Melissa salió del baño y se sonrojó al ver a Demetrio parado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente como un depredador al acecho. Él no pudo evitar morder su labio inferior, al mismo tiempo que ella se saboreó los de ella.
Ellos se encontraron inmersos en una burbuja romántica, que los incitaba a pecar, pero Melissa no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente. Ella se agarró con fuerza la toalla que cubría su cuerpo y caminó hacia su habitación, cerró su puerta y le pasó el seguro.
Demetrio no pudo evitar sonreír al escuchar el ruido del seguro de la puerta. Entonces caminó hasta la cocina y se sentó en el comedor para esperar que Melissa saliera dispuesta a acompañarlo a cenar.
Mientras tanto, Melissa se sorprendió al ver una bolsa de regalo al lado de su cama, ella no aguantó la curiosidad y la abrió para sacra el contenido de la bolsa. Era un hermoso vestido de flores y unas hermosas sandalias. En el fondo había una tarjeta que decía “Para Melissa con amor. Te invito a cenar”.Melissa no pudo evitar que su corazón latiera con emoción. Ella sabía que estaba jugando un juego peligroso, pero estaba dispuesta a arriesgarse. Tal vez este hombre solo quería despedirse de ella y mostrarse agradecido.
Pero Melissa ni se imaginaba lo equivocada que estaba, las intenciones de Demetrio con ella eran más que serias.
Ella se vistió y salió de la habitación, caminó hasta el comedor y ahí se encontró con Demetrio terminando de servir la cena. Él le abrió la silla y le hizo señas para que se sentara frente a él.
El rico olor de la comida envolvió a Melissa. Ella se sentó bajo la mirada seductora de Demetrio.
—Espero que te guste, la hice con mucho cariño.
—Muchas gracias, no debiste molestarte. —le respondió Melissa, totalmente intimidada, por la presencia de este sexy y seductor macho alfa.
Los dos comenzaron a cenar en silencio y Melissa no pudo evitar gemir al probar el delicioso bocado que había metido en su boca.
—¡Hum! ¡Esto es una delicia! —exclamó Melissa, mientras tomaba una servilleta para limpiarse los labios, con un gesto inocente que dejó embobado a Demetrio.
Él que no dudó en relamer sus labios y también tomar una servilleta para limpiarse y tratar de disimular esa expresión de pervertido que se había dibujado en su rostro.
—Me alegra que te haya gustado, lo hice pensando en ti. Creo que por eso me quedo como tú. —le dijo Demetrio fijando su mirada en ella.
Mientras que Melissa, totalmente sonrojada, comenzó a toser.
Demetrio se levantó hacia ella y le dio por la espalda, con la intención de ayudarla a salir del ahogo. Melissa tomó un sorbo de agua y se recuperó.
Después del pequeño percance, ellos terminaron de cenar y Melissa se levantó para recoger todos los platos y limpiar la cocina juntos. Ella pensaba que había llegado el momento de despedirse, ella tenía intenciones de irse a dormir en su recámara, pero Demetrio entró con ella a su habitación y puso una melodía romántica y la invitó a bailar.
Melissa quería negarse, pero su cuerpo solo respondía a las órdenes de Demetrio. Él tomó las dos manos de Melissa y se las colocó alrededor de su cuello, mientras él la tomaba con fuerzas por la cintura. Ellos se movían al ritmo del compás. La música era romántica, por lo tanto, los movimientos eran lentos y suaves.
No había pasos ni nada, solo dos cuerpos rozándose levemente mientras uno se embriaga con el olor del otro y viceversa.
—Te amo. —le susurró Demetrio al oído y ella se alejó de él para mirarlo a los ojos.
—Porque simplemente no te marchas. Continúa con tu vida y olvídate de mí.
Demetrio sintió una punzada en su corazón y la apretó con fuerza contra su pecho, antes de susurrarle al oído.—Porque alejarme de ti, sería lo mismo que morir. Acabas de salvarme la vida. Ahora es tuya, te pertenece, por lo tanto. Yo soy tuyo, ahora no puedes abandonarme.
El corazón de Melissa se estremeció al oír esas palabras, ella tampoco quería seguir negando todos los sentimientos que este hombre despertaba en ella.
Entonces ella, sin mediar palabras, se acercó a él y lo besó.
Demetrio, al sentir la lengua de Melissa invadir su boca, la tomó por la nuca y profundizó el beso. Literalmente ellos se estaban devorando. Demetrio aprovechó de acariciar la piel de la espalda de Melissa que estaba expuesta por el descote de su vestido. Ellos disfrutaron de ese sutil contacto. Hasta que entre besos y caricias la llevó hasta la cama.
