Ella paró frente a un bar, ambos nos bajamos y fuimos dentro. Caminamos a una mesa vacía y nos sentamos uno frente al otro.—¿Vienes seguido? —le pregunté. Ella negó con la cabeza.—Prefiero emborracharme en la comodidad de mi hogar, pero hoy se me antojó hacerlo fuera —me dijo con una sonrisa.Una chica se nos acercó y ambos pedimos una cerveza.—Lamento lo que mi mamá te dijo —le dije.Ella se rió con maldad.—Creo que yo seré igual a ella cuando mi hijo intente llevarme a una mujer a casa. Lo mismo pasará contigo cuando tu pequeña crezca y empiece a ver al sexo masculino con otros ojos —me dijo de forma relajada.Yo puse mala cara y miré a otro lado. Alma no podía crecer, ella se tenía que quedar así de pequeña para que yo la protegiera siempre.—Ella vivirá en un convento —le dije. Nerea me miró y después negó con la cabeza con diversión.—¿Y piensas que en los conventos no existe el sexo? Tengo una amiga que terminó cogiendo con un seminarista, ahora están casados y tienen tres h
Abrí los ojos lentamente y vi al hijo de Nerea frente a mí. Estaba despierto y me sonreía. Nerea acariciaba mi cabeza, igual que lo hacía con su hijo. Esto se sentía raro, pero de alguna manera reconfortante.—¿Se van a levantar o les doy una patada para que lo hagan? —nos preguntó.Denis empezó a reír, se levantó y comenzó a dar brincos en la cama. Yo me aparté y me senté en la cama, mirando la felicidad del niño. Nerea sonreía mientras veía a su hijo. Era interesante ver otra faceta de ella.—¿Cómo supiste que no estábamos dormidos, mami? —le preguntó Denis a Nerea. Ella también se sentó en la cama.—Porque ambos roncan —le contestó ella.El chico se detuvo, cruzó los brazos y puso mala cara.—¿Tienen hambre? —nos preguntó. Yo asentí y Denis también. Ella se bajó de la cama y se quitó los zapatos. Nerea tenía la misma ropa de ayer. Yo recordaba todo lo que pasó anoche, pero me pareció un lindo gesto de su parte no mencionarlo. Yo me bajé de la cama y Denis también. Él me agarró de l
Cuando llegamos a la casa, mi madre corrió hacia mí y me abrazó fuertemente. Yo le di un dulce beso en la coronilla.—¿Por qué me preocupas tanto? ¿Es tan difícil llamarme? No pude dormir en toda la noche —me regañó.Yo la abracé y la llené de besos.—Tu hijo no es capaz de dejarlas solas. Te recuerdo que un día te prometí que siempre estaría contigo, ¿por qué tienes esos malos pensamientos? —le pregunté.Mi madre se apartó de mí y miró a Nerea.—¿Tu hermano? —le preguntó mamá a Nerea. Ella negó con la cabeza.—Es mi hijo —le contestó ella.Mamá me miró a mí y yo asentí. No pude evitar reírme un poco; era un tanto extraordinario pensar en Nerea como una madre, pero por lo que he visto es una muy buena.—El niño no se parece a ti —le dijo mi madre. Ella sonrió y asintió.—Se parece al papá —contestó.Yo miré a Nerea y era cierto. Denis era rubio, con los ojos verdes, piel bastante clara, todo lo contrario a Nerea: morena, piel bronceada y ojos marrones.—¿Y dónde está el papá? —le preg
Llegué a casa un poco enfadada, ¡Mikhail era un imbécil! ¡Su enorme cabeza no servía para pensar!—¿Y ahora tú qué tienes? —me preguntó mi hermana.Yo la miré de arriba abajo, tenía un enorme chupetón en el cuello.—Dile a Vladislav que no te haga eso, ¡se ve horrible! —le señalé el cuello y ella se lo tapó con la mano.—¿Cómo sabes que fue él? —me recriminó. Yo me encogí de hombros.—Soy una bruja, pensé que ya lo sabías. — le dije.Denis se acercó y miró a su tía.—¿Qué te pasó en el cuello? —le preguntó.Yo sonreí y ella puso los ojos en blanco.—La picó un animal llamado Vladislav. — le dije con una sonrisa.Denis puso mala cara.—¡Qué asco! Deberías ir al hospital —le dijo Denis. Pau me fulminó con la mirada, esto era tan divertido.—Sí... yo iré más tarde —le dijo y Denis se fue a su habitación.—Y cuéntame, ¿cómo te fue con él? Por tu cara veo que mal —me preguntó ella muy interesada.—¡Pues te equivocas! Me fue excelente, como me va con todos mis clientes. — le respondi lo mas
