Ahora pude relacionar la voz del personaje misterioso que se rehusaba a demostrar su verdadera identidad, aquel hombre que solo provocó en mi secuelas irreparables, y que, si Jaime se enterara, él sería capaz de matarlo y disfrutar de cada segundo como una sinfonía de orquesta.
—Sí, puedo estar seguro de que dijeron Luis, sabes ¿quién es él?
—No, no sé quién es —aparté mi vista.
—Adriana —tomó mis mejillas con sus manos—, necesito que me digas la verdad, sé que estás mintiendo.
—No sé quién es, déjame en paz —me levanté bruscamente y aparté sus manos.
—¿Qué ocurre contigo?, solo mencioné un nombre y reaccionas de esta forma. Estás siendo muy irracional en estos momentos —Se levantó y me rodeó con los brazos— ¡Mírame, por favor!
—No quiero hablar de él —agaché mi cabeza.
—Entonces lo conoces.
—Sí.
—No te obligaré a que me digas quién es el si eso te hace sentir mejor —elevó mi barbilla para que lo mirara—. Te haré otra pregunta si no te molesta, sabes ¿dónde estamos? estoy seguro de que nos regresaron al cuarto que estábamos desde un principio.
—No lo sé.
—Vamos Adriana, sé que conoces este lugar.
—Estamos en una antigua Unidad de Policía.
—¿Cómo estás tan segura?
—Porque aquí me trajeron hace seis años para interrogarme luego del incidente.
Se apartó bruscamente y se alejó lo que más pudo, su indiferencia y frialdad me mataban, no quería llegar a este momento, le temía tanto desde la primera vez que tuve esta ilusión de que nos volveríamos a encontrar.
—Alex —halé de su camisa—, todo esto fue planeado, ellos quieren ponerte en mi contra.
—¿A qué te refieres?, si tú fuiste una de las responsables de ese robo. Es más, ellos solo buscaban advertirme de ti.
—¡Por favor, Alex! No me hagas esto.
—¡Aléjate de mí! —apartó mi mano de su camisa, y me dio la espalda.
—No te culpo, sabía que esto pasaría, desde el momento que te volví a ver junto a Emmanuel, por más que lo hubiese intentado no tenía como alejarte de él, no te acordabas de mí —suspiré—. Pero el beso que me diste en el Malecón fue como volver al colegio.
—En el colegio todos fuimos estúpidos, y desgraciadamente aún lo soy —me interrumpió.
—¿Desgraciadamente?
—No lo entiendes.
—Entonces explícame.
—Por más que intente, no puedo alejarme de ti.
—Pero hace un momento tú…
—Me enojé, sí, pero eso no significa que he dejado de amarte. No sabes lo frustrante que es entender todo ahora, comprender la razón por la que mis padres no querían que estudiara la universidad y si lo hacía debía llevar conmigo a Emmanuel a todos lados. Tantas veces que me insistió de que entrara al mundo de la fotografía solo para que olvidara la pintura, y que luego de tanto oponerme, conseguí que me invitara a formar parte de esta compañía, en la que podía seguir pintando, pero no sobre un lienzo como solía hacerlo; solo para que no pudiera recordar y que no nos volviéramos a encontrar.
—Alex… —me acerqué aún más a él. Se giró para verme.
Nuevamente una voz sonó del megáfono.
—DIRIGIRSE A LA SALA DE INTERROGATORIOS.
—Te sigo, conoces el camino ¿verdad? —preguntó ignorando por un momento todo lo que había dicho.
—Pero… —haló de mi brazo y me llevó hacia la puerta. Se escuchó un clic al desbloquearse automáticamente—. Por favor, para. Sé que está fuera de lugar, pero ¿me puedes prometer algo?
—Puedo, dime ¿qué es?
—Sé que me odias, por más que lo niegues.
—No es….
