Ambos se sentaron en el sofá y a pesar de sus recientes palabras, él se acostó a su lado y ella sin darse cuenta termino acurrucándose cerca de él. Aunque a los pocos minutos él se sentía arrepentido, porque sentir el calor que emana de su piel y su aroma lo excitaban demasiado.
Esto que ella despertaba en él, lo asustaba. Pero él no ha tenido sexo desde hace mucho tiempo. Cuando su mujer lo traicionó y la encontró en la cama con su mejor amigo. En un aranque de ira él, los asesinó a los dos. Después de eso, él intentó estar con otras mujeres. Pero no ha logrado excitarse. Los recuerdos de su mujer y su amigo en la cama lo perturban cada vez que está con una mujer.
Según su médico, el problema no es físico sino psicológico. Al parecer se trata de un bloqueo mental, por el trauma de ese momento. Pero con el tiempo su cuerpo volverá a reaccionar.
Por eso, él está desconcertado, porque esta niña ha logrado despertar en él lo que ninguna otra mujer, con mejores curvas, ha podido. Su erección es evidente, entonces él decide levantarse hasta el baño y aprovechar de complacerse, pero por más que trató de contenerse, unos pequeños jadeos se escapan de sus labios y siente que se escucharon afuera. Pero él estaba tan cerca del orgasmo que, aunque trata de apretarse más sus labios. En ese momento, comienza a correrse y doy un último gruñido de placer.
En ese momento, escucha que tocan la puerta y escucha la dulce voz de su anfitriona.
—¿Estás bien?
Él sin poder evitarlo le responde con voz jadeante, le responde.
—Sí, sí, mejor que nunca.
Él aun esta agitado, pero está feliz. Hace más de tres años, que no tenía un orgasmo y para hacerlo más cómico, el Gran Vicent Santoro se ha masturbado, pensando en una chica con una horrenda cicatriz en la mejilla. Esto debe ser una m*****a broma.
Después de burlarse de su propia desgracia, sale del baño y camina hasta el sofá, ahí la encuentra acostada en el sofá y envuelta desde los pies hasta la cabeza. Él se acercó, se acostó a su lado y ella lo abraza para dormir, acurrucándose junto a él.
Al día siguiente, él se despierta primero y se queda mirándola fijamente.
Ella tenia una belleza excepcional, su rostro estaba perfectamente combinado, sus ojos eran grandes y azules como el cielo, su nariz era pequeña y perfilada, sus labios eran pequeños, pero carnosos y lo más excitante era ese color rojo natural que poseían, todo en ellos incitaban a morderlos a devorarlos con pasión.
Después Vicent se fijó en su cabello, era rubio y suave, liso y de largo lo usaba como a la altura del hombro. Él terminó de describir y dejó lo mejor para después, su cuerpo, esa guitarra donde él estaba ansioso de tocar la melodía de la pasión, esas montañas hermosas que formaban un valle que lo incitaba a incursionar en el y probar cada centímetro de esa exquisita piel.
Melissa se removió a su lado y él terminó de levantarse para caminar hasta el baño y encerrase ahí. Vicent no quería que ella notara que con ese recorrido visual que dio por su cuerpo, él estaba inevitablemente excitado.
Melissa abrió los ojos y buscó a su invitado desconocido con la vista, pero al escuchar el ruido de la ducha, volvió a acurrucarse. Ella debía ir a la universidad, pero podía dormir un poco más, mientras él salía del baño.
Vicent salió después de algunos minutos, su cabello aun estaba mojado, su piel estaba fresca y ya estaba recuperando su color de piel, aunque sus labios aún permanecían algo delicados por haber estados expuesto al frio. Vicent se había puesto de nuevo su ropa, que gracias a Melissa estaba limpia y seca.
Después caminó sigilosamente y se sentó en el sofá, cerca de donde estaba Melissa dormida, pero a los pocos minutos ella se despertó y fijo su mirada en él.
—Buenos días —le dijo mostrándole una hermosa sonrisa.
—Buenos días, bella durmiente —le respondió el y ella instintivamente se llevó su mano al rostro, para tocarse la cicatriz.
Vicent se sintió conmovido y se acercó a ella, para retirarle la mano de la cicatriz y la tomó por la barbilla para verla directamente a los ojos.
—Eres bella, muy bella. Nunca lo olvides.
Melissa se sonrojo y se alejó de él sutilmente, para después levantarse y caminar hasta el baño.
