Vidrios rotos

Llegamos a casa y dejé las cosas en el baño, revisé mi rostro y estaba menos hinchado, me pregunto si alguien lo habrá notado. Me toqué para saber que tanto me dolía, y el dolor era menos, era aceptable, los cuidados de Nathan eran efectivos. Me cambié la toalla y bajé a la sala. Nathan estaba esperándome y percibió mi perfume. Se me acercó y me susurró

—Huele muy rico.

—Nathan…

—¿Se lo puso a propósito?

—Soy una chica, Nathan, puedo hacerlo ya que es muy normal entre nosotras.

—Sé también que lo hacen cuando quieren probar, pero no estoy seguro de qué.

—¿Qué tal si lo adivina mientras le indico cómo cocinar?

—Sé cocinar.

—Pero no con mi sazón.

—Usted gana, me enseñará cómo cocinar su plato estrella.

—No te burles.

—Me parece muy graciosa que se porte de esta forma.

—Puedo ser mala si me lo propongo.

—No cabe duda. ¿Qué planea que cocinemos?

—Chaulafán especial.

—Una elección muy rica.

—Solo me pregunto si Jaime tendrá todos los ingredientes.

—¿Qué necesitamos? —preguntó fingiendo que
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