Melissa solo sintió su cuerpo caer sobre el suave colchón y sintió ese hombre subirse sobre ella. Demetrio continuó besándola hasta que bajo a su cuello, ahí dejó un par de besos y bajó las tiras de su vestido para apoderarse de sus senos.
Demetrio no estaba dispuesto a detenerse. Ni Melissa en condiciones de detenerlo, ellos eran adultos y querían saciar el deseo que habían reprimido por varios días.
Demetrio estaba avanzando poco a poco, pero estaba lleno de ansiedad, pensando que, en algún momento, Melissa lo detendría, pero ella estaba tan excitada como él y estaba dispuesta a seguir hasta el final.
Melissa emitió un pequeño gemido al sentir la humedad de la lengua de Demetrio, rozar el valle de sus senos y posteriormente devorar cada una de sus hermosas montañas.
Ella estaba perdida en el deseo, su cerebro estaba embobado por las vibraciones de su cuerpo y ensordecido por los latidos de su corazón. Entonces a ella no le quedó más que dejarse llevar.Demetrio se separó de ella para quitarle el vestido y ella le quitó la camisa. Era fantástico sentir su piel rozar entre ellas. Demetrio hizo un camino de besos hasta su ombligo y ahí se deleitó hasta retirar su panti y comenzar a devorar su zona sensible.Melissa sentía que estaba a punto de convulsionar de placer, hasta que se liberó en un delicioso orgasmo. Ella sintió a Demetrio alejarse y se removió en la cama. Obviamente, no estaba satisfecha, pero al ver a Demetrio terminar de quitarse su última prenda y volver a subirse sobre ella. Su corazón volvió a acelerarse. Estaba deseosa, estaba desesperada por ser invadida y sometida por él.—Te amo, Melissa —le susurró Demetrio, mientras iba invadiendo su interior lentamente. Melissa dejó salir un pequeño grito y Demetrio la besó para reprimirlo, p
Ellos comenzaron a amarse de nuevo. Demetrio quería tomar de ella todo lo que pudiese. Quería tatuarse en su piel y en su corazón. Él estaba perdidamente enamorado de ella y quería asegurarse de que ella sentía lo mismo por él.Demetrio una vez más la hizo tocar las nubes, los dos estaban exhaustos y el sudor corría por su cuerpo. Pero sus corazones estaban felices, ambos latían en igual sinfonía y eso los hacía sentir plenos.Demetrio, sin poder evitarlo, acarició la cicatriz de Melissa y ella se alejó de él. Ese inocente acto la hizo volver a su realidad. Una donde ella no tenía derecho a ilusionarse con un Dios griego como él.—No te alejes. No tienes por qué sentir pena. Eres hermosa, te lo he dicho muchas veces. Melissa, eres mi mujer ahora y quiero conocer tu historia, quiero saber quién se atrevió a lastimar a un ser de luz, tan puro e inocente como tú.Melissa soltó el aire retenido, ella entendió que si iban a comenzar su vida juntos, debían ser transparente el uno con el otr
»Entonces, decidí desaparecer de ese lugar. Tomé mi cartera y mi celular, me compré algo de ropa y tomé un autobús para esta ciudad. Por supuesto, que no fui a ningún cirujano. El poco dinero que había en mi cuenta se estaba acabando y así fue como termine aquí. Estudiando y trabajando para sobrevivir.Melissa se limpiaba las lágrimas, cada vez que hacía una pausa, y el corazón de Demetrio estaba ardiendo de la ira. Pero esto no se quedaría así, él jura que tomara venganza, por lo que le hicieron a su mujer en el pasado.Demetrio la abrazó y le juro que más nunca vivirá con carencias. Incluso él se levantó con ella en los brazos y la llevó al baño.—Voy a llegar tarde a clases, señor Mancini.Demetrio sonrió al oírla llamarlo así.—¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó Demetrio a Melissa, mientras le presionaba contra la pared e invadía nuevamente su interior.Melissa emitió un gemido al sentirse llena y solo asintió con la cabeza, porque su voz saldría entrecortada.—Gracias, me hac
—Ja, ja, ja. Maldito Idiota. Rastrea este teléfono y darás conmigo. Necesito que compres a nombre de Demetrio un Penthouse lujoso, en una de las zonas más seguras de la ciudad. Fabiano tienes dos horas para hacerlo, llevaré a mi mujer a almorzar y después iremos a conocer y a estrenar nuestro nuevo nido de amor. Así que mueve el trasero. Y bambino ten cuidado, no sabemos en quién podemos confiar y en quién no. —Lo sé, no te preocupes, estaré atento. Ahora sigue follando y termina de sacar ese gruñón que llevas por dentro. ¡Arrivederci! Los hermanos se despidieron y Demetrio levantó la vista y se sonrió al ver a Melissa caminar directamente hacia él. Melissa, por su parte, estaba totalmente ajena a la mirada penetrante de su marido. Demetrio llevaba unos lentes oscuros que ella no le había visto y el muy descarado se mordía el labio descaradamente, para que ella pudiera imaginar, lo que su boca no quería decir. Melissa se sintió avergonzada, sobre todo al sentir las miradas de las c
