Después de más o menos una hora, volvimos a casa, yo llevé a Alma a su habitación, ya que estaba dormida.—No debiste decir eso — me regañó mi madre detrás de mí.— No debiste hacer ese tipo de comentario — le respondí.Me di la vuelta y la miré.— Amo a Muriel, aún no estoy listo para una relación. Y no sé si lo estaré en algún momento — le contesté.Ella se acercó a mí y me abrazó con fuerza.—Lo siento, es solo que odio verte vagar por la casa como un alma en pena. Me duele verte así — me dijo.Yo la separé y le sonreí.— Soy un hombre guapo, rico, encantador, buscar pareja no será un problema, así que por favor no hagas de celestina, yo puedo conquistar a una mujer solo — le dije.Mi madre asintió con la cabeza. Pía entró a la habitación y nos sonrió a ambos.— Señor Mikhail, quería pedirle permiso para ir a buscar algunas cosas a mi casa, regresaré en horas de la tarde — me dijo.Yo asentí y le di el permiso. Mi madre se podía hacer cargo de alma hasta entonces. Salí de la habita
Caminé con ella fuera de las oficinas de Salvatore, supuestamente íbamos a trabajar en casa, pero la verdad no me apetecía llevarla a casa, ella desprendía mala energía. pero necesitaba de ella por el momento, pero apenas se convierta en un estorbo, la voy a mandar a matar.Vlad estaba fuera del coche esperándonos, Nerea estaba caminando a mi lado, se veía como una mujer muy altanera, ella era todo lo que estaba mal en una mujer.—Deja de mirarme el culo, yo no suelo tener relaciones con quienes trabajo — me dijo.Yo me detuve en seco y la detuve.— Tú no eres mi tipo, soy más de mujeres frágiles e inocentes — le dije. Ella me dio una de esas risitas burlonas.— ¿Tú? — me pegunto incrédula.Yo no respondí nada y seguí caminando.— ¿Cuáles son tus falencias?— Me preguntó de qué nada.Yo arrugué el entrecejo, ella se detuvo, se quitó los lentes y me miró.— ¿Sabes lo que eso significa, no?— me preguntó.No le respondí nada y me acerqué a Vladislav, él miró a la mujer y sonrió, su rostr
Entré a la habitación de mi pequeña, mi madre estaba allí con ella en brazos. Me acerqué y miré a mi hija dormida plácidamente entre sus brazos.— ¿Cuándo voy a dejar de extrañar a Muriel? — Le pregunté a mi madre.— Nunca. Es algo con lo que tendrás que vivir — me dijo ella mirándome a los ojos.Yo asentí con la cabeza. Eso lo sabía muy bien; Muriel siempre estaría presente.— Pía me comentó sobre la mujer de esta mañana. Qué mujer tan vulgar. ¿De dónde la sacaste? No la quiero en casa — me dijo.Y yo tampoco la quería aquí. Esa mujer era un dolor de cabeza.— No te preocupes, ella no volverá — le aseguré.Le quité a Alma de los brazos a mi madre, y en cuanto la tuve en los míos, ella abrió sus hermosos ojos.— Espero, pequeña mía, que por tu bien termines de monja — le dije.Mi mamá me dio un golpe en la espalda y yo empecé a reír.— No le digas ese tipo de cosas. Ella será una linda señorita y se casará con un buen hombre, alguien sensato, calmado y muy rico. Nada parecido a ti — m
Cuando entramos a la casa, mi madre miró a Pia y se acercó. Yo quería protegerla; ella me recordaba tanto a mi madre, y lo impotente que me sentía cada vez que mi padre la golpeaba.— ¿Qué le pasó? — Me preguntó mi madre, mientras miraba la mejilla magullada de Pia. Ella no contestó nada y solo me miró.— Su prometido llegó y la golpeó — le contesté. Mamá me miró, sabía lo que estaba pensando. Pia aún estaba llorando y mi madre empezó a consolarla. ¡Qué mierda! Pero al menos ella llegó a un lugar donde iba a ser protegida.— Tienes que hacer algo, Mikha. Ese tipo la va a terminar matando — me dijo mamá. Y sí, yo iba a joder a ese tipo.— No te preocupes, mamá, yo me encargaré — le contesté.Pia me miró y empezó a negar con la cabeza. Era tan estúpido que ella quisiera seguir aferrándose a ese tipo. El amor en ocasiones era una jodida mala broma.— Él no puede seguir golpeándote. Tú no puedes permitir más agresiones de su parte. Deja de aguantar todo eso — le dije con algo de rabia. Am
Al día siguiente, me terminé de cambiar, me apliqué un labial color nude en los labios, me di una última mirada en el espejo y sonreí; me veía perfecta. Salí de la habitación y encontré a mi hermana en la cocina con Denis.— Qué guapa — me chuleó ella. Yo le sonreí, me acerqué y le di un beso a mi hijo.— Pórtate bien, no hagas travesuras — le dije. Mi hermana me estaba mirando con una enorme sonrisa en los labios.— Dile hola al grandulón — me dijo.Puse los ojos en blanco y salí de casa. Entre más rápido termine esto, será mucho mejor.Después de una hora llegué a la casa de ese hombre. Entré, aparqué el coche y bajé. En el jardín estaba la mujer de aquel día junto a una mujer mayor que, a juzgar por el color de sus ojos, era familiar de Mikhail.— Buenas tardes — les dije a la señora y a la otra chica que estaba con ella.La señora me miró de arriba abajo y me sonrió; la otra chica me puso mala cara.Mikhail bajó con la niña en brazos, él me sonrió un poco.— Qué mujer tan vulgar.
