano tendrá que suceder _ dijo temerosa _ solo que... ¿Por qué tiene que ser todo como él quiere? _ dijo apretando sus puños _ ¡él no es mi dueño, ni yo soy un objeto! Respiró hondo y salió mostrando su aire insolente y soberbio. Tenía que ser fuerte y mostrarle a su esposo de que ella no le tenía miedo y que tampoco había hecho nada. Pero al salir, se encontró con que él no estaba en la habitación. _ ¿Y ahora donde se fue? _ se preguntó mirando hacia todos lados. Se encogió de