Después de dejarlo acostado y abrigado, Melissa va a la cocina y regresa con un poco de agua limpia, un pañito limpio y comienza a limpiar su rostro. El hombre está muy sucio, tiene una mezcla en su rostro de sangre y lodo. Con mucha sutileza, voy descubriendo una piel suave y unas facciones elegantes y refinadas.
Sus labios son muy sensuales, ellos están rodeados por su bigote y barba bien cuidados, lo que le da un toque de masculinidad.
Después de observar cada detalle. A Melissa no le queda ninguna duda de que es, un hombre guapo. Su piel es de color canela, su cabello es negro, liso y sedoso, a pesar de estar sucio. Por su apariencia, Melissa puede pensar que su invitado debe tener como treinta años. Un treintañero guapo, sexy y adinerado.
Melissa no pudo evitar sonreír en señal de burla hacia ella misma. Estaba exhausta, tenía hambre. La calefacción estaba trabajando con deficiencia, por lo que estaba haciendo algo de frio y ahora sus únicos cobertores buenos estaban siendo utilizados por un sexy Dios griego.
Melissa necesitaba acostarse para descansar. Mañana tendría que trabajar y estudiar.
Entonces buscó un cobertor de los viejos para acostarse en el sofá a su lado. Melissa se sentía exhausta, sabía que caería rendida, apenas tocara la cama. Entonces, si duerme en su habitación, no lo escuchará quejarse, ni pedirle ayuda en que sea necesario.
Después de dejarlo lo más cómodo posible. Melissa se acostó y se quedó profundamente dormida de inmediato. Después de algunas horas, Melissa escuchó un ruido o más bien un murmullo.
Ella se levanta y lo observsa. el hombre esta sudando y temblando. mientras balbucea algunas palabras. Pero no se le entienden. Melissa se acerca y le toca la frente, para darse cuenta de que el hombre está delirando de la fiebre. Ella se levanta y camina hacia la cocina y busca una pastilla para la fiebre y un vaso con agua.
Melissa lo despierta y el hombre abre los ojos. Ella se queda hipnotizada por esa mirada penetrante y le enseña la pastilla en su mano. El hombre asiente y levanta un poco su cabeza con dificultad, se toma la pastilla y un poco de agua. Le regala a Melissa una sonrisa cautivadora y vuelve a cerrar los ojos.
Melissa se sienta a su lado y comienza a ponerle pañitos en la frente para ayudarlo a bajarle la fiebre. El hombre estaba despierto, pero en total silencio.
Melissa sonríe al verlo fruncir el ceño, cada vez que siente la humedad del trapo. Afortunadamente, la fiebre cedió y a los pocos minutos el hombre se vuelve a dormir, algo que Melissa le agradece, porque el silencio entre ambos es demasiado incómodo.
Melissa hace lo mismo. Pero esta vez, se acuesta a su lado. Ella roza su cuerpo, pero no se atreve a tocarlo. Su única intención era robarse un poco de su calor. Porque el sistema de calefacción está muy deficiente.
Ella trata de dormirse de nuevo, pero su aroma varonil la envuelve y la hace suspirar. Ella se relaja y se queda profundamente dormida, mientras disfruta de esta sensación de seguridad que él le transmite.
El opaco sol entró por su ventana y Melissa al sentir la claridad intentó levantarse. Pero sintió un peso sobre su cuerpo y sin otra opción, Melissa abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba prisionera en los brazos del apuesto caballero, que se acercó a ella y la abrazó.
Melissa reconoce que este hombre la inquieta y eleva sus niveles de ansiedad al máximo. Ella se siente inexplicablemente atraída por él. Por eso, se levanta rápidamente y me aleja. Afortunadamente, el hombre no se despertó. Entonces ella huyó hacia su habitación y se encerró ahí.
Melissa comienza a expresar sus inquietudes en voz alta.
—Dios mío. Por favor, te pido que este hombre se recupere y siga su camino. Su aroma me embriaga. Mi piel se eriza cada vez que lo toco y su voz varonil me seduce —susurró Melissa, mirando hacia el cielo por la ventana.
Melissa sentía que solo era una tonta ilusión de adolescente, porque ella es consciente de que jamás tendrá oportunidad de estar con un hombre como él. Ella es una chica simple y, aunque antes era muy hermosa, ahora tiene una cicatriz en el rostro que la hace lucir repugnante ante los ojos de mucha gente.
Sí, aunque sea difícil creer, con tan solo veinte años Melissa ha sufrido mucho. Y la cicatriz es un vivo recuerdo de ello.
Mientras tanto, Melissa sale de sus recuerdos y comienza a vestirse rápidamente, porque debe ir a la universidad. Aunque no sabe qué hacer con su invitado, pero está clara de que no puede dejarlo aquí.