Vicente se miró la mano con la que la había tocado y la llevó a sus labios. Él estaba desconcertado con los sentimientos que esta pequeña despertaba en él.
Melissa sale del baño, envuelta en una toalla y Vicent no puede evitar disfrutar de la vista. Ella trata de avanzar muy rápido hacia su habitación, pero él aprovecho y no se perdió ningún detalle
—¡How! Esta niña va a enloquecerme. —susurró para sí mismo, mientras se arreglaba el pantalón, para evitar que se notara su entusiasmado amigo.
Minutos después, Melissa salió vestida para ir a la universidad. Vicent, al verla, frunció el ceño y se acercó a ella.—Señorita, ¿es necesario ponerse tan hermosa para salir? —le preguntó mientras la tomaba de la mano y la hacía girar para apreciar mejor su atuendo.Melissa solo modelaba para él, como un acto inocente, antes de golpearlo levemente en el hombro.—Payaso. Deja de burlarte de mí.—¿Burlarme? No hay nada de eso en mis palabras. Eres muy hermosa y muy sensual. Cualquier hombre quisiera tenerte a su lado. —le confesó Vicent, mirándola fijamente a los ojos, para ver su reacción. Pero Melissa solo soltó su mano con disimulo para caminar hasta la cocina y abrir el refrigerador.—¡Oh! Aquí no hay nada para desayunar. Comeré algo en la universidad. ¿Qué harás tú? ¿Lograste recordar algo? —le preguntaba ella mientras recogía sus cuadernos y los metía en su bolso.—No, pero no te preocupes, después lo resolveré. ¿Qué te parece si te invito a desayunar?Melissa le sonrió y negó co
Ellos entraron juntos al sencillo restaurante y Melissa podía sentir la mirada de la gente encima de ella. Pero en esta ocasión no era una mirada de burla, sino de compasión. Ella podía leer en la expresión de las personas que si ella no tuviese esa cicatriz fuesen la pareja perfecta.Melissa era una chica de buena estatura, su cuerpo estaba muy bien formado y su rostro era muy hermoso. Su cabello era rubio y largo hasta el hombro y sus ojos eran azules, su nariz era perfecta y sus labios eran la cereza de la seducción.Vicent le abrió la silla y la invitó a sentarse, después se agachó a su altura y le dejó un beso en el cuello. Melissa pudo sentir su cuerpo estremecerse con el contacto de los labios de este seductor caballero.Ella trató de disimular el sonrojo en sus mejillas, pero no pasó desapercibido para el caballero que estaba atento frente a ella.El desayuno transcurrió entre risas y miradas coquetas. Vicent no entendía por qué perdía la brújula frente a esta joven chica. Él
Melissa ignoró al chico y se perdió de nuevo en sus pensamientos. Su mirada permanecía fija en la ventana y sus lágrimas salían lentamente de sus ojos.Algunos minutos después, Melissa limpió sus lágrimas y salió del autobús, rumbo a un parque cercano. Ella se sentó cerca de los columpios y observaba a los niños jugar y divertirse. El corazón de Melissa se contrajo al recordar sus tardes infantiles, donde sus padres la llevaban al parque a comer helados y alimentar a los peces.Melissa lloraba sin parar al recordar a sus padres. Ellos eran un contador y una enfermera que la amaron con todo su corazón, hasta que la desgracia la alcanzó desafortunadamente murieron en un fatal accidente automovilístico, cuando ella tenía doce años.Ese día venían de regreso de un maravilloso viaje a la playa y un conductor ebrio que quiso adelantarlos, los sacó del camino, el padre de Melissa trató de controlar el auto, pero comenzó a girar en círculos y otro carro los embistió, haciéndolos caer por un b
Melissa subió al taxi y en el camino a su casa, comenzó a llover. Ella maldijo internamente y se preparó para mojarse. Porque cuando salió huyendo del idiota no se llevó su paraguas. Solo espera que él lo haya guardado. El taxista se estacionó lo más cerca posible de la puerta.Melissa después de pagar se bajó corriendo y se sorprendió al llegar a su casa y ver las luces encendidas. Entonces ella se acordó que había dejado su bolso, sus cuadernos, junto a su paraguas. Entonces era evidente para ella que el extraño hombre aún estaba alojado en su casa.Ella estaba nerviosa, no sabía qué hacer, ni que decir. Ese hombre le había confesado que tenía sentimientos hacia ella y era eso lo que la había desestabilizado en el restaurante. Porque, aunque ella quisiera negarlo, ella sentía las mariposas en el estómago e incluso pensaba que en algún momento saldrían por su boca. Pero ni modo ese era su hogar y él era quien debía irse.Melissa se sintió estúpida al tener que tocar su propia puerta.
