Capítulo 6 El día de la boda

Nueva York, 15 de marzo 1930.

A pesar de los intentos de Madelaine por retrasar la boda, Edith se aseguró de que todo se llevara a cabo cuanto antes. La rápida unión de la pareja se convirtió en el chisme preferido de la alta sociedad neoyorquina, donde todos conocían o suponían las verdaderas razones detrás de ese matrimonio. En esa época y en esos círculos, los matrimonios por conveniencia no eran una novedad, sino una norma, especialmente en tiempos tan inciertos.

Madelaine no fue la única en ese ámbito que se sacrificaba en nombre de la familia, pero lo que más sorprendió a todos fue la elección de los Aston, una familia que por parte de Edith se emparentaba con la realeza británica, casaba a su hermosa y única hija con Blake Townsend, un bastardo reconocido por su padre por fuerza mayor, cuyos rumores decían que tenía conexiones con la mafia, eso sí que fue algo muy inesperado.

“La bella y noble princesa se casa con el hijo de una prostituta bailarina, y con fama de ser el diablo en persona... todo por dinero”, murmuraban entre copas de champaña, preguntándose qué clase de vida le aguardaba ahora a la futura señora Townsend.

El lugar elegido había sido el majestuoso Hotel Plaza, que mostraba su opulencia en sus elegantes detalles ornamentales y su entrada con grandes puertas de cristal y mármol dorado que acentuaban su estatus de lujo.

Mientras la mayoría estaban atravesando grandes problemas económicos, a Blake no le interesaba otra cosa que mostrar el dinero y el poder que tenía, ante la gente que lo desechaba por su descendencia. Y ahora, que contraía matrimonio con la hija de la aristocrática e histórica familia Aston, de alguna manera su estatus ante esa mirada crítica y desdeñosa mejoraba de manera considerable ganándose el respeto de muchos, gracias a sus suegros.

Los distinguidos asistentes esperaban en el lujoso salón decorado con tapicerías de seda y muebles de época a que la novia llegara, la aludida estaba en una de las habitaciones sintiendo tanta angustia que apenas la dejaba respirar.

Madelaine estaba vestida con un elegante traje de novia que reflejaba la opulencia del evento, pero en su interior, solo sentía una opresión en el pecho, por primera vez en su vida, estaba menospreciando el lujo y el dinero.

_ Estás hermosa hija _ le dijo Edith muy emocionada _ estoy segura de que no habrá novia más bella que tú en todo Nueva York.

La joven arqueó una ceja.

_ Ahorrate tus absurdos comentarios madre... tú sabes bien que me caso obligada, que no amo a ese hombre ni jamás lo haré _ la miró llena de furia y congoja _ Me has vendido a ese demonio como si fuese una res para ser llevada al matadero. Preferiría casarme con un sapo que con ese imbécil.

Edith hizo como sino la escuchara evitándole la mirada para luego ir retirándose lentamente.

_ Tú padre vendrá en un momento _ dijo tragando saliva, siendo ella presa de su propia angustia _ Maddie, algún día quizás me entiendas y puedas perdonarme. Gracias a ese hombre nuestra familia no ha caído en desgracia. Sincerate de una vez contigo misma, tú no hubieses soportado vivir en la miseria, aunque ahora no lo quieras aceptar, te he hecho un gran favor.

La mujer cerró la puerta tras de sí, tapándose la boca con la mano para que su hija no escuchara sus sollozos, a ella tampoco le agradaba Blake, como Madelaine, también lo consideraba un hombre muy por debajo de ellos, pero sopesando las cosas era necesario sacrificar a su hija para salvar a toda la familia.

La joven esbozó una leve pero marcada sonrisa. ¡Con que facilidad su madre arreglaba todo!

Alice, quien se encontraba allí, la miró con compasión y le ofreció un abrazo silencioso, sabiendo que no había palabras que pudieran aliviar su dolor.