—Sé que sí —le interrumpí colocando mi dedo en su boca—. Es probable que me obliguen a recordar el mínimo detalle de aquel día como también alguna pista del escondite de Jaime, y eso puede que…
—Adri —suspiró y prosiguió—, no pienso abandonarte ni ahora ni después, porque al menos fuiste honesta conmigo y en verdad quiero saber todo por más delirante que se escuche.
—Lo siento, creí que me… —me interrumpió con un beso rápido, pero dulce en la frente, luego me abrazó.
—No me importa tu pasado, sé que lo que hiciste estuvo mal, pero solo de pensar en el tiempo que estuve contigo y como te tengo ahora nuevamente, simplemente, no lo cambio por nada —me susurró en el oído. Entrelazó sus dedos con los míos y nos dirigimos a la sala.
—Justo como lo imaginaba —dijo Emmanuel sarcásticamente mientras nos miraba entrar desde su silla—. Has vuelto a caer en sus redes, ni por más que intentamos advertirte.
—Solo la vine a acompañar, necesita a alguien a su lado en estos momentos —me apartó la silla de la mesa junto a la suya para que nos pudiéramos sentar.
—Lamento informarte que no…
—¡Claro que puede! —le interrumpí—, en vista de que nos encontramos dentro de una comisaría que ha dejado de funcionar, y de la tortura por la que hemos pasado, incluyendo la ausencia de un abogado, es más que evidente que no nos estamos dirigiendo en términos legales
—Astuta como siempre —dijo Carlos mientras aplaudía y se sentaba junto a Emmanuel. Alex quedó asombrado por mi repentino cambio de actitud.
—No nos desviemos del tema —Conocía esa voz mientras salía de las sombras y se acercaba a la mesa—. Por protocolo, me presento, soy Luis Ruiz, ex agente de policía, encargado y cabecilla de la operación para encontrar el paradero de Jaime.
—Luis…
—Adriana, nos volvemos a encontrar, ¡cuánto tiempo ha pasado!
—Seis años para ser exactos, un momento, ¿cabecilla de operación?, Carlos, ¿todo este tiempo has sido parte de esto también? —pregunté dirigiendo mi mirada hacia él.
—Estás en lo correcto. Todo este tiempo tanto Carlos como Emmanuel trabajaron como policías encubiertos, tal como lo hacían en el pasado.
—¿Qué? —mis lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro—, no quiero creerlo, Carlos ¿cómo pudiste? Confiaba en ti.
—Si, claro —Carlos se ríe—, pero no lo suficiente para decirme el paradero de Jaime.
—Por más que intento, no lo puedo recordar.
—Fue una mala decisión que trajeras a Alex contigo, saldrá muy decepcionado luego de las preguntas —recalcó Emmanuel como si le hubiese leído la mente a Alex.
—Te equivocas, Emmanuel —respondió Alex sin estar seguro.
—Eso está por verse.
—Comencemos —dijo Luis mientras colocaba unas fotos sobre la mesa—. ¿Reconoces algunas de estas fotos?
—Sí —dije después de haberlas revisado cuidadosamente.
Muchos recuerdos vinieron a mi mente cuando vi las fotos sobre la mesa. Eran retratos de las víctimas sobre sus propios charcos de sangre. Solo una de ellas llamó mi atención y esperaba que Alex no la notara. Cuando él la miró, quedó inmóvil por unos minutos hasta que sus lágrimas comenzaron a deslizarse sobre sus mejillas. Una de mis peores pesadillas cobró vida.—Alex, lo la… —dije.—No puedo creer lo que estoy viendo, sabías lo importante que era mi hermano para mí y ahora él está muerto y todo por tu culpa —me interrumpió.—Alex no digas eso, no fue mi intención.—Prefiero no oírte —se levantó de la silla y nos dio la espalda.—Nadie te detiene Alex, puedes irte. No tienes ninguna obligación en acompañarnos, Adriana estará bien con nosotros —añadió Emmanuel.—¡Qué demonios haces! —susurró Carlos a Emmanuel— sabes que no lo podemos dejar ir.—Solo espera.—Se lo prometí —dijo Alex para sí mismo—, ¿por qué lo hiciste Adriana?, ¡porqué!—Entiéndelo, fui obligada a matar a tu hermano.
