Mi equipo de trabajo fue invitado a una de las convenciones de cómics más grandes del país, por lo que debíamos dejar organizado todo lo que necesitaríamos para el fin de semana. Carlos siempre fue mi gran apoyo y nunca cambió su trato conmigo pese a todos los roces que tuvimos y que nos llevó a terminar nuestra relación sentimental para que no influyera en nuestro flujo de trabajo; y aun así puedo decir con firmeza, que, si no fuera por él, probablemente no hubiésemos conseguido un puesto dentro de este gran evento. Siempre se categorizó por ser una persona ordenada y muy persuasiva, eran pocas las personas que se negaban a lo que él les pedía, incluyéndome.
El día llegó y nos instalamos junto a los demás artistas, entre nacionales e internacionales. Luego de una mañana agotadora recorrí el lugar con Carlos. Todas las esculturas e ilustraciones de cada artista poseían detalles inigualables, y aunque en su mayor parte apuntaba a un ámbito conocido, los trabajos de él eran diferentes.
—Hola, nos encargamos de la elaboración de cómics como también de folletos guía para su diseño —dijo Carlos y extendió el folleto a uno de los dos chicos—, y como entidad queremos regalarte un ejemplar.
—Que gusto saber de ustedes, para mi compañero y para mí, será un placer recibirles —dijo mientras recibía el manual en sus manos—. ¿Ella también viene contigo?
Intenté esconder mi rostro de él, pero no lo conseguí. No había cambiado en nada, su cabello mantenía su color castaño que se volvía dorado cuando recibía iluminación directa y tampoco había ganado contextura, lucía tal cual lo recordaba hace seis años.
—Sí, ella también viene conmigo —respondió Carlos y se hizo a un lado.
—Hola, soy Adriana —lo miré y le extendí mi mano. Él la sacudió—. Noto que su afinidad va por la parte tridimensional, ¿de dónde son? —pregunté tímidamente.
—Hola Adriana, soy Alex, y venimos de la capital, Quito. Junto a mi compañero Emmanuel llevamos seis años en el negocio —sus ojos se deslumbraron como los de un niño cuando recibía su primer juguete—. Apreciamos el buen diseño y el concepto del arte en los cómics.
—Es…interesante —tartamudeé.
—Lo es, hemos trabajado para licencias de productoras conocidas. Ha sido todo un reto trabajar con alguna de ellas e incluso…
Y fue así como mi corazón volvió a latir cuando lo vi. Él era perfecto.
En el último día de la convención me acerqué nuevamente al puesto de Alex con la esperanza de poder encontrarlo y que su amigo Emmanuel no estuviera cerca. Él estaba conversando con su compañero y otros interesados en su trabajo, mientras que yo lo observaba desde un pilar, estaba sola y era mi única oportunidad para hablarle.
—¡Hey! Creo haberte visto el otro día —dijo Alex al notar mi presencia. Giré para ver si se dirigía a alguien más, pero era la única arrimada a un pilar observándolo.
—Sí, que gusto verte de nuevo.
—Ana, ¿verdad? —preguntó con tanta determinación como si estuviera seguro que así me llamaba.
—No, lo siento, es Adriana.
—Mucho gusto, Adriana. ¿Te acuerdas de mi compañero, Emmanuel? —se dirigió a él.
—Tranquilo, Alex, estoy seguro de que se acuerda de mí —se acercó y me saludó de la mano—. Es un gusto verte de nuevo, Adriana.
—Estuvimos leyendo tu folleto y nos pareció magnífico, ¿todos los que colaboraron tienen tu edad? —dijo Alex colocándose entre Emmanuel y yo.
—No todos, algunos llevan más años en el mundo del cómic que yo. Mi afinidad es la pintura —dije. Emmanuel y yo lo miramos como si esperábamos ver una reacción, pero no ocurrió.
—Lo siento, Adriana, tengo una llamada que atender —dijo Alex mientras se retiraba del puesto.
—Disculpa a mi amigo, hay algunas cosas en él que han cambiado con el tiempo —mencionó Emmanuel para captar nuevamente mi atención.
