El hombre sintió mucha calidez en su corazón al oírla tan preocupada por él y decidió aceptar su ayuda.
Entonces se levantó, se apoyó en su hombro e inmediatamente volvió a sentarse, al sentirse mareado. Él no había comido nada desde el día anterior y eso comenzaba a afectarlo.
Sus pasos eran lentos, el hombre se sentía muy débil y al cruzar la puerta de la casa, sintió el agradable calor, rozando su rostro y le agradeció a Melissa.
Melissa lo ayudó a sentarse en el mueble y caminó hacia la cocina. Después de algunos minutos, regresó con una bandeja con panecillos, un chocolate bien caliente y se los ofreció al hombre.
—Toma. Debes comer esto, tal vez no te llenes, pero es lo único que tengo.
El hombre sin dudarlo, lo recibió y comenzó a comerlo muy despacio, para evitar que le cayera mal.
Melissa se alejó de él, para dejarlo comer con tranquilidad.
—Come despacio. Ya regreso, déjame ver, si te consigo algo de ropa, para que te cambies esa ropa mojada.
—Gracias —le susurró él con la boca llena.
Melissa sonrió y se fue a su habitación. Poco tiempo después regresó con un pantalón y una camisa. El hombre entrecerró los ojos al oírla reír a carcajadas, mientras me extendía la mano con esa ropa.
—Lo siento, pero es todo lo que tengo y debes cambiarte, no te puedes quedar con esa ropa mojada. Vamos ve a cambiarte y dame tu ropa para ponerla en la lavadora.
El hombre negaba con la cabeza, ella se burlaba de él, mientras le extendía la mano con una ropa color rosa y con detalles muy femeninos, pero no tenía otra opción, debía cambiarse. Su rostro aún estaba pálido y sus labios estaban morados.
Entonces, obligados por las circunstancias, el hombre entró al baño, se lavó la cara y se dio una rápida ducha con agua tibia. Se vistió con ropa seca y de pronto se le ocurrió esconder mil dólares en el bolsillo de su pantalón, para que Melissa lo encontrara cuando vaya a lavar la ropa y con ese dinero, puedan solventar algunos gastos. El hombre escondió su cartera y demás pertenencias, para no tener ninguna conexión con su verdadera identidad.
El hombre le agradecía a Dios, que Melissa haya regresado por él y lo haya ayudado de nuevo, porque él no podía alojarse en ningún lugar cercano, sin saber si sus enemigos lo estaban buscando para terminar su trabajo y desaparecerlo del mapa.
El hombre, mientras dejaba el agua tibia recorrer su cuerpo, pensaba "¿Cuántos días tardarán mis hombres en rescatarme?", él no se atrevía a llamarlos. Pero no sabía en quién podía confiar, porque sus hombres de confianza eran los únicos que sabían de su viaje a este país. Por eso, ha decidido esperar a que su hermano llegue la semana que viene de su viaje y llamarlo a su empresa. Es la manera más segura de evitar que el teléfono de su hermano esté intervenido.
Él terminó de vestirse y, en eso, escuchó que tocaron la puerta. Él estaba preparado mentalmente para convertirse en la burla de la pequeña diablilla.
Pero antes de salir, le entregó su ropa sucia, para que ella la lavara, y después de media hora de verse en el espejo y burlarse de sí mismo, fue que decidió salir.
Melissa reía a carcajadas y lo señalaba con el dedo. En realidad, eso lo molestó un poco y en un impulso la agarró por el brazo, la atrajo hacia él y la presionó contra su pecho y la miró fijamente a los ojos.
—¿Vas a seguir burlándote de mí? —le preguntó, dejándose contagiar por la risa de la pequeña y ella solo negó con la cabeza.
En un momento sus miradas se cruzan y él siente su dulce aliento a chocolate, su aroma lo embriaga y su cuerpo reacciona, mostrando su excitación con una prominente erección.
Él se aleja avergonzado, porque piensa que ella se dio cuenta y el sonrojo en las mejillas de Melissa le evidencia que fue así.
Pero, ella ignora ese hecho, camina con él hasta el sofá y le entrega el dinero que encontró en su pantalón. Él se hace el sorprendido y los toma, efectivamente había mil dólares exactos.
Ella no le dio importancia al dinero, solo se acercó a él para revisarle la herida y después le susurró:
—Déjame cambiarte esa cura, la herida debe estar húmeda.
Ella caminó hasta la cocina y regresó con un botiquín de primeros auxilios. De ahí sacó todo lo necesario para limpiarlo y cambiarle la venda.
Luego comenzó a recoger todo y se acercó para presionar un poco el adhesivo que se había despegado, sus rostros se acercaron y él tuvo un impulso de besarla, pero se logró controlarse. Aunque pudo sentir su respiración agitarse, ella se sonrojó y se alejó de él.