Demetrio, sin perder tiempo, comenzó a besarla y a desnudarla. Melissa se sentía plena y amada. Ese hombre había llegado para cambiar su vida y para quedarse a su lado.—Te amo Demetrio —le susurraba ella, mientras le besaba el lóbulo de su oreja. Demetrio cerraba los ojos para disfrutar de esas caricias y esas palabras de amor. El ritmo de Demetrio se aceleraba con cada susurro que escapaba de los labios de su amada.Literalmente él la estaba devorando y ella disfrutaba todo el placer que su marido le daba. Después de derrochar amor y extraer cada gota de energía de su cuerpo, Demetrio la dejó dormir un par de horas. Ella insistía en recoger algunas cosas de su casa.Ella no planeaba ni siquiera entregarla, ella seguiría pagando su arriendo y seguiría manteniendo sus cosas ahí. Ella estaba deslumbrada por todo el lujo que la rodeaba, pero sabe que nada es eterno en el mundo y si bien este hombre estaba poniendo el Penthouse a su nombre, ella estaba más que clara que el día que él dec
Los tortolitos llegaron hasta su nuevo hogar y ya Melissa se había despertado, lo que resulto perfecto para su marido.Ellos bajaron del auto y subieron a su Penthouse. Demetrio, apenas se cerraron las puertas del ascensor, se acercó a su amada y comenzó a besarla. Melissa estaba muy receptiva, porque amaba a ese hombre, pero también por las copas de champán que habían tenido un efecto afrodisiaco en ella.El sonido del ascensor le indicó que habían llegado a su piso y Demetrio, sin perder tiempo, la levantó en sus brazos para llevarla hacia el interior de su hogar.La puerta se cerró detrás de ellos y llegaron al sofá entre tropiezos, caricias y besos. Todas sus prendas comenzaron a quedar esparcidas por el suelo. Ellos estaban tan deseosos que ni siquiera llegaron a la cama. Demetrio la acostó en el sofá y ahí mismo comenzó a tocar y a besar cada rincón de su cuerpo.Melissa estaba ligeramente embriagada por las copas de champán, por lo cual estaba muy receptiva a todo ese placer qu
Demetrio no podía disimular que se sentía feliz, su corazón saltaba de alegría. Los dos únicos invitados se fueron y Demetrio, apenas escuchó la puerta cerrarse, se abalanzó sobre su esposa. Demetrio la atrajo hacia él y comenzó a besarla, mientras le quitaba el vestido. Él no quería ni siquiera esperar llegar a la habitación, todo lo contrario, la acostó en el sofá y la dejo acostado. Melissa se encontraba jadeante y notablemente excitada. Demetrio se alejó de ella y fue a la mesa del pastel, cortó un buen pedazo y lo colocó en el plato. —No me gusta el dulce, pero haré una excepción. —le dijo su marido, con una mirada pervertida, mientras tomaba un poco de la crema del pastel y la untaba en los labios de su esposa. Así, poco a poco, fue llenando su cuello y lamiendo cada rastro de la dulce crema. Después la desnudo y ahí se deleitó. Melissa podía sentir esa lengua traviesa en lo más profundo de su ser. Cada rincón de su cuerpo fue cubierto de pastel y limpiado por su esposo. Ell
Los recién casados al fin se despidieron con un largo beso y un fuerte abrazo antes de salir por la puerta hacia el estacionamiento. Demetrio le dio otro beso a Melissa y antes de irse le dio una tarjeta de banco para cubrir sus gastos. Ella la tomó gustosa y se regresó a su hogar. Ella se sintió muy triste y sola, pero sabía que era lo que había aceptado. Su esposo regresaría en un mes. Mientras tanto, Demetrio subió a su auto y se sentó al lado de su hermano Fabiano. —Hiciste lo correcto Vicent, aunque no lo sientas así. Vicent dio un largo suspiro y encendió un cigarrillo. Mientras le respondió a su hermano. —Lo sé, pero eso no quiere decir que no me moleste dejarla sola. Un silencio agradable se apoderó del ambiente del auto y los hermanos terminaron su viaje solo disfrutando de sus cigarrillos e inhalando uno el humo del otro. Algunos minutos después, el gran Vicent Santoro subió a su jet privado para regresar a su vida de lujos, mafias y poder. Mientras tanto, Melissa se r