Capítulo 407
—¿Qué pasa? —preguntó Luciana, intrigada.

—Mi encendedor, el que uso siempre —explicó con gesto preocupado—. Lo tenía cuando salí de la empresa y… ahora no aparece.

—¿Estás seguro de que no lo dejaste en casa? —recordó Luciana que la noche anterior lo había visto en el estudio.

—No, lo usé antes de venir —respondió, frunciendo el ceño. Era evidente que sentía apego por ese encendedor—. Fue un regalo de cumpleaños de mi abuelo.

Ante esa confesión, Luciana comprendió por qué le preocupaba tanto.

—Tal vez se quedó en el auto. —Guardó de nuevo las tartaletas—. Vamos a buscar.

—Sí, vamos.

Subieron al coche y revisaron a detalle, pero el encendedor no apareció por ningún lado. Alejandro suspiró y, sujetándola del brazo, la invitó a detener la búsqueda.

—Déjalo así; al parecer, lo perdí.

Luciana no supo cómo consolarlo y se quedó en silencio.

—¿Y esa cara? —comentó él, mirándola con un deje de humor. Luego abrió la caja de tartaletas—. Anda, no dejes de comer por mi culpa. Si se enfrían, ya n
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