Capítulo 406
Al final, por miedo a perder su propia reputación ante Alejandro, había preferido dar media vuelta y salir huyendo, en lugar de priorizar la vida de su padre.

«¿Cómo puede tener la desfachatez de hablar de “corazón”?» pensó Luciana, sacudiendo la cabeza mientras contenía una sonrisa de incredulidad.

Si Luciana sentía que no tenía obligación alguna de salvar a Ricardo, «¿qué decir de Mónica, que sí debía hacerlo por ser su hija?»

Mientras tanto, afuera del consultorio, Mónica paseó la mirada por el pasillo hasta divisar a Simón en un rincón poco llamativo. Ese hallazgo le provocó un respingo. «Así que Alejandro le ha asignado un escolta a Luciana… ¿Tanto le importa? Pensó con amargura. A mí nunca me protegió de esa forma…»

***

Aquel día fue especialmente ajetreado para Luciana, quien no terminó su última consulta sino hasta pasadas las seis y media. De todos modos, había quedado en verse con Alejandro a las siete en la parte trasera de la Universidad CM, así que llevaba tiempo de sobra.
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