_ No importa lo que pase, siempre tendrás un lugar en nuestra casa _ susurró, y Madelaine simplemente asintió, sintiendo el peso de la decisión que había tomado por su familia.

Ella soltó un resoplido, acomodándose el velo.

_ ¡Que va! _ protestó _ sabes bien que ese hombre nos tiene atados de pies y manos con su maldito dinero, solo lo soportaré por mi padre... su salud es pésima desde que empezó todo esto. Está cada vez peor, me odiaría si algo le pasara ... ya está, ya no hay vuelta atrás. Quizás Rose Stanton y las mujerzuelas que frecuenta, lo mantengan lo suficientemente entretenido como para que no se acerque a mí _ soltó una sonrisa amarga.

Alice la miró con asombro.

_ ¿Tú, sabes lo de Rose? ¿Crees que es verdad? _ interrogó abriendo muy grandes sus ojos.

Madelaine revoleo los ojos.

_ Por favor, medio Manhattan lo sabe. Su familia cayó en desgracia, ¿y quién te crees que la mantiene? _ dijo sonriendo con malicia _ mi bondadoso futuro esposo.

_ ¿Y no te importa ser objeto de burlas en el futuro? Digo... digo, yo me sentiría humillada si tuviese que compartir a tu hermano con otra, ¡no! Corrijo, lo mataría a él y luego a esa zorra.

Madelaine se echó a reír.

_ Ustedes se aman, mi hermano besa el suelo por donde pasas, en cambio yo odio a ese malnacido, lo que haga o deje de hacer me tiene sin cuidado _ sonrió despectivamente _ son tan para cual, lo que no puedo entender es porque no se casó con ella.

_ Porque tú, eres una de las pocas, sino te digo la única, que no ha caído en sus brazos _ bromeó Alice _ no sé qué tiene que lo hace tan irresistible, a ninguna parece importarle lo que él sea.

_ ¡No caí ni caeré! _ afirmó con vehemencia la joven.

El golpe en la puerta las interrumpió.

_ Hija mía ya es hora _ dijo un cansado George entrando _ Estás bellísima...

Ella dibujó una sonrisa forzada, no quería mortificar a su padre, quien siempre había sido su punto débil, pues lo amaba profundamente. Cuando el hombre le ofreció su brazo ella le dio un suave beso en la mejilla, él la miró con sus ojos llenos de lágrimas, ajeno a todo le hizo la gran pregunta:

_ Maddie, ¿tú lo amas?

Ella apretó los labios, apeló a su dote actoral para mentir.

_ Lo amo padre... ¡lo amo!

El hombre sonrió con satisfacción, llevándola del brazo cuando ingresaron al lugar hermosa y finamente decorado, Maddie pudo percibir los poderosos ojos de Blake sobre ella, parecía que prácticamente la estaba desnudando con su mirada. La joven, lo miró desafiante y fría, el mensaje que indirectamente le estaba dando era muy claro; “te desprecio con toda mi alma”

Él esbozó una gran sonrisa cuando George se la entregó.

_ Por fin serás mía _ le susurró mirándola de soslayo.

Ella ni siquiera se molestó en mirarlo, su vista estaba fija hacia adelante.

_ En sus sueños lo seré, maldito sinvergüenza _ le dijo entre dientes.

Blake esbozó una sonrisa sardónica.

¡Cuanto amor que nos tenemos, que divertida será nuestra vida juntos! Ironizó en su mente el hombre.

Madelaine tomó una profunda respiración, sintiendo una gran mezcla de angustia con impotencia, pero como Blake, también tenía una idea de lo que sería su vida de ahí en adelante. Pero inteligencia e ingenio eran algo de lo que la futura señora Townsend no carecía en absoluto. Si iba a ser la esposa del diablo, bien podría aprender a bailar en el infierno.

Felicidades, ¡Que vivan los novios!; la historia recién comienza.

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