Melissa ignoró al chico y se perdió de nuevo en sus pensamientos. Su mirada permanecía fija en la ventana y sus lágrimas salían lentamente de sus ojos.
Algunos minutos después, Melissa limpió sus lágrimas y salió del autobús, rumbo a un parque cercano. Ella se sentó cerca de los columpios y observaba a los niños jugar y divertirse. El corazón de Melissa se contrajo al recordar sus tardes infantiles, donde sus padres la llevaban al parque a comer helados y alimentar a los peces.
Melissa lloraba sin parar al recordar a sus padres. Ellos eran un contador y una enfermera que la amaron con todo su corazón, hasta que la desgracia la alcanzó desafortunadamente murieron en un fatal accidente automovilístico, cuando ella tenía doce años.
Ese día venían de regreso de un maravilloso viaje a la playa y un conductor ebrio que quiso adelantarlos, los sacó del camino, el padre de Melissa trató de controlar el auto, pero comenzó a girar en círculos y otro carro los embistió, haciéndolos caer por un barranco. Su padre murió instantáneamente por el impacto del otro auto, su madre agonizó un par de días hasta que también falleció y Melissa tuvo una fractura en un brazo y también sufrió una contusión cerebral que la mantuvo inconsciente por un mes.
Cuando al fin ella reaccionó, se encontró sola en un cuarto de hospital. El médico la revisó y después de confirmar su estado de salud. Le informó que su único pariente, estaba por llegar.
Melissa sintió su cuerpo estremecerse al escuchar decirle su “único pariente” quedaba implícito en esa frase que sus padres habían muerto. Melissa comenzó a llorar desconsoladamente, porque jamás se imaginó que perdería a sus padres a tan temprana edad. Además, sentía un mal presentimiento al pensar que su tía, Macarena, quedaría a cargo de ella. Esa mujer era hermana de su padre, pero tenía un aura oscura y siempre la trataba mal a espaldas de su padre.
En ese momento, la puerta se abre y llega el doctor acompañado de aquella mujer hermosa, de porte elegante, y la abraza. La mujer la consuela por la muerte de sus padres y le ofrece su mano para levarla a vivir con ella.
Melissa estaba renuente, pero era solo una pequeña niña de doce años y su tía era su única tutora legalmente, por lo tanto, no tuvo otra opción que irse a vivir con ella.
De regreso en la actualidad…
Melissa seguía sentada en esa banca y un leve golpe con una pelota, la hizo desvanecer todos esos recuerdos dolorosos y ella lo agradecía mucho, porque esa no era nada triste comparada con el resto de su triste historia.
Melissa tomó la pelota y observó a un niño que venía corriendo detrás de ella.
—Perdón por golpearte —le dijo el pequeño, mientras bajó su cabeza apenado.
Melissa le regaló una tierna sonrisa y se acercó a él.
—No te preocupes pequeño. Ten tu pelota y sigue jugando. —le dijo Melissa extendiéndole las manos con la pelota.
El pequeño levantó la mirada hacia ella y le sonrió, antes de tomar su pelota y correr de regreso hasta donde estaban sus amigos.
Melissa volvió a sentarse y observó su reloj. Eran las tres de la tarde. Melissa se levantó sorprendida al ver que habían trascurrido más de cuatro horas desde que llegó a ese lugar. Pero ella no quería marcharse, quería pensar que ese tal Demetrio Mancini había salido de su vida para siempre.
Melissa se maldecía mentalmente por haberse hecho ilusiones con este extraño. Aunque en su defensa diría que la soledad en la que ha vivido todos estos años la han hecho sentir un poco ermitaña y la compañía de este hombre y sus constantes halagos la habían hecho sentir muy especial.
Las horas siguieron pasando, Melissa se levantó y se acercó a un carrito de comida que estaba a unos pocos pasos de ella y se compró un hot dog con un refresco. Su estómago ha comenzado a gruñirle, pero no quería regresar aún. De verdad que estar en ese lugar y escuchar las risas de los niños, la había ayudado a aliviar su sufrimiento. Por eso, quería permanecer ahí un poco más.
Después de comer, fue por un helado y observó el ambiente del parque cambiar drásticamente. Los niños comenzaron a recoger sus pertenecías y a caminar hacia la salida. Después el parque estuvo algunos minutos en un breve silencio, mientras que el personal se encargaba de la limpieza, retiraban la basura de los pequeños contenedores y regaban las plantas.
Melissa observó la hora en su reloj y ya eran las seis de la tarde. Era increíble darse cuenta de que tenía más de ocho horas en ese lugar y lo más increíble es que aún se negara a irse. Pero ella comenzó a escuchar voces y pasos de la gente, acercarse de nuevo. Una sonrisa se dibujó en su rostro, al darse cuenta de que otra vez tendría compañía, pero esa sonrisa duró poco hasta que algunas parejas comenzaron a acercarse. Ella se sintió totalmente fuera de lugar y decidió que era hora de marcharse.
