Melissa subió al taxi y en el camino a su casa, comenzó a llover. Ella maldijo internamente y se preparó para mojarse. Porque cuando salió huyendo del idiota no se llevó su paraguas. Solo espera que él lo haya guardado. El taxista se estacionó lo más cerca posible de la puerta.
Melissa después de pagar se bajó corriendo y se sorprendió al llegar a su casa y ver las luces encendidas. Entonces ella se acordó que había dejado su bolso, sus cuadernos, junto a su paraguas. Entonces era evidente para ella que el extraño hombre aún estaba alojado en su casa.
Ella estaba nerviosa, no sabía qué hacer, ni que decir. Ese hombre le había confesado que tenía sentimientos hacia ella y era eso lo que la había desestabilizado en el restaurante. Porque, aunque ella quisiera negarlo, ella sentía las mariposas en el estómago e incluso pensaba que en algún momento saldrían por su boca. Pero ni modo ese era su hogar y él era quien debía irse.
Melissa se sintió estúpida al tener que tocar su propia puerta. Ella tocó con fuerza, pero no recibió respuesta, al parecer el sonido de la lluvia sobre el techo, opacaba sus fuertes toques.
Melissa caminó hacia la ventana tratando de cubrirse de la lluvia y no logro verlo, ni en la sala ni en la cocina. Lo que se resumía que este imbécil estaba en el baño o en su habitación.
Melissa usó su entrada de emergencia. Ella caminó por la parte de atrás, movió un estante con algunas plantas que tenía allí y después derribó unos cartones que estaban en la pared del lavandero. Anteriormente, había una puerta para salir de la casa hasta el tendedero, pero la puerta era de madera y estaba tan deteriorada que ella decidió terminar de tumbarla y colocar unos cartones con algunos obstáculos. Melissa, después de unos largos y fríos minutos, al fin entró a la casa, totalmente empapada.
Ella sintió un delicioso aroma que venía desde la cocina. Ella se acercó y pudo observar que había algo cocinándose en el horno. Su corazón sintió un tipo de tonta emoción, su estómago comenzó a gruñir, pero el resto de su cuerpo comenzó a temblar del frío.
Entonces ella caminó hasta su habitación y al llegar a la puerta su corazón se paralizó. Melissa acercó su oído a la puerta para darse cuenta de que no estaba equivocada. Su corazón se contrajo al oír gemidos y gruñidos, sin dudas este maldito se estaba follando a una mujer en su propia cama.
Los ojos de Melissa se humedecieron, pero ella se limpió las lágrimas que comenzaron a salir y fue por un b**e viejo de madera, que tenía para espantar a los intrusos.
Ella tomó una gran bocanada de aire y abrió la puerta de golpe. El hombre en su cama se sobresaltó y se levantó para caminar hasta ella.
—Melissa por Dios, me asustaste. Pero ¿Cómo entraste? —le preguntó Demetrio (Vicent), acercándose hasta ella y tomándola por la mano para atraerla hacia la cama.
Melissa ignoraba sus palabras, ella estaba incrédula ante la realidad. Él estaba acostado en su cama solo y totalmente vestido. Entonces, ella buscó el origen de esos sonidos obscenos y fijó su mirada en la televisión.
Demetrio siguió su mirada y el b**e en su mano y soltó una pequeña carcajada.
—¿Qué haces aquí? Ya te recuperaste, ahora lárgate de mi casa.
Demetrio negó con la cabeza y se acercó a ella, le quito el b**e y la atrajo hacia él, le acaricio la mejilla, le dio un casto beso en los labios.
—Jamás te haría lo que piensas. Lo que ocurrió fue que se cayó la señal de la televisión y quise ver una película mientras te esperaba y esa era la única que tenía la traviesa en su repertorio. 365 días ¿no?
Melissa no pudo evitar sonrojarse. Necesitaba salir de esta embarazosa situación. Entonces solo lo ignoró y tomo su toalla, para entrar al baño. La película seguía reproduciéndose y esos sonidos obscenos los tenía a los dos incómodos y avergonzados.
Demetrio solo la recorrió con su mirada y la tomó sutilmente por el brazo, para sacarla de la habitación hacia el baño. No era fácil tenerla ahí junto a él, con esa ropa mojada que se pegaba a su cuerpo y a unos centímetros de la cama que lo atraía como un canto de sirena.
—Ve a cambiarte, la cena está casi lista. Después hablaremos de lo que quieras.
Melissa caminó hasta el baño y al cerrar la puerta se miró en el espejo.
—¡Zorra!, morías porque te hiciera suya. —Se reprochaba Melissa así misma, mientras observaba sus mejillas sonrojadas y sus labios rojos de tanto humedecerlos, para controlar sus deseos y retener sus palabras que la amenazaban con escapar de manera imprudente y gritar lo que el corazón le suplicaba decir.
