Regañar a Mikhail se convirtió en mi deporte favorito; este hombre no aprendía. Siempre quejándose del dolor en su espalda, pero cuando Denis le pedía hacer algo, iba gustoso a hacerlo. ¡Dios santo! Cómo me desesperaba.—Relájate, la línea en tu frente es más profunda hoy —me dijo mi hermana, pero no podía dejar de fruncir el ceño. Mikhail iba a sacarme canas verdes.—Él aún está convaleciente, pero por lo visto eso le importa una mierda. Que se joda. Te juro que como me diga que le duele algo lo voy a golpear tan fuerte que no se va a levantar de la cama mínimo por una semana —le dije.Pau se rió y después me dio un par de golpes en la espalda.—Escogiste al peor ruso de todos, aunque creo que él te queda bien —me dijo con burla.Yo la fulminé con la mirada.—Ya te veré quejándote de Vladislav. Pido al cielo que eso pase.Fui a buscar a Mikhail, que estaba en el jardín jugando con Denis.—Los regalaré a ambos. Dejen de molestar. ¿Por qué no pueden estar quietos? —les pregunté.Denis
Nerea entró en el hospital hecha una fiera, y ni hablar de Pau, que se veía igual de cabreada que su hermana. Vlad, en cuanto las vio, se levantó y se paró a mi lado.—¿Qué le pasó a Denis?— me preguntó Nerea, furiosa y preocupada a la vez.—Él está bien, solo fue un pequeño golpe en el brazo, pero todo está bien. No te preocupes —le dije, intentando calmarla.Ella levantó una ceja y fue a preguntar a alguien más. Pau nos miraba y negaba con la cabeza, yo ya me sentía lo suficientemente mal como para que ella nos estuviera juzgando de esa manera.Nerea volvió al lugar donde estábamos, pero para mi sorpresa se veía calmada. ¿Será que Dios escuchó mis súplicas?—Acompáñame al baño —me pidió en tono serio. Yo negué con la cabeza; esa petición era demasiado rara, y puede que sea tonto, pero no iba a caer en eso. Yo apreciaba mis huevos, de hecho, quería un par de hijos más.—¡Acompáñame!— me volvió a decir, esta vez agarró mi brazo y me jaló, pero yo era una estatua. En este lugar estaba
Tiempo despuésDenis y Mikhail se habían vuelto bastante apegados. Mi pequeña alma estaba cada vez más grande, y mi hermana estaba enorme. Estos meses habían sido bastante buenos. Me gustaba la sensación de tener a alguien que me cuide, que cuide de mi hijo, que se preocupe por nosotros. Es lindo.La puerta de la oficina se abrió. Mikhail traía en brazos a Denis, después lo dejó en el suelo. Cuando estos dos estaban así de juntos, es porque tramaban algo.—¡Quiero un hermanito!—dijo Denis con una enorme sonrisa. Yo miré a Mikhail; este hombre de verdad que era un tonto.—¿Cuánto te dio para que me pidieras eso?—le pregunté.Denis se acercó al escritorio y empezó a negar con la cabeza.—Nada, mami, te lo juro —dijo.Yo puse los ojos en blanco. Era obvio que estos dos estaban confabulados.—Te doy el doble si me dices la verdad —le propuse.Denis sonrió más ampliamente.—Mami, la verdad es que yo no quiero más hermanitos, pero él me ofreció mil, así que ahora me debes dos mil —dijo.Yo
Mañana era mi matrimonio, y me faltaba comprar algunas cosas más. No quería nada ostentoso; de hecho, solo estaríamos unas cuantas personas, las más allegadas. Subí al coche y arranqué. Llamé a mi hermana para preguntar cómo estaba. Ella me había llamado diciendo que se sentía horrible, pero cuando le dije del matrimonio, mágicamente se sintió mejor.—¿Cómo estás?—le pregunté en cuanto contestó.—Un poco mejor. ¿Tú dónde estás? Se escucha mucho ruido—me preguntó.Me reí un poco. Miré por el retrovisor y vi dos coches siguiéndome.—Voy a comprar algo que me hace falta. Más tarde te llamo—le dije.Colgué de inmediato y seguí mirando por el retrovisor. Otro coche se cruzó en mi camino. Frené en seco. Un par de hombres salieron del coche, rompieron la ventanilla y me obligaron a salir. Empecé a pelear con ellos. Le di una patada a uno, pero llegaron un par de hombres más. Uno de ellos me tapó la cara con una venda y me arrastraron con ellos.—¿Quiénes son y qué quieren?—les pregunté, pero
