No sé en qué momento Nathan salió de mi habitación, era de mañana y me levanté sola en la cama, no sentía dolor en el brazo y hombro, pero si podía sentir mi mejilla hinchada, esto no se va a ver bien, me dije a mí misma. Me dirigí a la puerta y llamé a Lupe para que me pudiera ayudar a cambiarme, pero en su lugar contestó Nathan.—¿Señorita Adriana? —preguntó al subir las escaleras.—¿Dónde está Lupe?—Salió con Daniel.—¿Y Jaime?—Salieron los tres y no regresarán hasta la noche.—Genial, entonces solo somos nosotros —dije sarcásticamente.—Así parece, ¿necesita ayuda en algo?—Quiero tomar una ducha, pero no puedo sola.—Su mejilla —dijo con preocupación—. ¿Le duele?—Sí, ¿está bien hinchada?—Sí, un poco. Tendré que ponerle un poco de hielo otra vez.—Pero me ayuda primero a bañarme, en verdad lo necesito…—¿Se encuentra bien?—No, la verdad.Mi cuerpo se tambaleaba, y solo ocurría cuando me enfermaba de la regla, cogí mi vientre y sentía como me ardía por dentro. Reí sin parar al
Llegamos a casa y dejé las cosas en el baño, revisé mi rostro y estaba menos hinchado, me pregunto si alguien lo habrá notado. Me toqué para saber que tanto me dolía, y el dolor era menos, era aceptable, los cuidados de Nathan eran efectivos. Me cambié la toalla y bajé a la sala. Nathan estaba esperándome y percibió mi perfume. Se me acercó y me susurró—Huele muy rico.—Nathan…—¿Se lo puso a propósito?—Soy una chica, Nathan, puedo hacerlo ya que es muy normal entre nosotras.—Sé también que lo hacen cuando quieren probar, pero no estoy seguro de qué.—¿Qué tal si lo adivina mientras le indico cómo cocinar?—Sé cocinar.—Pero no con mi sazón.—Usted gana, me enseñará cómo cocinar su plato estrella.—No te burles.—Me parece muy graciosa que se porte de esta forma.—Puedo ser mala si me lo propongo.—No cabe duda. ¿Qué planea que cocinemos?—Chaulafán especial.—Una elección muy rica.—Solo me pregunto si Jaime tendrá todos los ingredientes.—¿Qué necesitamos? —preguntó fingiendo que
Me levanté en medio de la noche cuando noté que Nathan aún estaba a mi lado durmiendo plácidamente como un bebé. Se lo veía tan sexy y encantador que no pude evitar contemplarlo en silencio. Muchas veces le picaba la nariz y se rascaba, me reía cuando lo hacía parecía todo un infante. Me acerqué más y podía sentir su respiración sobre mi rostro, sus labios estaban un poco resecos, pero muy provocativos, definitivamente su boca no era pequeña. No pude aguantar las ganas de besarlo, ni siquiera abrió los ojos, como si lo estuviera esperando, y me dejó que lo besara, me rodeó con los brazos mientras me sobaba la espalda.—¿Qué hace señorita Adriana? —dijo con la respiración entrecortada.—Lo he soñado algunas veces…—¿Soñado? —preguntó confundido—. Adriana, ¿usted?—Me gustas Nathan… —Se sentó en frente de mí y me acarició la mejilla—. No tienes que corresponder, sé que no valgo…—No digas eso, estoy obsesionado contigo, Adriana.—¿Obsesionado conmigo o con mi caso? Son dos cosas distint
Era muy de mañana cuando abrí los ojos nuevamente, me dolía el vientre y decidí ir al baño. Me sentía del asco, pero no por lo que había pasado la anterior noche sino por mi periodo, era muy incómodo y aún así Nathan se había asegurado de hacerme sentir bien, aunque sea una noche. Estaba a punto de ingresar a la ducha cuando sonó la puerta. Era él, desnudo en frente de mis ojos, no podía creer que su pene estuvo dentro de mí la anterior noche.—¿Dónde estabas?—Tenía que venir al baño, me sentía muy asquerosa…—No, ayer estuviste sensacional y sabías muy rico.—Nathan…—Adriana…—¿Por qué no me esperas en mi habitación? —no sabía qué más decir, estaba muy nerviosa e insegura de que quisiera compartir ducha conmigo.—Ven.Me cogió de la mano y me llevó hasta la ducha, cerró la puerta y se colocó detrás de mí. Cogió el champú de la estantería para colocármelo en el cabello y darme leves masajes que comenzaban desde arriba hasta la parte detrás, me encantaba cómo se sentía y lo suave que