Pasaron las horas y escuchamos un sonido fuerte en la puerta junto a unos pasos que se aproximaban a toda velocidad. El ruido provocó que nos levantáramos de golpe. Carlos con Emmanuel sostuvieron a Alex de los brazos por detrás, mientras que Luis se acercaba eufóricamente hacia mí. Cogió de mis brazos y los colocó detrás de mi espalda bruscamente y empujó con fuerzas mi cuerpo contra la mesa haciendo presión en mi cabeza.—¡Déjenla! —gritaba Alex.—Me dirás en este momento dónde está Jaime o juro que lo pagarás con tu vida —dijo Luis mientras hacía más presión.—Mi cabeza…Con la misma fuerza que sostenía mis brazos contra mi espalda me arrojó hacia el piso. Golpeé mi cabeza con la esquina de una de las sillas. Entre inconsciente y con sangre que salía de mi frente, miraba como Alex intentaba deshacerse de Carlos y Emmanuel, pero sin éxito, mientras que Luis se acercaba por segunda vez, me levantó sujetando del cuello.—¡Dime dónde está!—¡No lo sé! —dije entrecortado.—Lo estás llev
—Él me pegaba y abusaba de mí —completé la frase entre sollozos.—¡Dios que impotencia!—Alex, estoy rota por dentro, desde hace tiempo me siento así.—Adriana, nada de esto es tu culpa —me abrazó con más fuerzas.—Sé que no es mi culpa, lo sé muy bien. Todo es culpa de Jaime.—De eso no cabe duda, todos sabemos que él…—No es mi verdadero padre.—Eso no iba a decir, espera un momento —me miró consternado—. ¿Qué quieres decir?—Él se convirtió en mi padrastro, pero no es mi verdadero padre —tomé un suspiro antes de continuar—. Mi verdadero progenitor le debía dinero y no tenía cómo pagarle y si no lo hacía nos mataría a todos, incluyendo a su amante. —¿Tenía una amante?, ¿por qué nunca me hablaste de ella?—Porque cuando nos conocimos solo vivía con Jaime, y no supe más de ellos —lo miré a los ojos por un momento—. Él me obligó a quedarme callada y si te decía algo a ti o a alguien más, lo pagaría muy caro.—¿Te pudo haber matado? —noté el miedo en sus ojos y a
—Jefe, no podemos quedarnos aquí para siempre. Debemos hallar la forma de salir de aquí —dijo Emmanuel a Luis.—Estoy pensando en eso —observó a los alrededores—. Debemos dividirnos, Emmanuel ve con Carlos y Alex, Adriana vendrás conmigo. Hay unas escaleras al final del pasillo que llevan a una salida alterna. No podemos permitir que se la lleven porque perderíamos la oportunidad de capturarlo.—Luis, hay más de diez hombres allá afuera. Lo conozco bien. Si salimos así nomás, los matarán a todos —dije.—Tienes razón, por eso te cogeremos a ti como escudo —dijo Emmanuel.—¡Están locos!, eso sería arriesgado —dijo Alex. Se giró a verme y notó mi expresión de tranquilidad ante la descabellada idea— ¿No estarás pensando en hacerlo?—Alex, es la única forma —le respondí mientras lo callaba con un beso en su mejilla.—Lo que dice Emmanuel es verdad, y debemos asegurarnos de qué lado se esconden —dijo Carlos—. Podemos deslizar una silla en el pasillo y escuchar de dónde provienen los disparo
—Cuídate mucho, te amo Alex.Fueron las palabras que escuchó Alex cuando recuperó la conciencia. Cuando notó que ya no estaba con él, sus lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, estaba más que seguro de que las palabras que escuchó fueron consecuencias del envión que recibió en el rostro e intentó remover la sangre de la comisura de sus labios. Carlos, Emmanuel y Luis permanecían inconscientes a unos metros, y eran los únicos que quedaban en el lugar.—¡Levántense, vamos!—¡Otra vez caímos en la trampa! —añadió Emmanuel—. Fue un error ir a esa cabaña, gracias a eso Jaime y sus hombres sabían dónde nos escondíamos.—No fue del todo un error. Fue un poco tonto de su parte si te pones a pensar —dijo Luis.—¿A qué se refiere, señor? —preguntó Carlos.—Adriana nos mencionó sobre la historia que su padre le contaba, debe tener alguna relación relevante —dijo Alex.—¡Exacto! Él creyó que Adriana no recordaría nada después de tantos años, pero lo hizo —dijo Luis.—¿Qué haremos ahora? ¿Qué h
