Capítulo 33
Suspiró y sacudió la cabeza.

—Solo quería darte las gracias. Gracias por defenderme.

Alejandro se quedó perplejo. «¿He escuchado bien?» se preguntó.

De repente, se llevó una mano al abdomen; le dolía.

—Alejandro… —Luciana se inclinó hacia él, preocupada, y puso su mano sobre su vientre.

Lo miró a los ojos, y en ese momento, los suyos parecían dos estanques de mercurio, uno blanco y otro negro, reflejando solo a Alejandro.

El corazón de Alejandro se ablandó. Pero al instante, ese momento se desvaneció. Luciana lo regañó con dureza.

—¡Te dije que no hicieras movimientos bruscos! ¿Y qué haces? ¡Peleas! Parece que quieres volver a la sala de operaciones, ¿verdad?

Alejandro pensó que esta mujer cambiaba de actitud más rápido que una página de un libro. ¿No le estaba agradeciendo hace un segundo? Le sujetó la mano.

—¿Y por quién crees que lo hice? Si te molesto, deja de preocuparte.

«¿Actuando como un niño otra vez?» Luciana no pudo evitar sentirse un poco frustrada.

—Fue mi culpa, me puse n
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