Una brisa fría que recorre las solitarias y oscuras calles de Canadá azota sin compasión el cuerpo de una joven chica.
La joven friolenta que se abre paso en la espesa neblina es Melissa Travis. Que, como siempre, camina de regreso a su casa, después de una extenuante jornada de trabajo. Su semblante es triste y su mirada está fija en la punta de sus pies. Vigilando cada paso que da en el húmedo pavimento. Ella se lamenta de su mala suerte, porque el frío invierno hace que todos se refugien en sus casas y son muy pocos los que salen hasta el Bar Restaurante donde ella trabaja, lo que suma otro problema a su lista. Uno que inevitablemente le afectará mucho. La falta de propinas.
Lo poco que recibió solo le alcanzó para comprar un pan dulce. Ella necesita calmar su estómago que aún se queja del hambre.
En realidad, su salario solo alcanza lo gasta en pagar el arriendo y sus estudios. Y el dinero de las propinas es exclusivamente para comprar sus alimentos.
Pero, al parecer, el invierno se adelantó este año sin previo aviso. Lo que dejó a las familias más vulnerables sin provisiones.
Afortunadamente, en el restaurante Melissa se lleva muy bien con todos sus compañeros y cuando los ayuda a fregar los platos, ellos le permiten comer las sobras de algunos clientes. Por lo general, son mujeres refinadas que comen muy poco para mantener una buena figura.
Después de repasar su pésimo día, Melissa sigue caminando. Hasta que escuchó un leve gemido. Melissa se asusta porque con la neblina no puede ver muy bien.
Entonces ella decide acelerar el paso, su intención es llegar rápido a su casa. Pero el gemido se transforma en una voz ronca y débil, que ruega por auxilio.
La chica decide ignorarlo y da dos pasos más para alejarse.
—Ayu-yu-yuda. Mu-mu-muero de-el fri-frio.
La chica maldijo su mala suerte. Era evidente que el hombre había detectado su presencia y la convertía en su última esperanza. Melissa maldijo su buen corazón y decidió acercarse, pero sus pasos eran lentos, debía ser cautelosa. En realidad, no sabía si de verdad el hombre necesitaba ayuda o si era una trampa para atacarla.
Melissa divisa el bulto recostado del contenedor de la basura. Ahí se ve vagamente la silueta de un hombre, que está sentado y que tiene una mano en su cabeza. Como tratando de mantener presión en la herida.
Ella termina de acercarse y ve la sangre bajar lentamente por la sien del hombre, pasando por el lóbulo de su oreja y goteando en su cabeza.
Su ropa, aunque está muy sucia, mostraba evidencias de que en algún momento era un traje elegante.
Melissa se agachó frente a él y vio la palidez en sus labios y la ausencia de brillo en sus ojos.
“Este hombre está muriendo” —pensó Melissa.Miles de pensamientos pasaron por su cabeza, pero el “huye de aquí” y “déjalo aquí” eran los más comunes. Pero el hombre la miró directamente a los ojos, y la súplica y la desesperanza se reflejaban en ellos.
—Maldita sea —susurró Melissa, antes de decidir ayudarlo.
Ella hace una revisión rápida y confirma que tiene una herida en la cabeza. Ella trató de ayudarlo a levantarse y el hombre con sus pocas fuerzas se apoya en su hombro. El cuerpo del hombre se mueve por inercia y cada paso va acompañado de un gemido. Su andar es tan lento que no han avanzado nada y ya Melissa siente que colapsará. Después de algunos minutos más, ella siente un gran alivio al ver que están muy cerca de su casa, pero cuando trata de sacar su llave para abrir la puerta. El hombre se desmaya.
—¡No puede ser! —exclamó Melissa, al no poder evitar que el hombre se cayera de lleno al piso.
Ella lo siente mucho, pero todo el peso del hombre cayó sobre ella y, aunque trató de sostenerlo, no pudo hacerlo. Melissa trató de calmarse, abrió la puerta y con mucho esfuerzo lo arrastró hacia adentro y lo dejó tirado en el suelo, cerró la puerta y caminó hacia su habitación, para encender la calefacción.
Poco después regresó con una almohada, una colchoneta y el único cobertor grueso que tenía. Tendió todo al lado del hombre y lo volteó con fuerza hasta que logró acostarlo ahí.
Después caminó hasta la cocina y buscó un pequeño botiquín médico.
Melissa se acerca a él y revisa su herida. Toma una mota de algodón y lo humedece con alcohol para limpiar la herida, pero primero se vio obligada a cortarle un poco de cabello para tener mejor acceso a la herida.
Cuando Melissa ve la herida, se sorprende. Es muy profunda y la sangre sale continuamente. Después de limpiarla bien, saca la aguja y un hilo especial y poco a poco le sutura la herida. Afortunadamente, ella fue criada por una enfermera y la mujer le enseñó algunas técnicas de primeros auxilios.
