Entré a la habitación de mi pequeña, mi madre estaba allí con ella en brazos. Me acerqué y miré a mi hija dormida plácidamente entre sus brazos.— ¿Cuándo voy a dejar de extrañar a Muriel? — Le pregunté a mi madre.— Nunca. Es algo con lo que tendrás que vivir — me dijo ella mirándome a los ojos.Yo asentí con la cabeza. Eso lo sabía muy bien; Muriel siempre estaría presente.— Pía me comentó sobre la mujer de esta mañana. Qué mujer tan vulgar. ¿De dónde la sacaste? No la quiero en casa — me dijo.Y yo tampoco la quería aquí. Esa mujer era un dolor de cabeza.— No te preocupes, ella no volverá — le aseguré.Le quité a Alma de los brazos a mi madre, y en cuanto la tuve en los míos, ella abrió sus hermosos ojos.— Espero, pequeña mía, que por tu bien termines de monja — le dije.Mi mamá me dio un golpe en la espalda y yo empecé a reír.— No le digas ese tipo de cosas. Ella será una linda señorita y se casará con un buen hombre, alguien sensato, calmado y muy rico. Nada parecido a ti — m
Cuando entramos a la casa, mi madre miró a Pia y se acercó. Yo quería protegerla; ella me recordaba tanto a mi madre, y lo impotente que me sentía cada vez que mi padre la golpeaba.— ¿Qué le pasó? — Me preguntó mi madre, mientras miraba la mejilla magullada de Pia. Ella no contestó nada y solo me miró.— Su prometido llegó y la golpeó — le contesté. Mamá me miró, sabía lo que estaba pensando. Pia aún estaba llorando y mi madre empezó a consolarla. ¡Qué mierda! Pero al menos ella llegó a un lugar donde iba a ser protegida.— Tienes que hacer algo, Mikha. Ese tipo la va a terminar matando — me dijo mamá. Y sí, yo iba a joder a ese tipo.— No te preocupes, mamá, yo me encargaré — le contesté.Pia me miró y empezó a negar con la cabeza. Era tan estúpido que ella quisiera seguir aferrándose a ese tipo. El amor en ocasiones era una jodida mala broma.— Él no puede seguir golpeándote. Tú no puedes permitir más agresiones de su parte. Deja de aguantar todo eso — le dije con algo de rabia. Am
Al día siguiente, me terminé de cambiar, me apliqué un labial color nude en los labios, me di una última mirada en el espejo y sonreí; me veía perfecta. Salí de la habitación y encontré a mi hermana en la cocina con Denis.— Qué guapa — me chuleó ella. Yo le sonreí, me acerqué y le di un beso a mi hijo.— Pórtate bien, no hagas travesuras — le dije. Mi hermana me estaba mirando con una enorme sonrisa en los labios.— Dile hola al grandulón — me dijo.Puse los ojos en blanco y salí de casa. Entre más rápido termine esto, será mucho mejor.Después de una hora llegué a la casa de ese hombre. Entré, aparqué el coche y bajé. En el jardín estaba la mujer de aquel día junto a una mujer mayor que, a juzgar por el color de sus ojos, era familiar de Mikhail.— Buenas tardes — les dije a la señora y a la otra chica que estaba con ella.La señora me miró de arriba abajo y me sonrió; la otra chica me puso mala cara.Mikhail bajó con la niña en brazos, él me sonrió un poco.— Qué mujer tan vulgar.