Ella se terminó de quitar la ropa y se metió bajo la ducha. Su cuerpo estaba tan caliente que sentía el choque del agua tibia la hacía estremecerse.
Por otra parte, Demetrio estaba en la cocina tratando de servir la cena. Él había comprado manteles, platos de porcelana, un candelabro con cuatro velas y un florero con unas rosas rojas. Quería confesarle su amor y tratar de comenzar una relación con ella. Aunque lamentablemente no podía decirle su verdadera identidad.
Vicent Santoro era un hombre muy poderoso y por eso tenía muchos enemigos que sin dudarlo vendrían por ella. Además, él tenía una lucha interna. Era evidente que él tenía todos los recursos económicos para hacerle una cirugía y reconstruirle su rostro. Pero él la amaba así y no quería arriesgarse a que otro hombre se la quitara. La vida de Vicent Santoro está llena de peligros, de dolor y de muerte.
Por eso, prefiere ser Demetrio Mancini para ella y mantenerla a salvo. Aunque sabe que la mentira siempre sale a la luz y que puede perderla para siempre.
Melissa salió del baño y se sonrojó al ver a Demetrio parado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente como un depredador al acecho. Él no pudo evitar morder su labio inferior, al mismo tiempo que ella se saboreó los de ella. Ellos se encontraron inmersos en una burbuja romántica, que los incitaba a pecar, pero Melissa no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente. Ella se agarró con fuerza la toalla que cubría su cuerpo y caminó hacia su habitación, cerró su puerta y le pasó el seguro. Demetrio no pudo evitar sonreír al escuchar el ruido del seguro de la puerta. Entonces caminó hasta la cocina y se sentó en el comedor para esperar que Melissa saliera dispuesta a acompañarlo a cenar.Mientras tanto, Melissa se sorprendió al ver una bolsa de regalo al lado de su cama, ella no aguantó la curiosidad y la abrió para sacra el contenido de la bolsa. Era un hermoso vestido de flores y unas hermosas sandalias. En el fondo había una tarjeta que decía “Para Melissa con amor. Te invito a cen
Ella estaba perdida en el deseo, su cerebro estaba embobado por las vibraciones de su cuerpo y ensordecido por los latidos de su corazón. Entonces a ella no le quedó más que dejarse llevar.Demetrio se separó de ella para quitarle el vestido y ella le quitó la camisa. Era fantástico sentir su piel rozar entre ellas. Demetrio hizo un camino de besos hasta su ombligo y ahí se deleitó hasta retirar su panti y comenzar a devorar su zona sensible.Melissa sentía que estaba a punto de convulsionar de placer, hasta que se liberó en un delicioso orgasmo. Ella sintió a Demetrio alejarse y se removió en la cama. Obviamente, no estaba satisfecha, pero al ver a Demetrio terminar de quitarse su última prenda y volver a subirse sobre ella. Su corazón volvió a acelerarse. Estaba deseosa, estaba desesperada por ser invadida y sometida por él.—Te amo, Melissa —le susurró Demetrio, mientras iba invadiendo su interior lentamente. Melissa dejó salir un pequeño grito y Demetrio la besó para reprimirlo, p
Ellos comenzaron a amarse de nuevo. Demetrio quería tomar de ella todo lo que pudiese. Quería tatuarse en su piel y en su corazón. Él estaba perdidamente enamorado de ella y quería asegurarse de que ella sentía lo mismo por él.Demetrio una vez más la hizo tocar las nubes, los dos estaban exhaustos y el sudor corría por su cuerpo. Pero sus corazones estaban felices, ambos latían en igual sinfonía y eso los hacía sentir plenos.Demetrio, sin poder evitarlo, acarició la cicatriz de Melissa y ella se alejó de él. Ese inocente acto la hizo volver a su realidad. Una donde ella no tenía derecho a ilusionarse con un Dios griego como él.—No te alejes. No tienes por qué sentir pena. Eres hermosa, te lo he dicho muchas veces. Melissa, eres mi mujer ahora y quiero conocer tu historia, quiero saber quién se atrevió a lastimar a un ser de luz, tan puro e inocente como tú.Melissa soltó el aire retenido, ella entendió que si iban a comenzar su vida juntos, debían ser transparente el uno con el otr