—No te preocupes, y ¿qué tal les ha ido hasta ahora? No creas que no sé lo que…
—Todo muy bien, tu gente nos ha recibido con los brazos abiertos —me interrumpió ignorando lo último que aludí.
—Emmanuel no pretendas que… —insistí.
—He vuelto —dijo Alex—, puedes creer que no conocen un buen lugar para comer —se colocó en medio de nosotros.
—Alex, nosotros investigamos sobre los restaurantes.
—Lo sé, pero nos encontramos con una lista enorme —dirigió su mirada cándida hacia mí—. Quizás tú sepas…
—No es apropiado, Alex —interrumpió Emmanuel.
—No, está bien, luego de la convención les puedo indicar sobre un lugar delicioso que no se encuentra lejos de aquí —Emmanuel regresó al puesto para atender a las personas que se acercaron.
—Tenemos que regresar en dos días, sería magnífico que pasáramos tiempo los tres —me miró fijamente—. ¿Te parece bien el día de mañana?
—Claro, podemos encontrarnos mañana en la salida.
—Alex acércate que tenemos gente con nosotros —reclamó Emmanuel.
—Alex, yo…
—Me parece perfecto —me interrumpió Alex—. Nos vemos mañana en la salida.
Me maquillaba los ojos frente al espejo mientras escuchaba mi canción favorita en Spotify, Unsteady de X-Ambassadors, me traía muchos recuerdos sobre mis padres, y era mi favorita cuando tenía una cita. De cierta forma buscaba llenar ese vacío con algún pretendiente. Siempre creía que no tendría suerte en el amor, y cuando tenía una salida con un chico guapo, no podía creerlo. Tenía el color conchevino y rojo pasión de lápiz labial y no estaba segura cuál escoger. Por mi tez blanca diría que el rojo, me asentaba mejor, y como dicen que también es el color favorito de los hombres no dudé en usarlo. Me apliqué un poco de rubor y cogí mi pequeña cartera para salir por la puerta.
—¿A dónde vas? —me preguntó Carlos. Se había levantado al oírme bajar las escaleras.
—No te debo explicaciones, saldré un momento y estaré de regreso antes de la merienda.
—¿Quieres que le avise a mamá?
—Yo le mandaré un mensaje, no quiero levantarla de su siesta —abrí la puerta.
—Espera —Carlos me retuvo del brazo—, no quise sonar sobreprotector y sé que ya no estamos juntos…
—Carlos estaré bien, puedo cuidarme sola —aparté mi brazo—, estaré de regreso antes de la cena.
Caminé diez minutos hasta la parada de bus más cercana. Hacía demasiado sol lo que me ponía aún más nerviosa e irritable. Muchos pensamientos y recuerdos me atormentaban y temía que Emmanuel y Alex lo notaran, ya que lo que menos quería causar, era una mala impresión en una primera, pero no tan primera cita, y aunque había un tercero, igualmente podía contarlo como cita. Nunca dejó de gustarme, y tampoco dejé de gustarle, hasta Carlos y Emmanuel lo notaron y no podía evitar sentir alivio al no ser la única.