Después de terminar, Melissa le cubre la herida con una gasa y coloca su cabeza despacio sobre la almohada.
En ese momento, el hombre comienza a temblar y Melissa lo abriga con otro cobertor, pero sabe que no tiene caso. La ropa del hombre está húmeda y él no sobrevivirá si ella no lo desnuda.
Entonces, ella comienza por quitarle los zapatos, la camisa y puede ver algunos tatuajes, después continúa con el pantalón. El hombre era tan pesado que a Melissa le provocaba cortarle toda la ropa con las tijeras. Pero después, cuando él reaccionara, no tendría nada que ponerse.
Melissa se sentía agotada. Ella, antes de encontrarse con él, venía exhausta de su trabajo y su único anhelo era llegar a su casa y dejarse caer en su tibia cama. Pero ahora, había tenido que usar todas sus reservas de energía para acostar, atender y después desnudar a este hombre. Sin mencionar que los dos únicos cobertores que tenía, los estaba usando él.
Después de dejarlo acostado y abrigado, Melissa va a la cocina y regresa con un poco de agua limpia, un pañito limpio y comienza a limpiar su rostro. El hombre está muy sucio, tiene una mezcla en su rostro de sangre y lodo. Con mucha sutileza, voy descubriendo una piel suave y unas facciones elegantes y refinadas.Sus labios son muy sensuales, ellos están rodeados por su bigote y barba bien cuidados, lo que le da un toque de masculinidad.Después de observar cada detalle. A Melissa no le queda ninguna duda de que es, un hombre guapo. Su piel es de color canela, su cabello es negro, liso y sedoso, a pesar de estar sucio. Por su apariencia, Melissa puede pensar que su invitado debe tener como treinta años. Un treintañero guapo, sexy y adinerado.Melissa no pudo evitar sonreír en señal de burla hacia ella misma. Estaba exhausta, tenía hambre. La calefacción estaba trabajando con deficiencia, por lo que estaba haciendo algo de frio y ahora sus únicos cobertores buenos estaban siendo utili
El hombre mostró una sonrisa ladina y le respondió:—No miento e incluso cuando te vi aferrada a mí, pensé que eras mi esposa o algo así.—¿Yo? ¿Tu esposa? Ja, muy gracioso, por lo menos tienes sentido del humor. Pero dime, en serio, ¿a dónde te llevo?, o ¿a quién llamo? Tengo que salir y, como comprenderás, no puedes quedarte aquí.El semblante del hombre cambió y fijó su mirada en ella.—Lo sé y lo entiendo. Es solo que no me gustaría marcharme así. ¿No me pudo quedar? ¿Por lo menos, hasta que me recupere? Prometo no molestar y ayudarte en lo que necesites.—Mira, guapo, voy a ser muy sincera contigo. Yo apenas logro comer dos veces al día con lo que gano. No puedo alimentar a otra persona. Además de que yo no te conozco y, al parecer, ni tú mismo te conoces. Entonces, ¿cómo sé que eres un asesino en serie o algo así?Melissa sentía mucha compasión por el hombre y lamentaba tener que abandonarlo en su estado, pero no era su problema y no cargaría con él.El hombre no pudo evitar son
El hombre sintió mucha calidez en su corazón al oírla tan preocupada por él y decidió aceptar su ayuda.Entonces se levantó, se apoyó en su hombro e inmediatamente volvió a sentarse, al sentirse mareado. Él no había comido nada desde el día anterior y eso comenzaba a afectarlo.Sus pasos eran lentos, el hombre se sentía muy débil y al cruzar la puerta de la casa, sintió el agradable calor, rozando su rostro y le agradeció a Melissa.Melissa lo ayudó a sentarse en el mueble y caminó hacia la cocina. Después de algunos minutos, regresó con una bandeja con panecillos, un chocolate bien caliente y se los ofreció al hombre.—Toma. Debes comer esto, tal vez no te llenes, pero es lo único que tengo.El hombre sin dudarlo, lo recibió y comenzó a comerlo muy despacio, para evitar que le cayera mal.Melissa se alejó de él, para dejarlo comer con tranquilidad.—Come despacio. Ya regreso, déjame ver, si te consigo algo de ropa, para que te cambies esa ropa mojada.—Gracias —le susurró él con la b
Ambos se sentaron en el sofá y a pesar de sus recientes palabras, él se acostó a su lado y ella sin darse cuenta termino acurrucándose cerca de él. Aunque a los pocos minutos él se sentía arrepentido, porque sentir el calor que emana de su piel y su aroma lo excitaban demasiado. Esto que ella despertaba en él, lo asustaba. Pero él no ha tenido sexo desde hace mucho tiempo. Cuando su mujer lo traicionó y la encontró en la cama con su mejor amigo. En un aranque de ira él, los asesinó a los dos. Después de eso, él intentó estar con otras mujeres. Pero no ha logrado excitarse. Los recuerdos de su mujer y su amigo en la cama lo perturban cada vez que está con una mujer. Según su médico, el problema no es físico sino psicológico. Al parecer se trata de un bloqueo mental, por el trauma de ese momento. Pero con el tiempo su cuerpo volverá a reaccionar.Por eso, él está desconcertado, porque esta niña ha logrado despertar en él lo que ninguna otra mujer, con mejores curvas, ha podido. Su er