Me asomé en la ventana y los vi a Jaime y Nathan conversando, mi padrastro lucía muy alterado mientras que Nathan apacible, ¿cómo le hace?. Nathan notó mi presencia y llevó a Jaime a un lugar donde no los pudiera ver. ¿Qué tanto esconde? Me regresé a la cama y esperé hasta que Lupe viniera por mí. —Adriana, disculpe la demora, el señor y Nathan recién se fueron, debe estar con hambre.—Mucha.—Venga conmigo.—Espérame un rato —miré mi sábana y estaba totalmente cambiada. ¿Nathan lo hizo?—No se preocupe, Nathan me dio su sábana.—¡Que vergüenza!—No se preocupe, el señor Nathan me dijo sobre su regla, a buena hora que estuvo con él.—¿Solo le dijo eso?—Sí, ¿se siente bien?—Sí.—Bueno, debe desayunar para que pueda tomar la pastilla de los cólicos.—¿Quién es Laura?—Le contaré después de que desayune.Asentí y la seguí hasta el comedor, me senté en la silla de siempre y esperé hasta que sirviera mi plato. Le agradecí y se paró al otro lado de la mesa, ella tenía prohibido sentarse
Mi equipo de trabajo fue invitado a una de las convenciones de cómics más grandes del país, por lo que debíamos dejar organizado todo lo que necesitaríamos para el fin de semana. Carlos siempre fue mi gran apoyo y nunca cambió su trato conmigo pese a todos los roces que tuvimos y que nos llevó a terminar nuestra relación sentimental para que no influyera en nuestro flujo de trabajo; y aun así puedo decir con firmeza, que, si no fuera por él, probablemente no hubiésemos conseguido un puesto dentro de este gran evento. Siempre se categorizó por ser una persona ordenada y muy persuasiva, eran pocas las personas que se negaban a lo que él les pedía, incluyéndome.El día llegó y nos instalamos junto a los demás artistas, entre nacionales e internacionales. Luego de una mañana agotadora recorrí el lugar con Carlos. Todas las esculturas e ilustraciones de cada artista poseían detalles inigualables, y aunque en su mayor parte apuntaba a un ámbito conocido, los trabajos de él eran diferentes.
El bus paró en frente de mí dejando pasajeros. Subí y me senté en el cuarto puesto de atrás. Quería evitar las miradas de los demás y quería concentrarme en lo más importante, la salida. Mi alarma de las seis en el celular sonó y me levantó de un solo golpe, nos estábamos acercando a mi parada, y aún permanecía sentada.—¡Espere! —apreté el botón de parada y me bajé—. ¡Gracias!Di un traspié por estar muy volada, pero por suerte no me di de bruces contra el inmaculado suelo de la calle. Caminé lo más rápido que pude hacia el centro de convenciones. Emmanuel y Alex estaban esperando, estaban relajados conversando entre ellos, de seguro no era la primera mujer que los había hecho esperar.—Disculpen la demora, mi bus se retrasó y el tráfico era un desastre —agaché un poco mi cabeza por la vergüenza, tenía esa costumbre asiática que Carlos nunca comprendió por qué lo hacía.—No te preocupes, acabamos de llegar también —mintió Alex.—Mencionabas que el restaurante quedaba cerca de aquí —d
—¡Carlos!, me has estado siguiendo —dije sin pensarlo.—¡Claro que sí! ¿con qué derecho sales a solas con él? —preguntó como si esperaba que Alex perdiera el control.—Te dije que todas son iguales, Alex —dijo Emmanuel e intentó colocarse entre los dos.—¡Deja de meterte en mis asuntos, Emmanuel! —me miró—. ¿Estás saliendo con él?—No, no lo escuches. Él no tiene ningún derecho de hablarme de esa forma.—¿Por qué no le dices la verdad Adriana? Ayúdalo a recordar —dijo Emmanuel.—¿De qué está hablando? —me preguntó confundido.—Debemos irnos —dije mientras halaba de su mano.—¡Adriana, detente! —gritó Carlos, pero no obedecí.Sin embargo, al girar en un rincón oscuro, tres hombres encapuchados bloquearon nuestro camino. Nos miraron con ira en sus ojos. El que se encontraba frente a Alex golpeó su cara con el puño. Cayó inconsciente al suelo de inmediato. Mientras que el que estaba a mi lado me embistió con un golpe en mi estómago, me desvanecí junto a él. Podía sentir como nos llevaro