El bus paró en frente de mí dejando pasajeros. Subí y me senté en el cuarto puesto de atrás. Quería evitar las miradas de los demás y quería concentrarme en lo más importante, la salida. Mi alarma de las seis en el celular sonó y me levantó de un solo golpe, nos estábamos acercando a mi parada, y aún permanecía sentada.—¡Espere! —apreté el botón de parada y me bajé—. ¡Gracias!Di un traspié por estar muy volada, pero por suerte no me di de bruces contra el inmaculado suelo de la calle. Caminé lo más rápido que pude hacia el centro de convenciones. Emmanuel y Alex estaban esperando, estaban relajados conversando entre ellos, de seguro no era la primera mujer que los había hecho esperar.—Disculpen la demora, mi bus se retrasó y el tráfico era un desastre —agaché un poco mi cabeza por la vergüenza, tenía esa costumbre asiática que Carlos nunca comprendió por qué lo hacía.—No te preocupes, acabamos de llegar también —mintió Alex.—Mencionabas que el restaurante quedaba cerca de aquí —d
—¡Carlos!, me has estado siguiendo —dije sin pensarlo.—¡Claro que sí! ¿con qué derecho sales a solas con él? —preguntó como si esperaba que Alex perdiera el control.—Te dije que todas son iguales, Alex —dijo Emmanuel e intentó colocarse entre los dos.—¡Deja de meterte en mis asuntos, Emmanuel! —me miró—. ¿Estás saliendo con él?—No, no lo escuches. Él no tiene ningún derecho de hablarme de esa forma.—¿Por qué no le dices la verdad Adriana? Ayúdalo a recordar —dijo Emmanuel.—¿De qué está hablando? —me preguntó confundido.—Debemos irnos —dije mientras halaba de su mano.—¡Adriana, detente! —gritó Carlos, pero no obedecí.Sin embargo, al girar en un rincón oscuro, tres hombres encapuchados bloquearon nuestro camino. Nos miraron con ira en sus ojos. El que se encontraba frente a Alex golpeó su cara con el puño. Cayó inconsciente al suelo de inmediato. Mientras que el que estaba a mi lado me embistió con un golpe en mi estómago, me desvanecí junto a él. Podía sentir como nos llevaro
—Solo diré que estuviste en el momento y lugar equivocado, no se suponía que deberías estar ahí.—¡Demonios, Adriana! —alzó su voz más de lo normal—. Siento que me hablas en códigos.—Fue un pillaje, los directivos de la ceremonia de arte no le pagaron a mi jefe y el saqueo fue una forma de cobrar las deudas.—Aunque eso incluyera vidas inocentes, y obras de valor, mis piezas y las de mi hermano.—Solo era una nueva forma de transportar drogas, ¿quién dudaría de una pintura?— ¡Es suficiente!, no quiero oír más.—¡Tienes qué oírme! Emmanuel nunca fue tu amigo. Él siempre fue y seguirá siendo un policía encubierto, que audazmente conocía todos nuestros movimientos, tanto él como parte de su gente actuaron como si fueran nuestros amigos, pero solo lo hicieron para sacarnos toda la información que buscaban —Alex se quedó atónito por unos minutos antes de responder.—Yo lo creía…—… ¿Tu amigo?, pues no. Te equivocaste, el que se hiciera pasar como tu amigo era parte del plan.—Pero ¿cómo
Ahora pude relacionar la voz del personaje misterioso que se rehusaba a demostrar su verdadera identidad, aquel hombre que solo provocó en mi secuelas irreparables, y que, si Jaime se enterara, él sería capaz de matarlo y disfrutar de cada segundo como una sinfonía de orquesta.—Sí, puedo estar seguro de que dijeron Luis, sabes ¿quién es él?—No, no sé quién es —aparté mi vista.—Adriana —tomó mis mejillas con sus manos—, necesito que me digas la verdad, sé que estás mintiendo.—No sé quién es, déjame en paz —me levanté bruscamente y aparté sus manos.—¿Qué ocurre contigo?, solo mencioné un nombre y reaccionas de esta forma. Estás siendo muy irracional en estos momentos —Se levantó y me rodeó con los brazos— ¡Mírame, por favor!—No quiero hablar de él —agaché mi cabeza.—Entonces lo conoces.—Sí.—No te obligaré a que me digas quién es el si eso te hace sentir mejor —elevó mi barbilla para que lo mirara—. Te haré otra pregunta si no te molesta, sabes ¿dónde estamos? estoy seguro de qu
Muchos recuerdos vinieron a mi mente cuando vi las fotos sobre la mesa. Eran retratos de las víctimas sobre sus propios charcos de sangre. Solo una de ellas llamó mi atención y esperaba que Alex no la notara. Cuando él la miró, quedó inmóvil por unos minutos hasta que sus lágrimas comenzaron a deslizarse sobre sus mejillas. Una de mis peores pesadillas cobró vida.—Alex, lo la… —dije.—No puedo creer lo que estoy viendo, sabías lo importante que era mi hermano para mí y ahora él está muerto y todo por tu culpa —me interrumpió.—Alex no digas eso, no fue mi intención.—Prefiero no oírte —se levantó de la silla y nos dio la espalda.—Nadie te detiene Alex, puedes irte. No tienes ninguna obligación en acompañarnos, Adriana estará bien con nosotros —añadió Emmanuel.—¡Qué demonios haces! —susurró Carlos a Emmanuel— sabes que no lo podemos dejar ir.—Solo espera.—Se lo prometí —dijo Alex para sí mismo—, ¿por qué lo hiciste Adriana?, ¡porqué!—Entiéndelo, fui obligada a matar a tu hermano.