»Entonces, decidí desaparecer de ese lugar. Tomé mi cartera y mi celular, me compré algo de ropa y tomé un autobús para esta ciudad. Por supuesto, que no fui a ningún cirujano. El poco dinero que había en mi cuenta se estaba acabando y así fue como termine aquí. Estudiando y trabajando para sobrevivir.Melissa se limpiaba las lágrimas, cada vez que hacía una pausa, y el corazón de Demetrio estaba ardiendo de la ira. Pero esto no se quedaría así, él jura que tomara venganza, por lo que le hicieron a su mujer en el pasado.Demetrio la abrazó y le juro que más nunca vivirá con carencias. Incluso él se levantó con ella en los brazos y la llevó al baño.—Voy a llegar tarde a clases, señor Mancini.Demetrio sonrió al oírla llamarlo así.—¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó Demetrio a Melissa, mientras le presionaba contra la pared e invadía nuevamente su interior.Melissa emitió un gemido al sentirse llena y solo asintió con la cabeza, porque su voz saldría entrecortada.—Gracias, me hac
—Ja, ja, ja. Maldito Idiota. Rastrea este teléfono y darás conmigo. Necesito que compres a nombre de Demetrio un Penthouse lujoso, en una de las zonas más seguras de la ciudad. Fabiano tienes dos horas para hacerlo, llevaré a mi mujer a almorzar y después iremos a conocer y a estrenar nuestro nuevo nido de amor. Así que mueve el trasero. Y bambino ten cuidado, no sabemos en quién podemos confiar y en quién no. —Lo sé, no te preocupes, estaré atento. Ahora sigue follando y termina de sacar ese gruñón que llevas por dentro. ¡Arrivederci! Los hermanos se despidieron y Demetrio levantó la vista y se sonrió al ver a Melissa caminar directamente hacia él. Melissa, por su parte, estaba totalmente ajena a la mirada penetrante de su marido. Demetrio llevaba unos lentes oscuros que ella no le había visto y el muy descarado se mordía el labio descaradamente, para que ella pudiera imaginar, lo que su boca no quería decir. Melissa se sintió avergonzada, sobre todo al sentir las miradas de las c
Demetrio, sin perder tiempo, comenzó a besarla y a desnudarla. Melissa se sentía plena y amada. Ese hombre había llegado para cambiar su vida y para quedarse a su lado.—Te amo Demetrio —le susurraba ella, mientras le besaba el lóbulo de su oreja. Demetrio cerraba los ojos para disfrutar de esas caricias y esas palabras de amor. El ritmo de Demetrio se aceleraba con cada susurro que escapaba de los labios de su amada.Literalmente él la estaba devorando y ella disfrutaba todo el placer que su marido le daba. Después de derrochar amor y extraer cada gota de energía de su cuerpo, Demetrio la dejó dormir un par de horas. Ella insistía en recoger algunas cosas de su casa.Ella no planeaba ni siquiera entregarla, ella seguiría pagando su arriendo y seguiría manteniendo sus cosas ahí. Ella estaba deslumbrada por todo el lujo que la rodeaba, pero sabe que nada es eterno en el mundo y si bien este hombre estaba poniendo el Penthouse a su nombre, ella estaba más que clara que el día que él dec
Los tortolitos llegaron hasta su nuevo hogar y ya Melissa se había despertado, lo que resulto perfecto para su marido.Ellos bajaron del auto y subieron a su Penthouse. Demetrio, apenas se cerraron las puertas del ascensor, se acercó a su amada y comenzó a besarla. Melissa estaba muy receptiva, porque amaba a ese hombre, pero también por las copas de champán que habían tenido un efecto afrodisiaco en ella.El sonido del ascensor le indicó que habían llegado a su piso y Demetrio, sin perder tiempo, la levantó en sus brazos para llevarla hacia el interior de su hogar.La puerta se cerró detrás de ellos y llegaron al sofá entre tropiezos, caricias y besos. Todas sus prendas comenzaron a quedar esparcidas por el suelo. Ellos estaban tan deseosos que ni siquiera llegaron a la cama. Demetrio la acostó en el sofá y ahí mismo comenzó a tocar y a besar cada rincón de su cuerpo.Melissa estaba ligeramente embriagada por las copas de champán, por lo cual estaba muy receptiva a todo ese placer qu
Demetrio no podía disimular que se sentía feliz, su corazón saltaba de alegría. Los dos únicos invitados se fueron y Demetrio, apenas escuchó la puerta cerrarse, se abalanzó sobre su esposa. Demetrio la atrajo hacia él y comenzó a besarla, mientras le quitaba el vestido. Él no quería ni siquiera esperar llegar a la habitación, todo lo contrario, la acostó en el sofá y la dejo acostado. Melissa se encontraba jadeante y notablemente excitada. Demetrio se alejó de ella y fue a la mesa del pastel, cortó un buen pedazo y lo colocó en el plato. —No me gusta el dulce, pero haré una excepción. —le dijo su marido, con una mirada pervertida, mientras tomaba un poco de la crema del pastel y la untaba en los labios de su esposa. Así, poco a poco, fue llenando su cuello y lamiendo cada rastro de la dulce crema. Después la desnudo y ahí se deleitó. Melissa podía sentir esa lengua traviesa en lo más profundo de su ser. Cada rincón de su cuerpo fue cubierto de pastel y limpiado por su esposo. Ell