Mi equipo de trabajo fue invitado a una de las convenciones de cómics más grandes del país, por lo que debíamos dejar organizado todo lo que necesitaríamos para el fin de semana. Carlos siempre fue mi gran apoyo y nunca cambió su trato conmigo pese a todos los roces que tuvimos y que nos llevó a terminar nuestra relación sentimental para que no influyera en nuestro flujo de trabajo; y aun así puedo decir con firmeza, que, si no fuera por él, probablemente no hubiésemos conseguido un puesto dentro de este gran evento. Siempre se categorizó por ser una persona ordenada y muy persuasiva, eran pocas las personas que se negaban a lo que él les pedía, incluyéndome.El día llegó y nos instalamos junto a los demás artistas, entre nacionales e internacionales. Luego de una mañana agotadora recorrí el lugar con Carlos. Todas las esculturas e ilustraciones de cada artista poseían detalles inigualables, y aunque en su mayor parte apuntaba a un ámbito conocido, los trabajos de él eran diferentes.
El bus paró en frente de mí dejando pasajeros. Subí y me senté en el cuarto puesto de atrás. Quería evitar las miradas de los demás y quería concentrarme en lo más importante, la salida. Mi alarma de las seis en el celular sonó y me levantó de un solo golpe, nos estábamos acercando a mi parada, y aún permanecía sentada.—¡Espere! —apreté el botón de parada y me bajé—. ¡Gracias!Di un traspié por estar muy volada, pero por suerte no me di de bruces contra el inmaculado suelo de la calle. Caminé lo más rápido que pude hacia el centro de convenciones. Emmanuel y Alex estaban esperando, estaban relajados conversando entre ellos, de seguro no era la primera mujer que los había hecho esperar.—Disculpen la demora, mi bus se retrasó y el tráfico era un desastre —agaché un poco mi cabeza por la vergüenza, tenía esa costumbre asiática que Carlos nunca comprendió por qué lo hacía.—No te preocupes, acabamos de llegar también —mintió Alex.—Mencionabas que el restaurante quedaba cerca de aquí —d
—¡Carlos!, me has estado siguiendo —dije sin pensarlo.—¡Claro que sí! ¿con qué derecho sales a solas con él? —preguntó como si esperaba que Alex perdiera el control.—Te dije que todas son iguales, Alex —dijo Emmanuel e intentó colocarse entre los dos.—¡Deja de meterte en mis asuntos, Emmanuel! —me miró—. ¿Estás saliendo con él?—No, no lo escuches. Él no tiene ningún derecho de hablarme de esa forma.—¿Por qué no le dices la verdad Adriana? Ayúdalo a recordar —dijo Emmanuel.—¿De qué está hablando? —me preguntó confundido.—Debemos irnos —dije mientras halaba de su mano.—¡Adriana, detente! —gritó Carlos, pero no obedecí.Sin embargo, al girar en un rincón oscuro, tres hombres encapuchados bloquearon nuestro camino. Nos miraron con ira en sus ojos. El que se encontraba frente a Alex golpeó su cara con el puño. Cayó inconsciente al suelo de inmediato. Mientras que el que estaba a mi lado me embistió con un golpe en mi estómago, me desvanecí junto a él. Podía sentir como nos llevaro
—Solo diré que estuviste en el momento y lugar equivocado, no se suponía que deberías estar ahí.—¡Demonios, Adriana! —alzó su voz más de lo normal—. Siento que me hablas en códigos.—Fue un pillaje, los directivos de la ceremonia de arte no le pagaron a mi jefe y el saqueo fue una forma de cobrar las deudas.—Aunque eso incluyera vidas inocentes, y obras de valor, mis piezas y las de mi hermano.—Solo era una nueva forma de transportar drogas, ¿quién dudaría de una pintura?— ¡Es suficiente!, no quiero oír más.—¡Tienes qué oírme! Emmanuel nunca fue tu amigo. Él siempre fue y seguirá siendo un policía encubierto, que audazmente conocía todos nuestros movimientos, tanto él como parte de su gente actuaron como si fueran nuestros amigos, pero solo lo hicieron para sacarnos toda la información que buscaban —Alex se quedó atónito por unos minutos antes de responder.—Yo lo creía…—… ¿Tu amigo?, pues no. Te equivocaste, el que se hiciera pasar como tu amigo era parte del plan.—Pero ¿cómo
