Maia Torres, una tímida mujer de veintiocho años, sin experiencia laboral, tuvo la mala suerte de conseguir su primer trabajo en las vísperas de año nuevo. Sus responsabilidades eran simples: debía repartir café y bebidas alcoholicas, comida y cobrarles a los clientes del bar, todo bastante simple, hasta que un atractivo y misterioso hombre se ofreció a multiplicar el sueldo del mes solo si lo acompañaba a su casa a pasar el año nuevo. Cansada de tantas ordenes de su jefe, quien la trataba como si fuera su perrito faldero, decidió aceptar la propuesta del desconocido sin imaginarse que tenía que actuar como su futura esposa frente a su familia. Se suponía que ella debía actuar solo por unas horas, pero la situación se salió de control y terminó siendo una farsa cada vez más grande a la que ya no podría controlar, ¿pero cuánto tiempo duraría esa mentira? ¿Cuánto tiempo ella debería seguirle el juego? ¿Y qué pasaría si esa farsa se convirtiera en algo real? El desconocido le debía un favor, y cansada de tantas mentiras y seguir fingiendo, ahora sería él quien debería seguir sus ordenes.
Leer másLas semanas pasaron sin noticias de Alex. Cada día que miraba mi teléfono, la esperanza se desvanecía un poco más. No sabía si estaba herido, enojado o simplemente había decidido a seguir adelante sin mí. La incertidumbre me carcomía, y mi vida se sentía como un constante estado de espera.En mi trabajo en la editorial, encontré cierto refugio en la rutina diaria. Sumergirme en la edición de manuscritos me permitía temporalmente escapar de la tormenta emocional que me envolvía. Sin embargo, las noches eran difíciles. Las horas solitarias me recordaban la falta de su presencia, y a menudo me encontraba repasando mentalmente nuestras conversaciones, tratando de entender qué había salido mal.Fue durante una de esas noches de insomnio cuando Henry, uno de mis colegas cercanos en la editorial, apareció en mi vida de una manera inesperada. Henry era un hombre tranquilo, con una pasión compartida por las palabras y la narrativa. A menudo, compartíamos nuestras ideas sobre proyectos y discut
Mis manos temblaban mientras doblaba una camiseta, incapaz de contener las lágrimas que empañaban mis ojos. Recordé los momentos felices que había compartido con Alex, las risas, los viajes juntos, las noches de complicidad. Había sido el amor de mi vida, y ahora estábamos al borde del abismo.La distancia emocional entre nosotros se había vuelto abismal desde que compartí la noticia de mi embarazo. Alex, el hombre al que había amado con todo mi corazón, no estaba preparado para ser padre. Su reacción había sido un muro frío que se alzaba entre nosotros, y nuestras conversaciones se habían vuelto tensas y llenas de silencios incómodos.Sabía que tenía que tomar una decisión, y tenía que ser rápida. No podía quedarme en Australia, en esta tierra que había sido testigo de mi felicidad y mi dolor. No podía quedarme con un hombre que no quería ser parte de la vida de nuestro hijo.Mientras colocaba una foto de nosotros dos en la maleta, me pregunté si alguna vez volvería a ver a Alex. Si
El anuncio de mi embarazo dejó un eco incómodo en la habitación, un silencio denso que parecía atrapar el tiempo en suspenso. Las palabras habían salido de mi boca con una mezcla de ansiedad y emoción, pero ahora enfrentábamos las consecuencias de una revelación que cambiaría nuestras vidas de maneras inimaginables.La expresión en el rostro de Alex era una mezcla de sorpresa, confusión y preocupación. Se quedó mirándome fijamente, como si tratara de asimilar la noticia.—Maia... —murmuró finalmente, su voz temblando ligeramente—. ¿Estás segura? ¿Hiciste un test de embarazo?Asentí con lentitud, sintiendo una oleada de inseguridad recorriéndome. Había compartido la noticia antes de tener resultados concretos, y ahora lamentaba la precipitación.—Hice un test de embarazo en el centro de salud esta mañana, y dio positivo. Pero para estar segura, programé un análisis de sangre para confirmar.Alex retrocedió un paso, como si mis palabras lo hubieran golpeado físicamente. Sus ojos se posa
Esa noche, después de haber enfrentado la verdad sobre los resultados del ADN, Alex y yo nos retiramos a nuestra habitación. A pesar de que una sensación de alivio flotaba en el aire, yo seguía lidiando con una tormenta emocional interna. La confusión y la traición que Amelia habían sembrado en nuestras vidas habían dejado cicatrices profundas.Alex me miró con preocupación mientras me sentaba al borde de la cama, sumida en mis pensamientos.—Maia, ¿estás bien? —preguntó con ternura, acercándose a mí.Asentí, pero sabía que no podía ocultar mis sentimientos por mucho más tiempo. Me volví hacia él y suspiré.—Alex, esta situación con Amelia, la manipulación y las mentiras... Me ha hecho dudar de muchas cosas. No sé si puedo seguir adelante con nuestra relación después de todo esto.Vi la sorpresa en su rostro mientras asimilaba mis palabras. No era mi intención herirlo, pero tenía que ser honesta con mis sentimientos.—Maia, entiendo que esto ha sido increíblemente difícil para ti, par