Melissa comenzó a caminar hacia la salida, ella aceleró sus pasos y antes de salir miró al interior del parque y se entristeció al ver la atmosfera romántica que había envuelto el lugar. Definitivamente, ese lugar ya no la hacía sentir cómoda. Entonces terminó salir de ahí y se revisó los bolsillos, para ver si tenía suficiente dinero para pagar un taxi.
Ya estaba extrañando la soledad de su hogar, así que no quería tener que subir a un autobús y rodearse de gente. Entonces sonrió al sacar los cien dólares que el idiota le había dado y se acercó hasta la avenida para tomar un taxi.
Melissa subió al taxi y en el camino a su casa, comenzó a llover. Ella maldijo internamente y se preparó para mojarse. Porque cuando salió huyendo del idiota no se llevó su paraguas. Solo espera que él lo haya guardado. El taxista se estacionó lo más cerca posible de la puerta.Melissa después de pagar se bajó corriendo y se sorprendió al llegar a su casa y ver las luces encendidas. Entonces ella se acordó que había dejado su bolso, sus cuadernos, junto a su paraguas. Entonces era evidente para ella que el extraño hombre aún estaba alojado en su casa.Ella estaba nerviosa, no sabía qué hacer, ni que decir. Ese hombre le había confesado que tenía sentimientos hacia ella y era eso lo que la había desestabilizado en el restaurante. Porque, aunque ella quisiera negarlo, ella sentía las mariposas en el estómago e incluso pensaba que en algún momento saldrían por su boca. Pero ni modo ese era su hogar y él era quien debía irse.Melissa se sintió estúpida al tener que tocar su propia puerta.
Melissa salió del baño y se sonrojó al ver a Demetrio parado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente como un depredador al acecho. Él no pudo evitar morder su labio inferior, al mismo tiempo que ella se saboreó los de ella. Ellos se encontraron inmersos en una burbuja romántica, que los incitaba a pecar, pero Melissa no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente. Ella se agarró con fuerza la toalla que cubría su cuerpo y caminó hacia su habitación, cerró su puerta y le pasó el seguro. Demetrio no pudo evitar sonreír al escuchar el ruido del seguro de la puerta. Entonces caminó hasta la cocina y se sentó en el comedor para esperar que Melissa saliera dispuesta a acompañarlo a cenar.Mientras tanto, Melissa se sorprendió al ver una bolsa de regalo al lado de su cama, ella no aguantó la curiosidad y la abrió para sacra el contenido de la bolsa. Era un hermoso vestido de flores y unas hermosas sandalias. En el fondo había una tarjeta que decía “Para Melissa con amor. Te invito a cen
Ella estaba perdida en el deseo, su cerebro estaba embobado por las vibraciones de su cuerpo y ensordecido por los latidos de su corazón. Entonces a ella no le quedó más que dejarse llevar.Demetrio se separó de ella para quitarle el vestido y ella le quitó la camisa. Era fantástico sentir su piel rozar entre ellas. Demetrio hizo un camino de besos hasta su ombligo y ahí se deleitó hasta retirar su panti y comenzar a devorar su zona sensible.Melissa sentía que estaba a punto de convulsionar de placer, hasta que se liberó en un delicioso orgasmo. Ella sintió a Demetrio alejarse y se removió en la cama. Obviamente, no estaba satisfecha, pero al ver a Demetrio terminar de quitarse su última prenda y volver a subirse sobre ella. Su corazón volvió a acelerarse. Estaba deseosa, estaba desesperada por ser invadida y sometida por él.—Te amo, Melissa —le susurró Demetrio, mientras iba invadiendo su interior lentamente. Melissa dejó salir un pequeño grito y Demetrio la besó para reprimirlo, p
Ellos comenzaron a amarse de nuevo. Demetrio quería tomar de ella todo lo que pudiese. Quería tatuarse en su piel y en su corazón. Él estaba perdidamente enamorado de ella y quería asegurarse de que ella sentía lo mismo por él.Demetrio una vez más la hizo tocar las nubes, los dos estaban exhaustos y el sudor corría por su cuerpo. Pero sus corazones estaban felices, ambos latían en igual sinfonía y eso los hacía sentir plenos.Demetrio, sin poder evitarlo, acarició la cicatriz de Melissa y ella se alejó de él. Ese inocente acto la hizo volver a su realidad. Una donde ella no tenía derecho a ilusionarse con un Dios griego como él.—No te alejes. No tienes por qué sentir pena. Eres hermosa, te lo he dicho muchas veces. Melissa, eres mi mujer ahora y quiero conocer tu historia, quiero saber quién se atrevió a lastimar a un ser de luz, tan puro e inocente como tú.Melissa soltó el aire retenido, ella entendió que si iban a comenzar su vida juntos, debían ser transparente el uno con el otr