Me senté a desayunar con Vladislav. Hoy Nerea iba a trabajar conmigo aquí en casa, ya que yo tenía que solucionar otras cosas y no podía ir a su casa.— ¿Ya le dijiste? — Me preguntó Vlad. Yo negué con la cabeza.— He decidido invitar a Pía. Ella necesita distraerse un poco — le contesté.Vlad me miró con decepción y después negó con la cabeza.— Tú también necesitas hacerlo, y no creo que lo hagas en compañía de esa mujer. Ella es linda, sí, pero no es mujer para ti. Te he visto más relajado peleando con Nerea que hablando con Pía — me dijo.Tomé un poco de café y seguí desayunando. Yo no tenía por qué darle explicaciones a Vladislav sobre las decisiones que tomaba para mi vida.— Nerea puede ayudarte a olvidar a Muriel — me dijo.Yo le di un gran golpe a la mesa y Vladislav se quedó en silencio de inmediato. Eso que había dicho estaba totalmente fuera de lugar. Yo jamás olvidaría a Muriel, ella es la madre de mi hija.— Yo no quiero olvidar a Muriel. Te recuerdo que ella es la madre
Cuando salí de la habitación, Vladislav estaba afuera esperando. Él se acercó a mí y miró mi cuello. Yo le sonreí un poco. No quería que se preocupara.—¿Estás bien? —me preguntó con preocupación. Después salió Mikhail y él arrugó el entrecejo. Yo me di la vuelta y comprendí el porqué de su expresión. Se veía a punto de explotar; la vena en su cuello estaba inflamada y su rostro, rojo de furia.—¿Mikha, estás bien? —le preguntó Vladislav lentamente. Yo le sonreí a Mikhail. Él me fulminó con la mirada; sus ojos, color plata líquida, brillaban de manera anómala. Definitivamente, lo había cabreado demasiado.—Voy a encontrar tu punto de quiebre y, cuando eso pase, voy a disfrutar jodiéndote —me dijo lentamente. Yo me mordí el labio inferior. Este tipo, tonto y a la vez tan agresivo, era un pequeño animalito frente a mí.—Puedes intentarlo, pero yo... ya encontré el tuyo y te voy a joder cuántas veces quiera —le dije con una sonrisa en los labios.Mikhail se acercó a mí y me apretó el bra
Pia me miraba con la boca ligeramente abierta. Hasta yo estaba un poco sorprendido por lo que había hecho.—Voy a salir. Si necesitas algo, se lo puedes pedir a Vladislav. Él estará a tus órdenes —le dije.Ella intentó acercarse, pero se detuvo a medio camino.—Muchas gracias por su ayuda. Y sobre lo que ella dijo, es todo mentira. Yo solo estoy agradecida por lo bueno que ha sido conmigo —dijo.Se veía a punto de llorar. La verdad, no me gustaba ver a ninguna mujer llorar, me desesperaba.—¡Mikhail! Esa mujer no quiero que vuelva a regresar aquí —gritó mi madre. Respiré profundo, me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla.—Ella sí volverá. Ahora me voy, tengo un asunto pendiente por resolver —le dije.Dejé a mi madre con la cólera por el cielo y fui en busca de Vladislav. Lo encontré en el jardín, estaba fumando. Hacía mucho que no me fumaba un cigarrillo.—Dame uno —le pedí. Él levantó la ceja y buscó uno en su chaqueta.—Pensé que lo habías dejado —dijo.Me encogí de hombros.
Llegué a casa con rabia, aparqué el coche en la entrada, tomé el vaso y me bajé. Vladislav me miró con el ceño fruncido.Me acerqué a él y le entregué el vaso. Él lo miró y después volvió a mirarme a mí.—¿Qué carajos hago con esto? —me preguntó. Yo me encogí de hombros. Si tenía esa cosa otro minuto en mis manos, iba a terminar tirándolo al terrario, y no quería ser tan bastardo.—Una vez me dijiste que querías una mascota. Pues te he traído una, deberías estar feliz —le dije.Vladislav negó con la cabeza.—¿Y la camisa? ¿La diste a cambio del ratón? —me preguntó con burla. Yo no le respondí nada y entré a la casa.—¿Dónde estabas? ¿Estabas con esa mujer, no? —me preguntó mamá. Yo me acerqué a ella, la cargué y le di un par de besos.—Hoy te ves más hermosa —le dije.Ella me dio un par de golpes en el pecho para que la bajara.—¿Vas a matarme? ¿Eso es lo que quieres? —me preguntó.Yo la bajé y le sonreí.—No, pero algún día pasará, así que voy a disfrutar de tus golpes todo lo que se