Era una mañana soleada cuando sonó el teléfono en nuestro apartamento. Alex y yo estábamos sentados en la sala de estar, desayunando, todavía lidiando con las secuelas de la revelación de Amelia. El ambiente estaba tenso y cargado de incertidumbre. Cada llamada telefónica o mensaje de texto nos llenaba de ansiedad, sin saber si sería otra táctica retorcida de Amelia. Alex y yo habíamos decidido enfrentar juntos la situación, sin importar cuán dolorosa y complicada se volviera. Nuestra relación había sido puesta a prueba de maneras que jamás habríamos imaginado, y ahora, con la noticia de que él podría ser el padre del bebé de Amelia, las tensiones se encontraban en su punto más álgido.Alex se levantó y miró el identificador de llamadas antes de contestar. Su expresión se tornó sombría mientras escuchaba al interlocutor en el otro extremo de la línea y me miró de reojo. Yo lo observaba con preocupación, preguntándome quién podría estar llamando en un momento tan delicado.Finalmente,
Las palabras de Alex me golpean como una descarga eléctrica. Los resultados del ADN son un tema delicado y una pieza crucial en el rompecabezas de mi vida que he estado tratando de resolver durante años. Trago saliva nerviosamente antes de responder.—¿Los resultados del ADN? —pregunto, sintiendo que mi corazón late con fuerza en mi pecho—. ¿Estás seguro de eso?Alex asiente solemnemente y toma mi mano, conduciéndome hacia el sofá para que podamos sentarnos juntos. La preocupación se refleja en sus ojos, y puedo ver que se preocupa profundamente por mi reacción ante esta noticia.—Sí, Maia. Esta mañana recibí una llamada del laboratorio. Los resultados del análisis de ADN que ordenamos finalmente están listos. El sobre se encontraba sobre la mesa de la cocina, esperando a revelar el resultado que habíamos estado esperando con ansias. Después de abrirlo juntos, Alex y yo desplegamos cuidadosamente el informe de la prueba de ADN. Mis ojos recorrieron las palabras impresas, y mi corazón
Ella entra con paso seguro y se adentra en la sala de estar, mirando a su alrededor con desdén. Me sigue de cerca, y cuando estoy a punto de decir algo, saca su teléfono y muestra las imágenes que había recibido previamente.—¿Qué tienes que decir al respecto, Maia? —pregunta con una sonrisa maliciosa.Mis mejillas se encienden de vergüenza mientras observo las fotos comprometedoras de Alex y yo en la pantalla de su teléfono. Las imágenes son íntimas y privadas, y no puedo evitar sentirme invadida y traicionada.—No sé cómo obtuviste esas fotos, pero no tienen relevancia alguna en nuestra vida actual —respondo, tratando de mantener la calma.Ella se ríe con desprecio y niega con la cabeza.—No finjas ignorancia, Maia. Estas fotos prueban que Alex te ha estado engañando conmigo desde el principio. Él nunca te ha amado de verdad.Mi corazón se retuerce ante sus palabras, pero sé que Alex y yo compartimos un amor genuino y profundo. No puedo permitir que Amelia intente sembrar dudas en m
Un día después de la tensa reunión con Amelia, nuestro hogar sigue impregnado de ansiedad. A pesar de las sombras de las acusaciones que aún nos rodean, Alex y yo estamos decididos a preservar nuestra relación y afrontar cualquier reto que se interponga en nuestro camino.Esta mañana, me despierto antes que Alex y decido prepararle el desayuno. Siempre me ha gustado cocinar sus platos favoritos como forma de expresar mi cariño. Mientras preparo un omelette con espinacas y queso, escucho pasos acercándose y una voz somnolienta que dice:—¿Qué estás haciendo, chef?Me giro para encontrarme con Alex, el cabello desordenado y los ojos entrecerrados por el sueño. Sonrío y me acerco para darle un beso tierno.—Te estoy preparando el desayuno, mi amor. Quiero que empieces el día con una sonrisa.Alex se sienta en la barra de la cocina y observa mientras termino de cocinar. El aroma del desayuno llena la habitación y pronto sirvo los platos en la mesa, añadiendo un toque de fruta fresca y jug
Me despierto temprano en la mañana y siento la brisa fresca del mar que entra por la ventana abierta. Alex duerme a mi lado, su respiración profunda y constante me reconforta. Aunque no he dormido bien durante las últimas noches, me siento en paz. Desde que supimos del embarazo de Amelia, las cosas han sido difíciles. Saber que va a tener un hijo de Alex ha sido un golpe duro para mí, pero he intentado mantener la calma y no dejar que mi relación con Alex se vea afectada por la presencia de Amelia en sus vidas.De repente, escucho un fuerte golpe en la puerta y me levanto de la cama de un salto. Miro a Alex y lo veo dormido, así que decido ir a ver quién es. Abro la puerta y me encuentro con Amelia, que me mira con desprecio.—¿Qué haces aquí? —pregunto, tratando de mantener la calma. ¿Cómo hizo para conseguir la dirección? Además, ¿cómo le da la cara de aparecer así?—Vine a hablar con Alex —dice ella, empujándome para entrar.—Alex todavía está durmiendo —le digo con firmeza, cerran