—Adriana y yo nos conocimos cuando teníamos 6 años, sus verdaderos padres se mudaron cerca de mi casa y los invitamos para mi cumpleaños como bienvenida de sus vecinos. Ese día, estaba rodeado de muchos amigos de la escuela, pero a ninguno les prestaba atención como a ella, me había enamorado a primera vista, aun siendo un niño. Conversábamos cosas de pequeños, jugábamos a las escondidas, y otras cosas hasta lo que terminó mi cumpleaños. Mis padres y los suyos notaron lo feliz que éramos, por lo que no tuvieron problema en que pasáramos juntos todos los días, sea en mi casa o la de ella.—¿Estudiaron juntos en la primaria?—No, pero su escuela quedaba cerca de la mía, así que compartíamos el camino de regreso junto a nuestros padres. Todos los años era la misma rutina; compartíamos el camino de regreso, yo la invitaba a mi casa y ella a la suya hasta que pasaron 5 años.—¿Qué ocurrió?—Teníamos once años cuando su madre falleció, mis padres nunca me dijeron el porqué, aún era pequeño
—Si seguían juntos por qué…—Llegó el día en el que planeamos junto a Emmanuel su reencuentro, y no pude evitar sentir celos, mi comportamiento cambió, y eso afectó nuestra relación, creí que habíamos regresado porque ella sentía algo por mí, pero al final no quería sentirse sola.—Ella si te quería…—No lo suficiente como para no romper conmigo cuando te vio de nuevo.—No lo sabía…—Y aunque la quise siempre para mí, sabía que ella aún no te había superado. Creímos que, como se volvieron a encontrar, ella recordaría más sobre Jaime, pero no funcionó.—Y yo que creía que intentaban advertirme y todo este tiempo me estuvieron usando, ¡malditos imbéciles! —La biblioteca permaneció en silencio por unos segundos.—Dormiré, deberías hacer lo mismo —dijo Carlos tapándose con la sábana, ignorando el comportamiento de Alex.—¡Maldito! —maldijo Alex a Carlos—. Espero te sigas sintiendo culpable por todo lo que está pasando —Se acomodó bajo la colcha.—Solo espero que un día ella me perdone —su
—Parece que tengo fans conmigo —dijo Alex bromeando. —No exactamente, pero necesitamos trabajar, no podemos perder más tiempo, cada segundo, cada minuto, cuenta. —¿Nadie es normal aquí? Nadie se preocupa por su salud. —No hay tiempo para eso. Ellos nos están esperando en el comedor, tomarás tu desayuno y luego nos alcanzas en la sala de estudio; está a mano derecha del comedor, Edison te resguardará —dijo Carlos ignorando la actitud de Alex. —Así que va en serio lo de los guardias. —Sí, nos vemos después. Carlos se retiró y se dirigió a la sala de estudio donde lo esperaban Luis y Emmanuel mientras que Alex se sacudía la ropa para dirigirse al comedor. Tal como le había dicho Carlos, lo esperaba un omelette bien preparado y jugo de mora servido en copa de vino en su puesto; no pudo evitar comerlo con rapidez, su hambre no cesaba, no después por lo que tuvo que pasar. Terminó su plato y se dirigió a Edison. —¿Dónde queda la sala de estudio? —Sígame señor es por aquí. —¿Tú será