Ella estaba perdida en el deseo, su cerebro estaba embobado por las vibraciones de su cuerpo y ensordecido por los latidos de su corazón. Entonces a ella no le quedó más que dejarse llevar.
Demetrio se separó de ella para quitarle el vestido y ella le quitó la camisa. Era fantástico sentir su piel rozar entre ellas. Demetrio hizo un camino de besos hasta su ombligo y ahí se deleitó hasta retirar su panti y comenzar a devorar su zona sensible.
Melissa sentía que estaba a punto de convulsionar de placer, hasta que se liberó en un delicioso orgasmo. Ella sintió a Demetrio alejarse y se removió en la cama. Obviamente, no estaba satisfecha, pero al ver a Demetrio terminar de quitarse su última prenda y volver a subirse sobre ella. Su corazón volvió a acelerarse. Estaba deseosa, estaba desesperada por ser invadida y sometida por él.
—Te amo, Melissa —le susurró Demetrio, mientras iba invadiendo su interior lentamente. Melissa dejó salir un pequeño grito y Demetrio la besó para reprimirlo, porque si en verdad no era virgen, hace muchos años que no tenía intimidad.
Demetrio, por su parte, se sintió profundamente satisfecho al sentir la estrechez de su amada. Él, sin dejarla recuperarse, comenzó a moverse con mucha sutileza. Un vaivén de placer los envolvió y después él comenzó a moverse con mucha fuerza. Melissa podía sentir toda esa pasión y esa necesidad con la cual él la embestía y se sintió feliz. Era más que evidente que él lo estaba disfrutando tanto como ella.
Unos gruñidos se escucharon y ella entendió que él estaba por liberarse. Ella lo besó y llegaron juntos al clímax. Demetrio se dejó caer a su lado, para recuperar el aire. Definitivamente, que para el sexo él estaba fuera.
—Te amo. —le dijo Melissa. Sin darse cuenta de que esas palabras, se escaparon de los labios de Melissa y Demetrio se levantó para verla directo a los ojos.
—¿Qué dijiste? Repítelo —le dijo él, con un tono demandante, tratando de ocultar la emoción de sus ojos.
Melissa soltó una pequeña risita y negó con la cabeza. Pero Demetrio volvió a subirse sobre ella y la aprisionó contra el colchón y podía sentir su notoria erección.
—Está bien, está bien. Te amo y, aunque quiera, no puedo negarlo. Me gusta estar contigo, me gusta sentirte cerca y ahora me gusta cómo me haces el amor y cómo recorres mi piel.
Demetrio sonrió complacido y volvió a invadir el interior de su amada, mientras le susurraba muchos “te amo” en el oído. Ellos volvieron a fundirse en uno solo y a amarse sin reservas.
En esta oportunidad, Melissa tomó el control y cabalgó a Demetrio, dejándolo loco de placer. Ella lo sentía gruñir debajo de ella y él se aferraba a sus gemelas, para darle mayor satisfacción a su amada.
—Grrrrr. ¡Eres grandiosa! ¡Eres mi adicción! —exclamó Demetrio antes de dejarla caer sobre su pecho.
Melissa se quedó acurrucada en el pecho de su amado, él la abrazó y con la otra tomó la colcha para cubrirse con ella.
Al día siguiente, el sol entró por su ventana y, aunque Demetrio quería levantarse para hacer el desayuno, estaba prisionero debajo del cuerpo de su amada. Él observó su reloj y marcaba las siete y veinte. Entonces comenzó a besarla en las mejillas y ella comenzó a moverse encima de él.
—Vamos, princesa, si sigues moviéndote así. No respondo de mí —le susurró al oído, pero para su sorpresa, la chica traviesa usó su mano para guiar su erección hacia ella y los dos volvieron a unirse en uno solo.
Demetrio esta vez se giró y la dejó caer sobre el colchón, para subirse sobre ella y comenzar a embestirla con mucha pasión.
Unos minutos más tarde, ellos volvieron a tocar el cielo y después continuaron en la ducha. Demetrio trataba de buscar la comodidad en ese diminuto baño. Entonces entendió que no podían seguir viviendo así.
Él quería formar un hogar con ella, pero jamás traería a sus hijos al mundo en un lugar como este. Entonces terminaron de ducharse y salieron juntos hasta la habitación.
—Melissa, quiero que vivamos juntos. Quiero que seas mi mujer. Yo tengo que regresar a Italia porque mi jefe me necesita a su lado, mi trabajo es muy demandante. Vicent Santoro es muy posesivo con sus empleados, por eso no quiero llevarte conmigo. Sería muy cruel sacarte de tu entorno para dejarte sola en un departamento.
—Entonces, ¿quieres que me quede aquí?
