Era muy de mañana cuando abrí los ojos nuevamente, me dolía el vientre y decidí ir al baño. Me sentía del asco, pero no por lo que había pasado la anterior noche sino por mi periodo, era muy incómodo y aún así Nathan se había asegurado de hacerme sentir bien, aunque sea una noche. Estaba a punto de ingresar a la ducha cuando sonó la puerta. Era él, desnudo en frente de mis ojos, no podía creer que su pene estuvo dentro de mí la anterior noche.—¿Dónde estabas?—Tenía que venir al baño, me sentía muy asquerosa…—No, ayer estuviste sensacional y sabías muy rico.—Nathan…—Adriana…—¿Por qué no me esperas en mi habitación? —no sabía qué más decir, estaba muy nerviosa e insegura de que quisiera compartir ducha conmigo.—Ven.Me cogió de la mano y me llevó hasta la ducha, cerró la puerta y se colocó detrás de mí. Cogió el champú de la estantería para colocármelo en el cabello y darme leves masajes que comenzaban desde arriba hasta la parte detrás, me encantaba cómo se sentía y lo suave que
Me asomé en la ventana y los vi a Jaime y Nathan conversando, mi padrastro lucía muy alterado mientras que Nathan apacible, ¿cómo le hace?. Nathan notó mi presencia y llevó a Jaime a un lugar donde no los pudiera ver. ¿Qué tanto esconde? Me regresé a la cama y esperé hasta que Lupe viniera por mí. —Adriana, disculpe la demora, el señor y Nathan recién se fueron, debe estar con hambre.—Mucha.—Venga conmigo.—Espérame un rato —miré mi sábana y estaba totalmente cambiada. ¿Nathan lo hizo?—No se preocupe, Nathan me dio su sábana.—¡Que vergüenza!—No se preocupe, el señor Nathan me dijo sobre su regla, a buena hora que estuvo con él.—¿Solo le dijo eso?—Sí, ¿se siente bien?—Sí.—Bueno, debe desayunar para que pueda tomar la pastilla de los cólicos.—¿Quién es Laura?—Le contaré después de que desayune.Asentí y la seguí hasta el comedor, me senté en la silla de siempre y esperé hasta que sirviera mi plato. Le agradecí y se paró al otro lado de la mesa, ella tenía prohibido sentarse
Mi equipo de trabajo fue invitado a una de las convenciones de cómics más grandes del país, por lo que debíamos dejar organizado todo lo que necesitaríamos para el fin de semana. Carlos siempre fue mi gran apoyo y nunca cambió su trato conmigo pese a todos los roces que tuvimos y que nos llevó a terminar nuestra relación sentimental para que no influyera en nuestro flujo de trabajo; y aun así puedo decir con firmeza, que, si no fuera por él, probablemente no hubiésemos conseguido un puesto dentro de este gran evento. Siempre se categorizó por ser una persona ordenada y muy persuasiva, eran pocas las personas que se negaban a lo que él les pedía, incluyéndome.El día llegó y nos instalamos junto a los demás artistas, entre nacionales e internacionales. Luego de una mañana agotadora recorrí el lugar con Carlos. Todas las esculturas e ilustraciones de cada artista poseían detalles inigualables, y aunque en su mayor parte apuntaba a un ámbito conocido, los trabajos de él eran diferentes.