Ahora pude relacionar la voz del personaje misterioso que se rehusaba a demostrar su verdadera identidad, aquel hombre que solo provocó en mi secuelas irreparables, y que, si Jaime se enterara, él sería capaz de matarlo y disfrutar de cada segundo como una sinfonía de orquesta.—Sí, puedo estar seguro de que dijeron Luis, sabes ¿quién es él?—No, no sé quién es —aparté mi vista.—Adriana —tomó mis mejillas con sus manos—, necesito que me digas la verdad, sé que estás mintiendo.—No sé quién es, déjame en paz —me levanté bruscamente y aparté sus manos.—¿Qué ocurre contigo?, solo mencioné un nombre y reaccionas de esta forma. Estás siendo muy irracional en estos momentos —Se levantó y me rodeó con los brazos— ¡Mírame, por favor!—No quiero hablar de él —agaché mi cabeza.—Entonces lo conoces.—Sí.—No te obligaré a que me digas quién es el si eso te hace sentir mejor —elevó mi barbilla para que lo mirara—. Te haré otra pregunta si no te molesta, sabes ¿dónde estamos? estoy seguro de qu
Muchos recuerdos vinieron a mi mente cuando vi las fotos sobre la mesa. Eran retratos de las víctimas sobre sus propios charcos de sangre. Solo una de ellas llamó mi atención y esperaba que Alex no la notara. Cuando él la miró, quedó inmóvil por unos minutos hasta que sus lágrimas comenzaron a deslizarse sobre sus mejillas. Una de mis peores pesadillas cobró vida.—Alex, lo la… —dije.—No puedo creer lo que estoy viendo, sabías lo importante que era mi hermano para mí y ahora él está muerto y todo por tu culpa —me interrumpió.—Alex no digas eso, no fue mi intención.—Prefiero no oírte —se levantó de la silla y nos dio la espalda.—Nadie te detiene Alex, puedes irte. No tienes ninguna obligación en acompañarnos, Adriana estará bien con nosotros —añadió Emmanuel.—¡Qué demonios haces! —susurró Carlos a Emmanuel— sabes que no lo podemos dejar ir.—Solo espera.—Se lo prometí —dijo Alex para sí mismo—, ¿por qué lo hiciste Adriana?, ¡porqué!—Entiéndelo, fui obligada a matar a tu hermano.
Pasaron las horas y escuchamos un sonido fuerte en la puerta junto a unos pasos que se aproximaban a toda velocidad. El ruido provocó que nos levantáramos de golpe. Carlos con Emmanuel sostuvieron a Alex de los brazos por detrás, mientras que Luis se acercaba eufóricamente hacia mí. Cogió de mis brazos y los colocó detrás de mi espalda bruscamente y empujó con fuerzas mi cuerpo contra la mesa haciendo presión en mi cabeza.—¡Déjenla! —gritaba Alex.—Me dirás en este momento dónde está Jaime o juro que lo pagarás con tu vida —dijo Luis mientras hacía más presión.—Mi cabeza…Con la misma fuerza que sostenía mis brazos contra mi espalda me arrojó hacia el piso. Golpeé mi cabeza con la esquina de una de las sillas. Entre inconsciente y con sangre que salía de mi frente, miraba como Alex intentaba deshacerse de Carlos y Emmanuel, pero sin éxito, mientras que Luis se acercaba por segunda vez, me levantó sujetando del cuello.—¡Dime dónde está!—¡No lo sé! —dije entrecortado.—Lo estás llev
—Él me pegaba y abusaba de mí —completé la frase entre sollozos.—¡Dios que impotencia!—Alex, estoy rota por dentro, desde hace tiempo me siento así.—Adriana, nada de esto es tu culpa —me abrazó con más fuerzas.—Sé que no es mi culpa, lo sé muy bien. Todo es culpa de Jaime.—De eso no cabe duda, todos sabemos que él…—No es mi verdadero padre.—Eso no iba a decir, espera un momento —me miró consternado—. ¿Qué quieres decir?—Él se convirtió en mi padrastro, pero no es mi verdadero padre —tomé un suspiro antes de continuar—. Mi verdadero progenitor le debía dinero y no tenía cómo pagarle y si no lo hacía nos mataría a todos, incluyendo a su amante. —¿Tenía una amante?, ¿por qué nunca me hablaste de ella?—Porque cuando nos conocimos solo vivía con Jaime, y no supe más de ellos —lo miré a los ojos por un momento—. Él me obligó a quedarme callada y si te decía algo a ti o a alguien más, lo pagaría muy caro.—¿Te pudo haber matado? —noté el miedo en sus ojos y a