—No es que quiera amor, si dependiera de mí, te traería conmigo, pero mi trabajo es muy peligroso y no quiero exponerte a ningún peligro. Amor, cuando me encontraste, yo fui víctima de un atentado y al principio no te mentí, no recordaba nada. Pero después recordé que soy Demetrio Mancini, el contador y mano derecha del mafioso italiano Vicent Santoro, soy la sombra de ese hombre y no he regresado, porque me enamoré de ti y quiero esperar algunos días más para contactarlo, quiero disfrutarte un poco más, mi pequeña. Apenas lo llame, él mandará a buscarme y tendré que irme.
—Entonces, ¿cómo y cuándo estaremos juntos? —le preguntó Melissa con un rastro de decepción en su rostro, mientras se vestía para salir para la universidad.
—Yo viajaré cada vez que pueda, tal vez dos o tres meses al mes, y estaré contigo por dos o tres días. Es lo más que puedo ofrecerte por ahora, pero trataré de llevarte conmigo cuando termines la universidad y estés lista para cambiar de vida. ¿Te parece?
Melissa asintió y lo abrazó, ella se aferró a su cuerpo. Mientras, Demetrio la besó en los labios y le juró amor eterno.
Ellos comenzaron a amarse de nuevo. Demetrio quería tomar de ella todo lo que pudiese. Quería tatuarse en su piel y en su corazón. Él estaba perdidamente enamorado de ella y quería asegurarse de que ella sentía lo mismo por él.Demetrio una vez más la hizo tocar las nubes, los dos estaban exhaustos y el sudor corría por su cuerpo. Pero sus corazones estaban felices, ambos latían en igual sinfonía y eso los hacía sentir plenos.Demetrio, sin poder evitarlo, acarició la cicatriz de Melissa y ella se alejó de él. Ese inocente acto la hizo volver a su realidad. Una donde ella no tenía derecho a ilusionarse con un Dios griego como él.—No te alejes. No tienes por qué sentir pena. Eres hermosa, te lo he dicho muchas veces. Melissa, eres mi mujer ahora y quiero conocer tu historia, quiero saber quién se atrevió a lastimar a un ser de luz, tan puro e inocente como tú.Melissa soltó el aire retenido, ella entendió que si iban a comenzar su vida juntos, debían ser transparente el uno con el otr
»Entonces, decidí desaparecer de ese lugar. Tomé mi cartera y mi celular, me compré algo de ropa y tomé un autobús para esta ciudad. Por supuesto, que no fui a ningún cirujano. El poco dinero que había en mi cuenta se estaba acabando y así fue como termine aquí. Estudiando y trabajando para sobrevivir.Melissa se limpiaba las lágrimas, cada vez que hacía una pausa, y el corazón de Demetrio estaba ardiendo de la ira. Pero esto no se quedaría así, él jura que tomara venganza, por lo que le hicieron a su mujer en el pasado.Demetrio la abrazó y le juro que más nunca vivirá con carencias. Incluso él se levantó con ella en los brazos y la llevó al baño.—Voy a llegar tarde a clases, señor Mancini.Demetrio sonrió al oírla llamarlo así.—¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó Demetrio a Melissa, mientras le presionaba contra la pared e invadía nuevamente su interior.Melissa emitió un gemido al sentirse llena y solo asintió con la cabeza, porque su voz saldría entrecortada.—Gracias, me hac
—Ja, ja, ja. Maldito Idiota. Rastrea este teléfono y darás conmigo. Necesito que compres a nombre de Demetrio un Penthouse lujoso, en una de las zonas más seguras de la ciudad. Fabiano tienes dos horas para hacerlo, llevaré a mi mujer a almorzar y después iremos a conocer y a estrenar nuestro nuevo nido de amor. Así que mueve el trasero. Y bambino ten cuidado, no sabemos en quién podemos confiar y en quién no. —Lo sé, no te preocupes, estaré atento. Ahora sigue follando y termina de sacar ese gruñón que llevas por dentro. ¡Arrivederci! Los hermanos se despidieron y Demetrio levantó la vista y se sonrió al ver a Melissa caminar directamente hacia él. Melissa, por su parte, estaba totalmente ajena a la mirada penetrante de su marido. Demetrio llevaba unos lentes oscuros que ella no le había visto y el muy descarado se mordía el labio descaradamente, para que ella pudiera imaginar, lo que su boca no quería decir. Melissa se sintió avergonzada, sobre todo al sentir las miradas de las c
