Capítulo 34
—¡Ahhh!

Luciana volvió en sí de golpe, soltó un grito y se tapó la cara antes de salir corriendo del baño.

«¡Dios mío! ¿Qué he hecho? Tranquila, tranquila», se dijo a sí misma. «Eres doctora, ver a un hombre no debería ser para tanto, ¿cierto? Sí, claro, solo mantén la calma.»

Con esa determinación, Luciana trató de recuperar la compostura, respirando profundo para tranquilizarse.

Alejandro aún no había salido del baño, así que Luciana decidió esperarlo. Después de lo que había pasado antes, no se atrevía a moverse ni a mirar demasiado.

Notó que sobre la mesa de soporte había una caja de joyería abierta, dentro de la cual había una pulsera de platino con incrustaciones de diamantes. Luciana murmuró para sí misma:

—Es hermosa.

—¿Te gusta?

La voz de Alejandro la tomó por sorpresa. Había salido del baño y ahora se acercaba para sentarse al borde de la cama.

—¿Eh?

Luciana sintió cómo sus mejillas se calentaban un poco, avergonzada.

—¿Qué?

—Te pregunté si te gusta. —Alejandro tomó la pulser
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