Entonces, Melissa salió de su habitación y se sorprendió al verlo despierto. Afortunadamente, él ya se había vestido y estaba sentado en el sofá, con la mirada perdida. Melissa se acercó a él y puso la mano sobre su hombro.
—Buenos días. ¿Cómo te sientes? —le preguntó, manteniendo una distancia prudente.
—Buenos días. Me duele mucho la cabeza. ¿Me puedes decir, qué me pasó?, ¿quién eres tú? Y ¿dónde estoy? —le dijo el hombre, lleno de incertidumbre, mientras miraba despectivamente a su alrededor.
Eso incomodó mucho a Melissa, aunque ella trató de disimularlo. Entonces, ella caminó hacia él y lo confrontó.
—No, creo que te equivoca. Aqui quién las preguntas las hago yo. Entonces dime, ¿quién eres? Y ¿A quién podemos llamar, para que venga por ti?
El hombre, al escuchar a Melissa, se sorprendió. Al parecer, no está acostumbrado a ser tratado así, pero a ella no le importaba.
El hombre miró a Melissa y negó con la cabeza.
—No lo sé. No recuerdo nada, no sé quién soy. Tengo vagos recuerdos de que me estabas curando la herida y después estabas a mi lado abrazándome.
—¿Yo? ¿Abrazándote? Definitivamente, ese golpe te dejó aturdido.
El hombre mostró una sonrisa ladina y le respondió:—No miento e incluso cuando te vi aferrada a mí, pensé que eras mi esposa o algo así.—¿Yo? ¿Tu esposa? Ja, muy gracioso, por lo menos tienes sentido del humor. Pero dime, en serio, ¿a dónde te llevo?, o ¿a quién llamo? Tengo que salir y, como comprenderás, no puedes quedarte aquí.El semblante del hombre cambió y fijó su mirada en ella.—Lo sé y lo entiendo. Es solo que no me gustaría marcharme así. ¿No me pudo quedar? ¿Por lo menos, hasta que me recupere? Prometo no molestar y ayudarte en lo que necesites.—Mira, guapo, voy a ser muy sincera contigo. Yo apenas logro comer dos veces al día con lo que gano. No puedo alimentar a otra persona. Además de que yo no te conozco y, al parecer, ni tú mismo te conoces. Entonces, ¿cómo sé que eres un asesino en serie o algo así?Melissa sentía mucha compasión por el hombre y lamentaba tener que abandonarlo en su estado, pero no era su problema y no cargaría con él.El hombre no pudo evitar son
El hombre sintió mucha calidez en su corazón al oírla tan preocupada por él y decidió aceptar su ayuda.Entonces se levantó, se apoyó en su hombro e inmediatamente volvió a sentarse, al sentirse mareado. Él no había comido nada desde el día anterior y eso comenzaba a afectarlo.Sus pasos eran lentos, el hombre se sentía muy débil y al cruzar la puerta de la casa, sintió el agradable calor, rozando su rostro y le agradeció a Melissa.Melissa lo ayudó a sentarse en el mueble y caminó hacia la cocina. Después de algunos minutos, regresó con una bandeja con panecillos, un chocolate bien caliente y se los ofreció al hombre.—Toma. Debes comer esto, tal vez no te llenes, pero es lo único que tengo.El hombre sin dudarlo, lo recibió y comenzó a comerlo muy despacio, para evitar que le cayera mal.Melissa se alejó de él, para dejarlo comer con tranquilidad.—Come despacio. Ya regreso, déjame ver, si te consigo algo de ropa, para que te cambies esa ropa mojada.—Gracias —le susurró él con la b
Ambos se sentaron en el sofá y a pesar de sus recientes palabras, él se acostó a su lado y ella sin darse cuenta termino acurrucándose cerca de él. Aunque a los pocos minutos él se sentía arrepentido, porque sentir el calor que emana de su piel y su aroma lo excitaban demasiado. Esto que ella despertaba en él, lo asustaba. Pero él no ha tenido sexo desde hace mucho tiempo. Cuando su mujer lo traicionó y la encontró en la cama con su mejor amigo. En un aranque de ira él, los asesinó a los dos. Después de eso, él intentó estar con otras mujeres. Pero no ha logrado excitarse. Los recuerdos de su mujer y su amigo en la cama lo perturban cada vez que está con una mujer. Según su médico, el problema no es físico sino psicológico. Al parecer se trata de un bloqueo mental, por el trauma de ese momento. Pero con el tiempo su cuerpo volverá a reaccionar.Por eso, él está desconcertado, porque esta niña ha logrado despertar en él lo que ninguna otra mujer, con mejores curvas, ha podido. Su er