Ella paró frente a un bar, ambos nos bajamos y fuimos dentro. Caminamos a una mesa vacía y nos sentamos uno frente al otro.—¿Vienes seguido? —le pregunté. Ella negó con la cabeza.—Prefiero emborracharme en la comodidad de mi hogar, pero hoy se me antojó hacerlo fuera —me dijo con una sonrisa.Una chica se nos acercó y ambos pedimos una cerveza.—Lamento lo que mi mamá te dijo —le dije.Ella se rió con maldad.—Creo que yo seré igual a ella cuando mi hijo intente llevarme a una mujer a casa. Lo mismo pasará contigo cuando tu pequeña crezca y empiece a ver al sexo masculino con otros ojos —me dijo de forma relajada.Yo puse mala cara y miré a otro lado. Alma no podía crecer, ella se tenía que quedar así de pequeña para que yo la protegiera siempre.—Ella vivirá en un convento —le dije. Nerea me miró y después negó con la cabeza con diversión.—¿Y piensas que en los conventos no existe el sexo? Tengo una amiga que terminó cogiendo con un seminarista, ahora están casados y tienen tres h
Abrí los ojos lentamente y vi al hijo de Nerea frente a mí. Estaba despierto y me sonreía. Nerea acariciaba mi cabeza, igual que lo hacía con su hijo. Esto se sentía raro, pero de alguna manera reconfortante.—¿Se van a levantar o les doy una patada para que lo hagan? —nos preguntó.Denis empezó a reír, se levantó y comenzó a dar brincos en la cama. Yo me aparté y me senté en la cama, mirando la felicidad del niño. Nerea sonreía mientras veía a su hijo. Era interesante ver otra faceta de ella.—¿Cómo supiste que no estábamos dormidos, mami? —le preguntó Denis a Nerea. Ella también se sentó en la cama.—Porque ambos roncan —le contestó ella.El chico se detuvo, cruzó los brazos y puso mala cara.—¿Tienen hambre? —nos preguntó. Yo asentí y Denis también. Ella se bajó de la cama y se quitó los zapatos. Nerea tenía la misma ropa de ayer. Yo recordaba todo lo que pasó anoche, pero me pareció un lindo gesto de su parte no mencionarlo. Yo me bajé de la cama y Denis también. Él me agarró de l
Cuando llegamos a la casa, mi madre corrió hacia mí y me abrazó fuertemente. Yo le di un dulce beso en la coronilla.—¿Por qué me preocupas tanto? ¿Es tan difícil llamarme? No pude dormir en toda la noche —me regañó.Yo la abracé y la llené de besos.—Tu hijo no es capaz de dejarlas solas. Te recuerdo que un día te prometí que siempre estaría contigo, ¿por qué tienes esos malos pensamientos? —le pregunté.Mi madre se apartó de mí y miró a Nerea.—¿Tu hermano? —le preguntó mamá a Nerea. Ella negó con la cabeza.—Es mi hijo —le contestó ella.Mamá me miró a mí y yo asentí. No pude evitar reírme un poco; era un tanto extraordinario pensar en Nerea como una madre, pero por lo que he visto es una muy buena.—El niño no se parece a ti —le dijo mi madre. Ella sonrió y asintió.—Se parece al papá —contestó.Yo miré a Nerea y era cierto. Denis era rubio, con los ojos verdes, piel bastante clara, todo lo contrario a Nerea: morena, piel bronceada y ojos marrones.—¿Y dónde está el papá? —le preg