Minutos después, Melissa salió vestida para ir a la universidad. Vicent, al verla, frunció el ceño y se acercó a ella.—Señorita, ¿es necesario ponerse tan hermosa para salir? —le preguntó mientras la tomaba de la mano y la hacía girar para apreciar mejor su atuendo.Melissa solo modelaba para él, como un acto inocente, antes de golpearlo levemente en el hombro.—Payaso. Deja de burlarte de mí.—¿Burlarme? No hay nada de eso en mis palabras. Eres muy hermosa y muy sensual. Cualquier hombre quisiera tenerte a su lado. —le confesó Vicent, mirándola fijamente a los ojos, para ver su reacción. Pero Melissa solo soltó su mano con disimulo para caminar hasta la cocina y abrir el refrigerador.—¡Oh! Aquí no hay nada para desayunar. Comeré algo en la universidad. ¿Qué harás tú? ¿Lograste recordar algo? —le preguntaba ella mientras recogía sus cuadernos y los metía en su bolso.—No, pero no te preocupes, después lo resolveré. ¿Qué te parece si te invito a desayunar?Melissa le sonrió y negó co
Ellos entraron juntos al sencillo restaurante y Melissa podía sentir la mirada de la gente encima de ella. Pero en esta ocasión no era una mirada de burla, sino de compasión. Ella podía leer en la expresión de las personas que si ella no tuviese esa cicatriz fuesen la pareja perfecta.Melissa era una chica de buena estatura, su cuerpo estaba muy bien formado y su rostro era muy hermoso. Su cabello era rubio y largo hasta el hombro y sus ojos eran azules, su nariz era perfecta y sus labios eran la cereza de la seducción.Vicent le abrió la silla y la invitó a sentarse, después se agachó a su altura y le dejó un beso en el cuello. Melissa pudo sentir su cuerpo estremecerse con el contacto de los labios de este seductor caballero.Ella trató de disimular el sonrojo en sus mejillas, pero no pasó desapercibido para el caballero que estaba atento frente a ella.El desayuno transcurrió entre risas y miradas coquetas. Vicent no entendía por qué perdía la brújula frente a esta joven chica. Él
Melissa ignoró al chico y se perdió de nuevo en sus pensamientos. Su mirada permanecía fija en la ventana y sus lágrimas salían lentamente de sus ojos.Algunos minutos después, Melissa limpió sus lágrimas y salió del autobús, rumbo a un parque cercano. Ella se sentó cerca de los columpios y observaba a los niños jugar y divertirse. El corazón de Melissa se contrajo al recordar sus tardes infantiles, donde sus padres la llevaban al parque a comer helados y alimentar a los peces.Melissa lloraba sin parar al recordar a sus padres. Ellos eran un contador y una enfermera que la amaron con todo su corazón, hasta que la desgracia la alcanzó desafortunadamente murieron en un fatal accidente automovilístico, cuando ella tenía doce años.Ese día venían de regreso de un maravilloso viaje a la playa y un conductor ebrio que quiso adelantarlos, los sacó del camino, el padre de Melissa trató de controlar el auto, pero comenzó a girar en círculos y otro carro los embistió, haciéndolos caer por un b
Melissa subió al taxi y en el camino a su casa, comenzó a llover. Ella maldijo internamente y se preparó para mojarse. Porque cuando salió huyendo del idiota no se llevó su paraguas. Solo espera que él lo haya guardado. El taxista se estacionó lo más cerca posible de la puerta.Melissa después de pagar se bajó corriendo y se sorprendió al llegar a su casa y ver las luces encendidas. Entonces ella se acordó que había dejado su bolso, sus cuadernos, junto a su paraguas. Entonces era evidente para ella que el extraño hombre aún estaba alojado en su casa.Ella estaba nerviosa, no sabía qué hacer, ni que decir. Ese hombre le había confesado que tenía sentimientos hacia ella y era eso lo que la había desestabilizado en el restaurante. Porque, aunque ella quisiera negarlo, ella sentía las mariposas en el estómago e incluso pensaba que en algún momento saldrían por su boca. Pero ni modo ese era su hogar y él era quien debía irse.Melissa se sintió estúpida al tener que tocar su propia puerta.