—Vamos a ver televisión, —le dijo, señalando una cama improvisada que armó al lado del sofá
—¿Vas a dormir conmigo? —le preguntó él, sin poder disimular la emoción.
Pero, ella se negó.
—No. Solamente me acostaré en el sofá, mientras termina la película.
—Ah ok. Ya entiendo, tendremos una pijamada o algo así.
—Sí, ¿por qué, nunca has tenido una? —le respondió ella haciendo un sexy puchero.
Él desvió su mirada hacia el otro lado, esos labios eran una tentación, para él porque quería besarlos. Pero no podía arriesgar su estadía en esta casa por un impulso.
—No, no sé, no recuerdo, pero no creo. Me parece algo muy romántico estar acurrucados, viendo una película, compartiendo nuestro calor corporal.
—Ja, ja. No te hagas ilusiones, no hay, ni habrá nada romántico entre nosotros.
—No, tranquila, yo lo sé. Fue solo un comentario. No estaba hablando de nosotros.
Ambos se sentaron en el sofá y a pesar de sus recientes palabras, él se acostó a su lado y ella sin darse cuenta termino acurrucándose cerca de él. Aunque a los pocos minutos él se sentía arrepentido, porque sentir el calor que emana de su piel y su aroma lo excitaban demasiado. Esto que ella despertaba en él, lo asustaba. Pero él no ha tenido sexo desde hace mucho tiempo. Cuando su mujer lo traicionó y la encontró en la cama con su mejor amigo. En un aranque de ira él, los asesinó a los dos. Después de eso, él intentó estar con otras mujeres. Pero no ha logrado excitarse. Los recuerdos de su mujer y su amigo en la cama lo perturban cada vez que está con una mujer. Según su médico, el problema no es físico sino psicológico. Al parecer se trata de un bloqueo mental, por el trauma de ese momento. Pero con el tiempo su cuerpo volverá a reaccionar.Por eso, él está desconcertado, porque esta niña ha logrado despertar en él lo que ninguna otra mujer, con mejores curvas, ha podido. Su er
Minutos después, Melissa salió vestida para ir a la universidad. Vicent, al verla, frunció el ceño y se acercó a ella.—Señorita, ¿es necesario ponerse tan hermosa para salir? —le preguntó mientras la tomaba de la mano y la hacía girar para apreciar mejor su atuendo.Melissa solo modelaba para él, como un acto inocente, antes de golpearlo levemente en el hombro.—Payaso. Deja de burlarte de mí.—¿Burlarme? No hay nada de eso en mis palabras. Eres muy hermosa y muy sensual. Cualquier hombre quisiera tenerte a su lado. —le confesó Vicent, mirándola fijamente a los ojos, para ver su reacción. Pero Melissa solo soltó su mano con disimulo para caminar hasta la cocina y abrir el refrigerador.—¡Oh! Aquí no hay nada para desayunar. Comeré algo en la universidad. ¿Qué harás tú? ¿Lograste recordar algo? —le preguntaba ella mientras recogía sus cuadernos y los metía en su bolso.—No, pero no te preocupes, después lo resolveré. ¿Qué te parece si te invito a desayunar?Melissa le sonrió y negó co
Ellos entraron juntos al sencillo restaurante y Melissa podía sentir la mirada de la gente encima de ella. Pero en esta ocasión no era una mirada de burla, sino de compasión. Ella podía leer en la expresión de las personas que si ella no tuviese esa cicatriz fuesen la pareja perfecta.Melissa era una chica de buena estatura, su cuerpo estaba muy bien formado y su rostro era muy hermoso. Su cabello era rubio y largo hasta el hombro y sus ojos eran azules, su nariz era perfecta y sus labios eran la cereza de la seducción.Vicent le abrió la silla y la invitó a sentarse, después se agachó a su altura y le dejó un beso en el cuello. Melissa pudo sentir su cuerpo estremecerse con el contacto de los labios de este seductor caballero.Ella trató de disimular el sonrojo en sus mejillas, pero no pasó desapercibido para el caballero que estaba atento frente a ella.El desayuno transcurrió entre risas y miradas coquetas. Vicent no entendía por qué perdía la brújula frente a esta joven chica. Él
Melissa ignoró al chico y se perdió de nuevo en sus pensamientos. Su mirada permanecía fija en la ventana y sus lágrimas salían lentamente de sus ojos.Algunos minutos después, Melissa limpió sus lágrimas y salió del autobús, rumbo a un parque cercano. Ella se sentó cerca de los columpios y observaba a los niños jugar y divertirse. El corazón de Melissa se contrajo al recordar sus tardes infantiles, donde sus padres la llevaban al parque a comer helados y alimentar a los peces.Melissa lloraba sin parar al recordar a sus padres. Ellos eran un contador y una enfermera que la amaron con todo su corazón, hasta que la desgracia la alcanzó desafortunadamente murieron en un fatal accidente automovilístico, cuando ella tenía doce años.Ese día venían de regreso de un maravilloso viaje a la playa y un conductor ebrio que quiso adelantarlos, los sacó del camino, el padre de Melissa trató de controlar el auto, pero comenzó a girar en círculos y otro carro los embistió, haciéndolos caer por un b
