Capítulo 640
Desvió la mirada y unas lágrimas rodaron por sus mejillas.

—¿Por qué lloras, hermana? —Pedro se asustó al verla así. Tomó una servilleta para ofrecérsela—. No llores, por favor.

—No lloro de tristeza… lloro de alegría. —Luciana sonrió entre lágrimas—. Eres un chico increíble: bueno, inteligente… me enorgulleces mucho.

—Jaja… —Pedro se rascó la cabeza, algo apenado—. Pero es porque tú me criaste bien. Eres mi hermana y también mi mamá.

—Mi niño… —susurró Luciana, sin dejar de asentir conmovida.

Desde el pasillo, Ricardo escuchaba con las manos cubriéndole el rostro. Se contenía para no romper en llanto, pero las lágrimas ya le recorrían la cara.

—Luciana, Pedro… —murmuraba con voz ahogada—. ¡Su padre es un miserable! Los he defraudado tanto…

Una y otra vez evocaba a su esposa fallecida, la madre de Luciana, y su llanto se volvía aún más desgarrador.

—Lucy, ¡soy un maldito! ¡No sirvo! ¡Te fallé! ¡No pude cuidar bien de nuestros dos hijos!

Cuando Luciana salió de la habitación, encontró a
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