Melissa salió del baño y se sonrojó al ver a Demetrio parado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente como un depredador al acecho. Él no pudo evitar morder su labio inferior, al mismo tiempo que ella se saboreó los de ella. Ellos se encontraron inmersos en una burbuja romántica, que los incitaba a pecar, pero Melissa no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente. Ella se agarró con fuerza la toalla que cubría su cuerpo y caminó hacia su habitación, cerró su puerta y le pasó el seguro. Demetrio no pudo evitar sonreír al escuchar el ruido del seguro de la puerta. Entonces caminó hasta la cocina y se sentó en el comedor para esperar que Melissa saliera dispuesta a acompañarlo a cenar.Mientras tanto, Melissa se sorprendió al ver una bolsa de regalo al lado de su cama, ella no aguantó la curiosidad y la abrió para sacra el contenido de la bolsa. Era un hermoso vestido de flores y unas hermosas sandalias. En el fondo había una tarjeta que decía “Para Melissa con amor. Te invito a cen
Ella estaba perdida en el deseo, su cerebro estaba embobado por las vibraciones de su cuerpo y ensordecido por los latidos de su corazón. Entonces a ella no le quedó más que dejarse llevar.Demetrio se separó de ella para quitarle el vestido y ella le quitó la camisa. Era fantástico sentir su piel rozar entre ellas. Demetrio hizo un camino de besos hasta su ombligo y ahí se deleitó hasta retirar su panti y comenzar a devorar su zona sensible.Melissa sentía que estaba a punto de convulsionar de placer, hasta que se liberó en un delicioso orgasmo. Ella sintió a Demetrio alejarse y se removió en la cama. Obviamente, no estaba satisfecha, pero al ver a Demetrio terminar de quitarse su última prenda y volver a subirse sobre ella. Su corazón volvió a acelerarse. Estaba deseosa, estaba desesperada por ser invadida y sometida por él.—Te amo, Melissa —le susurró Demetrio, mientras iba invadiendo su interior lentamente. Melissa dejó salir un pequeño grito y Demetrio la besó para reprimirlo, p
Ellos comenzaron a amarse de nuevo. Demetrio quería tomar de ella todo lo que pudiese. Quería tatuarse en su piel y en su corazón. Él estaba perdidamente enamorado de ella y quería asegurarse de que ella sentía lo mismo por él.Demetrio una vez más la hizo tocar las nubes, los dos estaban exhaustos y el sudor corría por su cuerpo. Pero sus corazones estaban felices, ambos latían en igual sinfonía y eso los hacía sentir plenos.Demetrio, sin poder evitarlo, acarició la cicatriz de Melissa y ella se alejó de él. Ese inocente acto la hizo volver a su realidad. Una donde ella no tenía derecho a ilusionarse con un Dios griego como él.—No te alejes. No tienes por qué sentir pena. Eres hermosa, te lo he dicho muchas veces. Melissa, eres mi mujer ahora y quiero conocer tu historia, quiero saber quién se atrevió a lastimar a un ser de luz, tan puro e inocente como tú.Melissa soltó el aire retenido, ella entendió que si iban a comenzar su vida juntos, debían ser transparente el uno con el otr
»Entonces, decidí desaparecer de ese lugar. Tomé mi cartera y mi celular, me compré algo de ropa y tomé un autobús para esta ciudad. Por supuesto, que no fui a ningún cirujano. El poco dinero que había en mi cuenta se estaba acabando y así fue como termine aquí. Estudiando y trabajando para sobrevivir.Melissa se limpiaba las lágrimas, cada vez que hacía una pausa, y el corazón de Demetrio estaba ardiendo de la ira. Pero esto no se quedaría así, él jura que tomara venganza, por lo que le hicieron a su mujer en el pasado.Demetrio la abrazó y le juro que más nunca vivirá con carencias. Incluso él se levantó con ella en los brazos y la llevó al baño.—Voy a llegar tarde a clases, señor Mancini.Demetrio sonrió al oírla llamarlo así.—¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó Demetrio a Melissa, mientras le presionaba contra la pared e invadía nuevamente su interior.Melissa emitió un gemido al sentirse llena y solo asintió con la cabeza, porque su voz saldría entrecortada.—Gracias, me hac