MESES DESPUÉSDespués de la boda, decidimos regresar a Italia por mi trabajo, y bueno, también un poco por el de él. Después de todo lo que pasamos, llegar a este punto de nuestras vidas se sentía muy bien. De hecho, hasta había aceptado tener un bebé. Sí, ya teníamos dos pequeños, pero tener uno nuestro era como la culminación de todo. Así que aquí estaba, en un hospital, esperando el momento para dar a luz a nuestro hijo.Mikhail estaba vuelto loco. El niño ya estaba listo para nacer, y yo estaba muy relajada esperando a que me llevaran a cirugía.—Deja de caminar de un lado a otro, me estás mareando—me quejé. La señora Sonja y mi hermana estaban conmigo también.—¿Y si soy un mal padre?—me preguntó preocupado.Las tres lo miramos.—Mikhail, tú eres un desastre como papá, así que no entiendo por qué estás tan estresado. Si no fuera por mí, Alma ya tendría un brazo o una pierna rota, y ni hablar de Denis. Así que deja de decir estupideces y quédate quieto—le dije.Mi hermana se rió y
Estaba boca abajo, amarrada a un tronco, esperando el inminente momento en el cual me prendieran fuego y morir de la peor manera. —¡Bruja! —dijo una de las mujeres que estaban acomodando los troncos y la paja para que el fuego fuera más vivaz. —Te voy a convertir en un cerdo y luego te comeré —le dije. La mujer empezó a gritar y muchas personas se acercaron. —¡Ha dicho que me convertirá en cerdo! —gritó. Yo puse los ojos en blanco. Era tan estúpido que ellos creyeran que yo fuese una bruja. ¿Una bruja? ¿Es jodidamente en serio? Toda esta gente está loca. —¡Quémenla o nos convertirá en cerdos a todos! —gritó alguien más. Yo empecé a llorar; nunca pensé que moriría tan rápido en mi otra vida y de una manera tan horrible. El tipo rubio y peligroso se acercó a mí. —Ahora no pareces tan valiente —dijo con una voz gruesa y rasposa. Yo lo miré. El bastardo venía con una antorcha prendida. Tragué en seco y miré a otro lado, pero fue peor; las miradas de esas personas eran más aterrado
Secuela de la novela: CAUTIVA POR EL DIAVOLO ITALIANO.Amaba la época de invierno; me encantaba recorrer las calles llenas de nieve, lo hermoso que se veían los techos pintados por ese blanco inmaculado. Lo malo era la escasez de comida que eso significaba para mi familia. Mi padre era un borracho y mujeriego; siempre llegaba a casa con la excusa de que la nieve no lo dejaba trabajar bien. Madre y yo podíamos pasar días sin comer, y a él no le importaba; siempre se iba desde muy temprano y llegaba en la noche borracho. Mi pregunta era... ¿Si no tenía dinero, cómo podía emborracharse?— Mikha, ven a comer — gritó mi madre desde dentro de la casa.Yo corrí a la mesa de madera y me senté en un banco. Madre me sirvió un plato con agua caliente y algunas papas que a simple vista se notaban que ya estaban podridas. Yo miré a mamá y ella empezó a llorar. Odiaba verla así; quería hacer algo para sacarla de esta situación, pero yo solo era un mocoso al que nadie le prestaba atención.La puerta
Las peleas cada vez eran más jodidas. Mi madre ya estaba averiguando qué era lo que yo realmente estaba haciendo, ya que siempre llegaba a casa con un golpe diferente en la cara.— ¿De dónde sacas el dinero, Mikhail? — me preguntó mi madre mirándome fijamente a los ojos.Yo le sonreí un poco. No le podía mentir; ella tenía algo en su mirada que no me dejaba.— Estoy trabajando — le dije.Mi madre se cruzó de brazos y me miró con más intensidad. Yo tragué en seco, me acerqué a ella, le di un beso en la mejilla y salí de casa. Era mejor huir.Cuando llegué al lugar, Vlad y su hermano ya me estaban esperando. Iba a acercarme a ellos y un tipo me detuvo.— ¿Quieres? — me preguntó, ofreciéndome una pequeña bolsa con polvo blanco. Yo negué inmediatamente con la cabeza.— Tú te lo pierdes — me dijo, y le vendió a un chico que se acercó a nosotros. Vi cuánto le dio por eso y sonreí. Tal vez este sea un nuevo negocio para mí.— ¿Dónde lo consigues? — le pregunté.El tipo me miró y arrugó el en