Minutos después, Melissa salió vestida para ir a la universidad. Vicent, al verla, frunció el ceño y se acercó a ella.—Señorita, ¿es necesario ponerse tan hermosa para salir? —le preguntó mientras la tomaba de la mano y la hacía girar para apreciar mejor su atuendo.Melissa solo modelaba para él, como un acto inocente, antes de golpearlo levemente en el hombro.—Payaso. Deja de burlarte de mí.—¿Burlarme? No hay nada de eso en mis palabras. Eres muy hermosa y muy sensual. Cualquier hombre quisiera tenerte a su lado. —le confesó Vicent, mirándola fijamente a los ojos, para ver su reacción. Pero Melissa solo soltó su mano con disimulo para caminar hasta la cocina y abrir el refrigerador.—¡Oh! Aquí no hay nada para desayunar. Comeré algo en la universidad. ¿Qué harás tú? ¿Lograste recordar algo? —le preguntaba ella mientras recogía sus cuadernos y los metía en su bolso.—No, pero no te preocupes, después lo resolveré. ¿Qué te parece si te invito a desayunar?Melissa le sonrió y negó co
Ellos entraron juntos al sencillo restaurante y Melissa podía sentir la mirada de la gente encima de ella. Pero en esta ocasión no era una mirada de burla, sino de compasión. Ella podía leer en la expresión de las personas que si ella no tuviese esa cicatriz fuesen la pareja perfecta.Melissa era una chica de buena estatura, su cuerpo estaba muy bien formado y su rostro era muy hermoso. Su cabello era rubio y largo hasta el hombro y sus ojos eran azules, su nariz era perfecta y sus labios eran la cereza de la seducción.Vicent le abrió la silla y la invitó a sentarse, después se agachó a su altura y le dejó un beso en el cuello. Melissa pudo sentir su cuerpo estremecerse con el contacto de los labios de este seductor caballero.Ella trató de disimular el sonrojo en sus mejillas, pero no pasó desapercibido para el caballero que estaba atento frente a ella.El desayuno transcurrió entre risas y miradas coquetas. Vicent no entendía por qué perdía la brújula frente a esta joven chica. Él
Melissa ignoró al chico y se perdió de nuevo en sus pensamientos. Su mirada permanecía fija en la ventana y sus lágrimas salían lentamente de sus ojos.Algunos minutos después, Melissa limpió sus lágrimas y salió del autobús, rumbo a un parque cercano. Ella se sentó cerca de los columpios y observaba a los niños jugar y divertirse. El corazón de Melissa se contrajo al recordar sus tardes infantiles, donde sus padres la llevaban al parque a comer helados y alimentar a los peces.Melissa lloraba sin parar al recordar a sus padres. Ellos eran un contador y una enfermera que la amaron con todo su corazón, hasta que la desgracia la alcanzó desafortunadamente murieron en un fatal accidente automovilístico, cuando ella tenía doce años.Ese día venían de regreso de un maravilloso viaje a la playa y un conductor ebrio que quiso adelantarlos, los sacó del camino, el padre de Melissa trató de controlar el auto, pero comenzó a girar en círculos y otro carro los embistió, haciéndolos caer por un b
Melissa subió al taxi y en el camino a su casa, comenzó a llover. Ella maldijo internamente y se preparó para mojarse. Porque cuando salió huyendo del idiota no se llevó su paraguas. Solo espera que él lo haya guardado. El taxista se estacionó lo más cerca posible de la puerta.Melissa después de pagar se bajó corriendo y se sorprendió al llegar a su casa y ver las luces encendidas. Entonces ella se acordó que había dejado su bolso, sus cuadernos, junto a su paraguas. Entonces era evidente para ella que el extraño hombre aún estaba alojado en su casa.Ella estaba nerviosa, no sabía qué hacer, ni que decir. Ese hombre le había confesado que tenía sentimientos hacia ella y era eso lo que la había desestabilizado en el restaurante. Porque, aunque ella quisiera negarlo, ella sentía las mariposas en el estómago e incluso pensaba que en algún momento saldrían por su boca. Pero ni modo ese era su hogar y él era quien debía irse.Melissa se sintió estúpida al tener que tocar su propia puerta.
Melissa salió del baño y se sonrojó al ver a Demetrio parado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente como un depredador al acecho. Él no pudo evitar morder su labio inferior, al mismo tiempo que ella se saboreó los de ella. Ellos se encontraron inmersos en una burbuja romántica, que los incitaba a pecar, pero Melissa no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente. Ella se agarró con fuerza la toalla que cubría su cuerpo y caminó hacia su habitación, cerró su puerta y le pasó el seguro. Demetrio no pudo evitar sonreír al escuchar el ruido del seguro de la puerta. Entonces caminó hasta la cocina y se sentó en el comedor para esperar que Melissa saliera dispuesta a acompañarlo a cenar.Mientras tanto, Melissa se sorprendió al ver una bolsa de regalo al lado de su cama, ella no aguantó la curiosidad y la abrió para sacra el contenido de la bolsa. Era un hermoso vestido de flores y unas hermosas sandalias. En el fondo había una tarjeta que decía “Para Melissa con amor. Te invito a cen