El bus paró en frente de mí dejando pasajeros. Subí y me senté en el cuarto puesto de atrás. Quería evitar las miradas de los demás y quería concentrarme en lo más importante, la salida. Mi alarma de las seis en el celular sonó y me levantó de un solo golpe, nos estábamos acercando a mi parada, y aún permanecía sentada.—¡Espere! —apreté el botón de parada y me bajé—. ¡Gracias!Di un traspié por estar muy volada, pero por suerte no me di de bruces contra el inmaculado suelo de la calle. Caminé lo más rápido que pude hacia el centro de convenciones. Emmanuel y Alex estaban esperando, estaban relajados conversando entre ellos, de seguro no era la primera mujer que los había hecho esperar.—Disculpen la demora, mi bus se retrasó y el tráfico era un desastre —agaché un poco mi cabeza por la vergüenza, tenía esa costumbre asiática que Carlos nunca comprendió por qué lo hacía.—No te preocupes, acabamos de llegar también —mintió Alex.—Mencionabas que el restaurante quedaba cerca de aquí —d
—¡Carlos!, me has estado siguiendo —dije sin pensarlo.—¡Claro que sí! ¿con qué derecho sales a solas con él? —preguntó como si esperaba que Alex perdiera el control.—Te dije que todas son iguales, Alex —dijo Emmanuel e intentó colocarse entre los dos.—¡Deja de meterte en mis asuntos, Emmanuel! —me miró—. ¿Estás saliendo con él?—No, no lo escuches. Él no tiene ningún derecho de hablarme de esa forma.—¿Por qué no le dices la verdad Adriana? Ayúdalo a recordar —dijo Emmanuel.—¿De qué está hablando? —me preguntó confundido.—Debemos irnos —dije mientras halaba de su mano.—¡Adriana, detente! —gritó Carlos, pero no obedecí.Sin embargo, al girar en un rincón oscuro, tres hombres encapuchados bloquearon nuestro camino. Nos miraron con ira en sus ojos. El que se encontraba frente a Alex golpeó su cara con el puño. Cayó inconsciente al suelo de inmediato. Mientras que el que estaba a mi lado me embistió con un golpe en mi estómago, me desvanecí junto a él. Podía sentir como nos llevaro
—Solo diré que estuviste en el momento y lugar equivocado, no se suponía que deberías estar ahí.—¡Demonios, Adriana! —alzó su voz más de lo normal—. Siento que me hablas en códigos.—Fue un pillaje, los directivos de la ceremonia de arte no le pagaron a mi jefe y el saqueo fue una forma de cobrar las deudas.—Aunque eso incluyera vidas inocentes, y obras de valor, mis piezas y las de mi hermano.—Solo era una nueva forma de transportar drogas, ¿quién dudaría de una pintura?— ¡Es suficiente!, no quiero oír más.—¡Tienes qué oírme! Emmanuel nunca fue tu amigo. Él siempre fue y seguirá siendo un policía encubierto, que audazmente conocía todos nuestros movimientos, tanto él como parte de su gente actuaron como si fueran nuestros amigos, pero solo lo hicieron para sacarnos toda la información que buscaban —Alex se quedó atónito por unos minutos antes de responder.—Yo lo creía…—… ¿Tu amigo?, pues no. Te equivocaste, el que se hiciera pasar como tu amigo era parte del plan.—Pero ¿cómo
Ahora pude relacionar la voz del personaje misterioso que se rehusaba a demostrar su verdadera identidad, aquel hombre que solo provocó en mi secuelas irreparables, y que, si Jaime se enterara, él sería capaz de matarlo y disfrutar de cada segundo como una sinfonía de orquesta.—Sí, puedo estar seguro de que dijeron Luis, sabes ¿quién es él?—No, no sé quién es —aparté mi vista.—Adriana —tomó mis mejillas con sus manos—, necesito que me digas la verdad, sé que estás mintiendo.—No sé quién es, déjame en paz —me levanté bruscamente y aparté sus manos.—¿Qué ocurre contigo?, solo mencioné un nombre y reaccionas de esta forma. Estás siendo muy irracional en estos momentos —Se levantó y me rodeó con los brazos— ¡Mírame, por favor!—No quiero hablar de él —agaché mi cabeza.—Entonces lo conoces.—Sí.—No te obligaré a que me digas quién es el si eso te hace sentir mejor —elevó mi barbilla para que lo mirara—. Te haré otra pregunta si no te molesta, sabes ¿dónde estamos? estoy seguro de qu
Muchos recuerdos vinieron a mi mente cuando vi las fotos sobre la mesa. Eran retratos de las víctimas sobre sus propios charcos de sangre. Solo una de ellas llamó mi atención y esperaba que Alex no la notara. Cuando él la miró, quedó inmóvil por unos minutos hasta que sus lágrimas comenzaron a deslizarse sobre sus mejillas. Una de mis peores pesadillas cobró vida.—Alex, lo la… —dije.—No puedo creer lo que estoy viendo, sabías lo importante que era mi hermano para mí y ahora él está muerto y todo por tu culpa —me interrumpió.—Alex no digas eso, no fue mi intención.—Prefiero no oírte —se levantó de la silla y nos dio la espalda.—Nadie te detiene Alex, puedes irte. No tienes ninguna obligación en acompañarnos, Adriana estará bien con nosotros —añadió Emmanuel.—¡Qué demonios haces! —susurró Carlos a Emmanuel— sabes que no lo podemos dejar ir.—Solo espera.—Se lo prometí —dijo Alex para sí mismo—, ¿por qué lo hiciste Adriana?, ¡porqué!—Entiéndelo, fui obligada a matar a tu hermano.