Ella paró frente a un bar, ambos nos bajamos y fuimos dentro. Caminamos a una mesa vacía y nos sentamos uno frente al otro.—¿Vienes seguido? —le pregunté. Ella negó con la cabeza.—Prefiero emborracharme en la comodidad de mi hogar, pero hoy se me antojó hacerlo fuera —me dijo con una sonrisa.Una chica se nos acercó y ambos pedimos una cerveza.—Lamento lo que mi mamá te dijo —le dije.Ella se rió con maldad.—Creo que yo seré igual a ella cuando mi hijo intente llevarme a una mujer a casa. Lo mismo pasará contigo cuando tu pequeña crezca y empiece a ver al sexo masculino con otros ojos —me dijo de forma relajada.Yo puse mala cara y miré a otro lado. Alma no podía crecer, ella se tenía que quedar así de pequeña para que yo la protegiera siempre.—Ella vivirá en un convento —le dije. Nerea me miró y después negó con la cabeza con diversión.—¿Y piensas que en los conventos no existe el sexo? Tengo una amiga que terminó cogiendo con un seminarista, ahora están casados y tienen tres h
Abrí los ojos lentamente y vi al hijo de Nerea frente a mí. Estaba despierto y me sonreía. Nerea acariciaba mi cabeza, igual que lo hacía con su hijo. Esto se sentía raro, pero de alguna manera reconfortante.—¿Se van a levantar o les doy una patada para que lo hagan? —nos preguntó.Denis empezó a reír, se levantó y comenzó a dar brincos en la cama. Yo me aparté y me senté en la cama, mirando la felicidad del niño. Nerea sonreía mientras veía a su hijo. Era interesante ver otra faceta de ella.—¿Cómo supiste que no estábamos dormidos, mami? —le preguntó Denis a Nerea. Ella también se sentó en la cama.—Porque ambos roncan —le contestó ella.El chico se detuvo, cruzó los brazos y puso mala cara.—¿Tienen hambre? —nos preguntó. Yo asentí y Denis también. Ella se bajó de la cama y se quitó los zapatos. Nerea tenía la misma ropa de ayer. Yo recordaba todo lo que pasó anoche, pero me pareció un lindo gesto de su parte no mencionarlo. Yo me bajé de la cama y Denis también. Él me agarró de l
Cuando llegamos a la casa, mi madre corrió hacia mí y me abrazó fuertemente. Yo le di un dulce beso en la coronilla.—¿Por qué me preocupas tanto? ¿Es tan difícil llamarme? No pude dormir en toda la noche —me regañó.Yo la abracé y la llené de besos.—Tu hijo no es capaz de dejarlas solas. Te recuerdo que un día te prometí que siempre estaría contigo, ¿por qué tienes esos malos pensamientos? —le pregunté.Mi madre se apartó de mí y miró a Nerea.—¿Tu hermano? —le preguntó mamá a Nerea. Ella negó con la cabeza.—Es mi hijo —le contestó ella.Mamá me miró a mí y yo asentí. No pude evitar reírme un poco; era un tanto extraordinario pensar en Nerea como una madre, pero por lo que he visto es una muy buena.—El niño no se parece a ti —le dijo mi madre. Ella sonrió y asintió.—Se parece al papá —contestó.Yo miré a Nerea y era cierto. Denis era rubio, con los ojos verdes, piel bastante clara, todo lo contrario a Nerea: morena, piel bronceada y ojos marrones.—¿Y dónde está el papá? —le preg
Llegué a casa un poco enfadada, ¡Mikhail era un imbécil! ¡Su enorme cabeza no servía para pensar!—¿Y ahora tú qué tienes? —me preguntó mi hermana.Yo la miré de arriba abajo, tenía un enorme chupetón en el cuello.—Dile a Vladislav que no te haga eso, ¡se ve horrible! —le señalé el cuello y ella se lo tapó con la mano.—¿Cómo sabes que fue él? —me recriminó. Yo me encogí de hombros.—Soy una bruja, pensé que ya lo sabías. — le dije.Denis se acercó y miró a su tía.—¿Qué te pasó en el cuello? —le preguntó.Yo sonreí y ella puso los ojos en blanco.—La picó un animal llamado Vladislav. — le dije con una sonrisa.Denis puso mala cara.—¡Qué asco! Deberías ir al hospital —le dijo Denis. Pau me fulminó con la mirada, esto era tan divertido.—Sí... yo iré más tarde —le dijo y Denis se fue a su habitación.—Y cuéntame, ¿cómo te fue con él? Por tu cara veo que mal —me preguntó ella muy interesada.—¡Pues te equivocas! Me fue excelente, como me va con todos mis clientes. — le respondi lo mas
Me senté a desayunar con Vladislav. Hoy Nerea iba a trabajar conmigo aquí en casa, ya que yo tenía que solucionar otras cosas y no podía ir a su casa.— ¿Ya le dijiste? — Me preguntó Vlad. Yo negué con la cabeza.— He decidido invitar a Pía. Ella necesita distraerse un poco — le contesté.Vlad me miró con decepción y después negó con la cabeza.— Tú también necesitas hacerlo, y no creo que lo hagas en compañía de esa mujer. Ella es linda, sí, pero no es mujer para ti. Te he visto más relajado peleando con Nerea que hablando con Pía — me dijo.Tomé un poco de café y seguí desayunando. Yo no tenía por qué darle explicaciones a Vladislav sobre las decisiones que tomaba para mi vida.— Nerea puede ayudarte a olvidar a Muriel — me dijo.Yo le di un gran golpe a la mesa y Vladislav se quedó en silencio de inmediato. Eso que había dicho estaba totalmente fuera de lugar. Yo jamás olvidaría a Muriel, ella es la madre de mi hija.— Yo no quiero olvidar a Muriel. Te recuerdo que ella es la madre