Demetrio, sin perder tiempo, comenzó a besarla y a desnudarla. Melissa se sentía plena y amada. Ese hombre había llegado para cambiar su vida y para quedarse a su lado.—Te amo Demetrio —le susurraba ella, mientras le besaba el lóbulo de su oreja. Demetrio cerraba los ojos para disfrutar de esas caricias y esas palabras de amor. El ritmo de Demetrio se aceleraba con cada susurro que escapaba de los labios de su amada.Literalmente él la estaba devorando y ella disfrutaba todo el placer que su marido le daba. Después de derrochar amor y extraer cada gota de energía de su cuerpo, Demetrio la dejó dormir un par de horas. Ella insistía en recoger algunas cosas de su casa.Ella no planeaba ni siquiera entregarla, ella seguiría pagando su arriendo y seguiría manteniendo sus cosas ahí. Ella estaba deslumbrada por todo el lujo que la rodeaba, pero sabe que nada es eterno en el mundo y si bien este hombre estaba poniendo el Penthouse a su nombre, ella estaba más que clara que el día que él dec
Los tortolitos llegaron hasta su nuevo hogar y ya Melissa se había despertado, lo que resulto perfecto para su marido.Ellos bajaron del auto y subieron a su Penthouse. Demetrio, apenas se cerraron las puertas del ascensor, se acercó a su amada y comenzó a besarla. Melissa estaba muy receptiva, porque amaba a ese hombre, pero también por las copas de champán que habían tenido un efecto afrodisiaco en ella.El sonido del ascensor le indicó que habían llegado a su piso y Demetrio, sin perder tiempo, la levantó en sus brazos para llevarla hacia el interior de su hogar.La puerta se cerró detrás de ellos y llegaron al sofá entre tropiezos, caricias y besos. Todas sus prendas comenzaron a quedar esparcidas por el suelo. Ellos estaban tan deseosos que ni siquiera llegaron a la cama. Demetrio la acostó en el sofá y ahí mismo comenzó a tocar y a besar cada rincón de su cuerpo.Melissa estaba ligeramente embriagada por las copas de champán, por lo cual estaba muy receptiva a todo ese placer qu
Demetrio no podía disimular que se sentía feliz, su corazón saltaba de alegría. Los dos únicos invitados se fueron y Demetrio, apenas escuchó la puerta cerrarse, se abalanzó sobre su esposa. Demetrio la atrajo hacia él y comenzó a besarla, mientras le quitaba el vestido. Él no quería ni siquiera esperar llegar a la habitación, todo lo contrario, la acostó en el sofá y la dejo acostado. Melissa se encontraba jadeante y notablemente excitada. Demetrio se alejó de ella y fue a la mesa del pastel, cortó un buen pedazo y lo colocó en el plato. —No me gusta el dulce, pero haré una excepción. —le dijo su marido, con una mirada pervertida, mientras tomaba un poco de la crema del pastel y la untaba en los labios de su esposa. Así, poco a poco, fue llenando su cuello y lamiendo cada rastro de la dulce crema. Después la desnudo y ahí se deleitó. Melissa podía sentir esa lengua traviesa en lo más profundo de su ser. Cada rincón de su cuerpo fue cubierto de pastel y limpiado por su esposo. Ell
Los recién casados al fin se despidieron con un largo beso y un fuerte abrazo antes de salir por la puerta hacia el estacionamiento. Demetrio le dio otro beso a Melissa y antes de irse le dio una tarjeta de banco para cubrir sus gastos. Ella la tomó gustosa y se regresó a su hogar. Ella se sintió muy triste y sola, pero sabía que era lo que había aceptado. Su esposo regresaría en un mes. Mientras tanto, Demetrio subió a su auto y se sentó al lado de su hermano Fabiano. —Hiciste lo correcto Vicent, aunque no lo sientas así. Vicent dio un largo suspiro y encendió un cigarrillo. Mientras le respondió a su hermano. —Lo sé, pero eso no quiere decir que no me moleste dejarla sola. Un silencio agradable se apoderó del ambiente del auto y los hermanos terminaron su viaje solo disfrutando de sus cigarrillos e inhalando uno el humo del otro. Algunos minutos después, el gran Vicent Santoro subió a su jet privado para regresar a su vida de lujos, mafias y poder. Mientras tanto, Melissa se r
Pero la mujer, tenía lágrimas en sus ojos y no estaba dispuesta a darse por vencida. Entonces sacó de su bolso una foto de un niño de cinco años. El pequeño en realidad estaba en sillas de ruedas y era la misma imagen de Vicent. El hombre furioso tomó la foto y se fijó en cada rasgo del rostro del pequeño y sin dudas este niño llevaba su sangre. Vicent Santoro agarró a la mujer por el cuello y la sacudió, hasta dejarla casi inconsciente. —Trae al niño a la mansión y si es mi hijo, se quedará conmigo. Pero en cuanto a ti. No quiero volver a verte. —le dijo Vicent, soltándola bruscamente de su agarre y haciéndola caer al piso nuevamente. —No, Vicent Jr. es mi hijo y no te dejaré quitármelo. —le gritó la madre furiosa, pero Vicent Santoro no conocía la piedad y entonces la tomo por el cabello y la arrojo en el sofá. Para después afianzar su agarre y sacudirle la cabeza. —¿Y qué es lo que quieres? ¿Qué vivamos juntos? ¿Qué seamos una familia feliz? —le preguntaba Vicent hablándole muy