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Abrí los ojos lentamente y vi al hijo de Nerea frente a mí. Estaba despierto y me sonreía. Nerea acariciaba mi cabeza, igual que lo hacía con su hijo. Esto se sentía raro, pero de alguna manera reconfortante.

—¿Se van a levantar o les doy una patada para que lo hagan? —nos preguntó.

Denis empezó a reír, se levantó y comenzó a dar brincos en la cama. Yo me aparté y me senté en la cama, mirando la felicidad del niño. Nerea sonreía mientras veía a su hijo. Era interesante ver otra faceta de ella.

—¿Cómo supiste que no estábamos dormidos, mami? —le preguntó Denis a Nerea. Ella también se sentó en la cama.

—Porque ambos roncan —le contestó ella.

El chico se detuvo, cruzó los brazos y puso mala cara.

—¿Tienen hambre? —nos preguntó. Yo asentí y Denis también. Ella se bajó de la cama y se quitó los zapatos. Nerea tenía la misma ropa de ayer. Yo recordaba todo lo que pasó anoche, pero me pareció un lindo gesto de su parte no mencionarlo. Yo me bajé de la cama y Denis también. Él me agarró de l
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