»Entonces, decidí desaparecer de ese lugar. Tomé mi cartera y mi celular, me compré algo de ropa y tomé un autobús para esta ciudad. Por supuesto, que no fui a ningún cirujano. El poco dinero que había en mi cuenta se estaba acabando y así fue como termine aquí. Estudiando y trabajando para sobrevivir.Melissa se limpiaba las lágrimas, cada vez que hacía una pausa, y el corazón de Demetrio estaba ardiendo de la ira. Pero esto no se quedaría así, él jura que tomara venganza, por lo que le hicieron a su mujer en el pasado.Demetrio la abrazó y le juro que más nunca vivirá con carencias. Incluso él se levantó con ella en los brazos y la llevó al baño.—Voy a llegar tarde a clases, señor Mancini.Demetrio sonrió al oírla llamarlo así.—¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó Demetrio a Melissa, mientras le presionaba contra la pared e invadía nuevamente su interior.Melissa emitió un gemido al sentirse llena y solo asintió con la cabeza, porque su voz saldría entrecortada.—Gracias, me hac
—Ja, ja, ja. Maldito Idiota. Rastrea este teléfono y darás conmigo. Necesito que compres a nombre de Demetrio un Penthouse lujoso, en una de las zonas más seguras de la ciudad. Fabiano tienes dos horas para hacerlo, llevaré a mi mujer a almorzar y después iremos a conocer y a estrenar nuestro nuevo nido de amor. Así que mueve el trasero. Y bambino ten cuidado, no sabemos en quién podemos confiar y en quién no. —Lo sé, no te preocupes, estaré atento. Ahora sigue follando y termina de sacar ese gruñón que llevas por dentro. ¡Arrivederci! Los hermanos se despidieron y Demetrio levantó la vista y se sonrió al ver a Melissa caminar directamente hacia él. Melissa, por su parte, estaba totalmente ajena a la mirada penetrante de su marido. Demetrio llevaba unos lentes oscuros que ella no le había visto y el muy descarado se mordía el labio descaradamente, para que ella pudiera imaginar, lo que su boca no quería decir. Melissa se sintió avergonzada, sobre todo al sentir las miradas de las c
Demetrio, sin perder tiempo, comenzó a besarla y a desnudarla. Melissa se sentía plena y amada. Ese hombre había llegado para cambiar su vida y para quedarse a su lado.—Te amo Demetrio —le susurraba ella, mientras le besaba el lóbulo de su oreja. Demetrio cerraba los ojos para disfrutar de esas caricias y esas palabras de amor. El ritmo de Demetrio se aceleraba con cada susurro que escapaba de los labios de su amada.Literalmente él la estaba devorando y ella disfrutaba todo el placer que su marido le daba. Después de derrochar amor y extraer cada gota de energía de su cuerpo, Demetrio la dejó dormir un par de horas. Ella insistía en recoger algunas cosas de su casa.Ella no planeaba ni siquiera entregarla, ella seguiría pagando su arriendo y seguiría manteniendo sus cosas ahí. Ella estaba deslumbrada por todo el lujo que la rodeaba, pero sabe que nada es eterno en el mundo y si bien este hombre estaba poniendo el Penthouse a su nombre, ella estaba más que clara que el día que él dec
Los tortolitos llegaron hasta su nuevo hogar y ya Melissa se había despertado, lo que resulto perfecto para su marido.Ellos bajaron del auto y subieron a su Penthouse. Demetrio, apenas se cerraron las puertas del ascensor, se acercó a su amada y comenzó a besarla. Melissa estaba muy receptiva, porque amaba a ese hombre, pero también por las copas de champán que habían tenido un efecto afrodisiaco en ella.El sonido del ascensor le indicó que habían llegado a su piso y Demetrio, sin perder tiempo, la levantó en sus brazos para llevarla hacia el interior de su hogar.La puerta se cerró detrás de ellos y llegaron al sofá entre tropiezos, caricias y besos. Todas sus prendas comenzaron a quedar esparcidas por el suelo. Ellos estaban tan deseosos que ni siquiera llegaron a la cama. Demetrio la acostó en el sofá y ahí mismo comenzó a tocar y a besar cada rincón de su cuerpo.Melissa estaba ligeramente embriagada por las copas de champán, por lo cual estaba muy receptiva a todo ese placer qu