Capítulo 408
Pero la verdadera duda era el regalo.

«¿Qué se le puede obsequiar a Alejandro?» Él tenía de todo. Autos, relojes de marca… además de que costaban una fortuna que Luciana no podía pagar.

Aunque él le había dado una tarjeta adicional después de casarse, no se sentía cómoda usando su dinero para comprarle un regalo.

De pronto, recordó el encendedor que él había perdido recientemente—un regalo con un profundo valor sentimental, proveniente de Miguel. «¿Tiene caso sustituirlo con uno nuevo?» «¿Y si no es lo suficientemente especial?» No quería que pareciera que un objeto cualquiera podía reemplazar el valor emocional de aquél.

Dándole vueltas al asunto, decidió pedirle ayuda a Martina, de modo que la invitó a almorzar para hablar del tema.

—Yo invito hoy, Marti. Necesito pedirte un favor —dijo Luciana, viendo que su amiga sacaba la tarjeta para pagar.

—¿Ah, sí? —sonrió Martina con curiosidad—. Bueno, entonces no me pongo difícil; tú pagas.

Ya con sus bandejas sobre la mesa, Martina preguntó
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