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Al día siguiente, me terminé de cambiar, me apliqué un labial color nude en los labios, me di una última mirada en el espejo y sonreí; me veía perfecta. Salí de la habitación y encontré a mi hermana en la cocina con Denis.

— Qué guapa — me chuleó ella. Yo le sonreí, me acerqué y le di un beso a mi hijo.

— Pórtate bien, no hagas travesuras — le dije. Mi hermana me estaba mirando con una enorme sonrisa en los labios.

— Dile hola al grandulón — me dijo.

Puse los ojos en blanco y salí de casa. Entre más rápido termine esto, será mucho mejor.

Después de una hora llegué a la casa de ese hombre. Entré, aparqué el coche y bajé. En el jardín estaba la mujer de aquel día junto a una mujer mayor que, a juzgar por el color de sus ojos, era familiar de Mikhail.

— Buenas tardes — les dije a la señora y a la otra chica que estaba con ella.

La señora me miró de arriba abajo y me sonrió; la otra chica me puso mala cara.

Mikhail bajó con la niña en brazos, él me sonrió un poco.

— Qué mujer tan vulgar.
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