Melissa subió al taxi y en el camino a su casa, comenzó a llover. Ella maldijo internamente y se preparó para mojarse. Porque cuando salió huyendo del idiota no se llevó su paraguas. Solo espera que él lo haya guardado. El taxista se estacionó lo más cerca posible de la puerta.Melissa después de pagar se bajó corriendo y se sorprendió al llegar a su casa y ver las luces encendidas. Entonces ella se acordó que había dejado su bolso, sus cuadernos, junto a su paraguas. Entonces era evidente para ella que el extraño hombre aún estaba alojado en su casa.Ella estaba nerviosa, no sabía qué hacer, ni que decir. Ese hombre le había confesado que tenía sentimientos hacia ella y era eso lo que la había desestabilizado en el restaurante. Porque, aunque ella quisiera negarlo, ella sentía las mariposas en el estómago e incluso pensaba que en algún momento saldrían por su boca. Pero ni modo ese era su hogar y él era quien debía irse.Melissa se sintió estúpida al tener que tocar su propia puerta.
Melissa salió del baño y se sonrojó al ver a Demetrio parado en el umbral de la puerta, mirándola fijamente como un depredador al acecho. Él no pudo evitar morder su labio inferior, al mismo tiempo que ella se saboreó los de ella. Ellos se encontraron inmersos en una burbuja romántica, que los incitaba a pecar, pero Melissa no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente. Ella se agarró con fuerza la toalla que cubría su cuerpo y caminó hacia su habitación, cerró su puerta y le pasó el seguro. Demetrio no pudo evitar sonreír al escuchar el ruido del seguro de la puerta. Entonces caminó hasta la cocina y se sentó en el comedor para esperar que Melissa saliera dispuesta a acompañarlo a cenar.Mientras tanto, Melissa se sorprendió al ver una bolsa de regalo al lado de su cama, ella no aguantó la curiosidad y la abrió para sacra el contenido de la bolsa. Era un hermoso vestido de flores y unas hermosas sandalias. En el fondo había una tarjeta que decía “Para Melissa con amor. Te invito a cen
Ella estaba perdida en el deseo, su cerebro estaba embobado por las vibraciones de su cuerpo y ensordecido por los latidos de su corazón. Entonces a ella no le quedó más que dejarse llevar.Demetrio se separó de ella para quitarle el vestido y ella le quitó la camisa. Era fantástico sentir su piel rozar entre ellas. Demetrio hizo un camino de besos hasta su ombligo y ahí se deleitó hasta retirar su panti y comenzar a devorar su zona sensible.Melissa sentía que estaba a punto de convulsionar de placer, hasta que se liberó en un delicioso orgasmo. Ella sintió a Demetrio alejarse y se removió en la cama. Obviamente, no estaba satisfecha, pero al ver a Demetrio terminar de quitarse su última prenda y volver a subirse sobre ella. Su corazón volvió a acelerarse. Estaba deseosa, estaba desesperada por ser invadida y sometida por él.—Te amo, Melissa —le susurró Demetrio, mientras iba invadiendo su interior lentamente. Melissa dejó salir un pequeño grito y Demetrio la besó para reprimirlo, p
Ellos comenzaron a amarse de nuevo. Demetrio quería tomar de ella todo lo que pudiese. Quería tatuarse en su piel y en su corazón. Él estaba perdidamente enamorado de ella y quería asegurarse de que ella sentía lo mismo por él.Demetrio una vez más la hizo tocar las nubes, los dos estaban exhaustos y el sudor corría por su cuerpo. Pero sus corazones estaban felices, ambos latían en igual sinfonía y eso los hacía sentir plenos.Demetrio, sin poder evitarlo, acarició la cicatriz de Melissa y ella se alejó de él. Ese inocente acto la hizo volver a su realidad. Una donde ella no tenía derecho a ilusionarse con un Dios griego como él.—No te alejes. No tienes por qué sentir pena. Eres hermosa, te lo he dicho muchas veces. Melissa, eres mi mujer ahora y quiero conocer tu historia, quiero saber quién se atrevió a lastimar a un ser de luz, tan puro e inocente como tú.Melissa soltó el aire retenido, ella entendió que si iban a comenzar su vida juntos, debían ser transparente el uno con el otr