Pasaron las horas y escuchamos un sonido fuerte en la puerta junto a unos pasos que se aproximaban a toda velocidad. El ruido provocó que nos levantáramos de golpe. Carlos con Emmanuel sostuvieron a Alex de los brazos por detrás, mientras que Luis se acercaba eufóricamente hacia mí. Cogió de mis brazos y los colocó detrás de mi espalda bruscamente y empujó con fuerzas mi cuerpo contra la mesa haciendo presión en mi cabeza.—¡Déjenla! —gritaba Alex.—Me dirás en este momento dónde está Jaime o juro que lo pagarás con tu vida —dijo Luis mientras hacía más presión.—Mi cabeza…Con la misma fuerza que sostenía mis brazos contra mi espalda me arrojó hacia el piso. Golpeé mi cabeza con la esquina de una de las sillas. Entre inconsciente y con sangre que salía de mi frente, miraba como Alex intentaba deshacerse de Carlos y Emmanuel, pero sin éxito, mientras que Luis se acercaba por segunda vez, me levantó sujetando del cuello.—¡Dime dónde está!—¡No lo sé! —dije entrecortado.—Lo estás llev
—Él me pegaba y abusaba de mí —completé la frase entre sollozos.—¡Dios que impotencia!—Alex, estoy rota por dentro, desde hace tiempo me siento así.—Adriana, nada de esto es tu culpa —me abrazó con más fuerzas.—Sé que no es mi culpa, lo sé muy bien. Todo es culpa de Jaime.—De eso no cabe duda, todos sabemos que él…—No es mi verdadero padre.—Eso no iba a decir, espera un momento —me miró consternado—. ¿Qué quieres decir?—Él se convirtió en mi padrastro, pero no es mi verdadero padre —tomé un suspiro antes de continuar—. Mi verdadero progenitor le debía dinero y no tenía cómo pagarle y si no lo hacía nos mataría a todos, incluyendo a su amante. —¿Tenía una amante?, ¿por qué nunca me hablaste de ella?—Porque cuando nos conocimos solo vivía con Jaime, y no supe más de ellos —lo miré a los ojos por un momento—. Él me obligó a quedarme callada y si te decía algo a ti o a alguien más, lo pagaría muy caro.—¿Te pudo haber matado? —noté el miedo en sus ojos y a
—Jefe, no podemos quedarnos aquí para siempre. Debemos hallar la forma de salir de aquí —dijo Emmanuel a Luis.—Estoy pensando en eso —observó a los alrededores—. Debemos dividirnos, Emmanuel ve con Carlos y Alex, Adriana vendrás conmigo. Hay unas escaleras al final del pasillo que llevan a una salida alterna. No podemos permitir que se la lleven porque perderíamos la oportunidad de capturarlo.—Luis, hay más de diez hombres allá afuera. Lo conozco bien. Si salimos así nomás, los matarán a todos —dije.—Tienes razón, por eso te cogeremos a ti como escudo —dijo Emmanuel.—¡Están locos!, eso sería arriesgado —dijo Alex. Se giró a verme y notó mi expresión de tranquilidad ante la descabellada idea— ¿No estarás pensando en hacerlo?—Alex, es la única forma —le respondí mientras lo callaba con un beso en su mejilla.—Lo que dice Emmanuel es verdad, y debemos asegurarnos de qué lado se esconden —dijo Carlos—. Podemos deslizar una silla en el pasillo y escuchar de dónde provienen los disparo