El interior de la casa está impecable, incluso hay un aroma a vainilla exquisito flotando en el ambiente, y la chimenea encendida le da al lugar un aspecto hogareño y familiar.
A unos metros, detrás de una puerta doble de madera, se pueden escuchar risas y cánticos divertidos. Trato de prestar un poco más de atención a la casa para lograr ver todos los detalles, pero el cuerpo de Alexander me obstaculiza la visión, y para qué negarlo, también me deja sin aliento.
—¿Estás lista? —me pregunta aproximándose un poco más a mí, a tan solo unos centímetros de mi rostro. Puedo sentir su cálido aliento con aroma a menta, por suerte, y una leve fragancia a nueces.
En un suave y fugaz movimiento, me quita el abrigo, dejando una caricia a medida que va desnudando mi piel. ¿Cómo un gesto tan imperceptible puede provocarme un cosquilleo tan intenso? Se aleja para colgar el saco en una percha y luego regresa, mirándome con una pequeña sonrisa.
—No me contestaste —dice—, ¿estás lista o no?
Asiento rápidamente con la cabeza y me aclaro la voz antes de hablar, porque estoy segura de que voy a tartamudear a causa de los nervios.
—Sí, sí, estoy lista… creo —agrego en tono cada vez más bajo. Suelta una risita y me toma de la cintura para empujarme hasta la puerta que nos separa de su familia.
En menos de un parpadeo, tengo a veinte pares de ojos mirándome con atención, en silencio. Creo que no se escucha ni el zumbido de una mosca, y estoy tan incómoda que deseo que la tierra se abra y me trague lo más pronto posible.
—Familia —comienza a decir Alexander—. Les presento a mi prometida, Maia.
A la mitad de los presentes, en su mayoría gente grande, se les cae la mandíbula de la sorpresa, y a la otra mitad, los jóvenes, parece hacerles gracia, ya que comienzan a reírse sin disimulación.
—¿Es en serio? —interroga una mujer poniéndose de pie, por sus rasgos faciales y sus ojos azules puedo darme cuenta de que es la madre de mi acompañante. Me mira con intensidad antes de clavarle los ojos a su hijo—. ¡No nos dijiste nada, Alexander!
—¡Era una sorpresa! —exclama el nombrado ampliando su sonrisa. Guau, qué buen actor, pienso con ironía—. No seas mal educada, mamá…
—Ay, nena, perdón —dice la señora, ahora mirándome con pena—. Es que esto es tan… extraño y nos tomó por sorpresa. No teníamos idea de que ibas a venir, eh… ¡Francis, trae una silla para Maia! Háganle un lugar al lado de Alex.
Todos comienzan a mover sus sillas y platos para dejar un espacio vacío al lado de la única silla sin ocupar.
—Perdón, mamá, debería haberte avisado de que iba a traer compañía, pero fue algo de último momento —continúa el muchacho. Trato de no poner los ojos en blanco, literalmente fue algo de última hora.
—No te preocupes, nos pone felices que hayas traído una mujer para presentarnos, ¿no? —contesta la mujer, haciéndole un gesto a los invitados para que respondan, asienten con algo de duda en sus rostros y siento que me hago cada vez más pequeña. Quiero desaparecer.
Piensa en los diez mil dólares, dice la voz de mi conciencia.
—Querida, yo me llamo Emma, él es mi esposo, Joseph, mi hijo Francis y la pequeña Sophia —agrega señalando a medida que nombra. Son todos rubios de ojos claros, ¿en qué clase de secta estoy? De repente me siento extraña siendo la única morena del grupo, incluso debo ser la única latina de la familia—. Al resto los irás conociendo, pero son tíos y primos.
—Hola a todos —saludo esbozando una tímida sonrisa.
—Ven, vamos a sentarnos —manifiesta Alex tomando mi mano y tirándome hacia nuestros respectivos asientos.
La mesa ya está puesta, con grandes cantidades de guisantes, pavos, pan de maíz, papas y salsas. Todo está demasiado ordenado, y tengo miedo de romper todo, ya que se ve que es una porcelana muy frágil.
Comienzan a pasarse las bandejas con comida para que cada uno se sirva su porción, y cuando todos ya están listos, se toman de sus manos para hacer una oración. Debo admitir que yo no soy creyente y que esto me parece una perdida de tiempo, pero decido no decir nada, al fin y al cabo, son sus costumbres y yo no soy quién para romperlas.
—Hijo, ¿quieres hacernos el honor de decir unas palabras? —dice Joseph mirando a Alex, quien bufa por lo bajo.
—Este… bueno —refunfuña—. Quiero agradecer a Dios o a cualquier otra fuerza divina que me haya guiado hasta mi futura esposa y agradecer a mis padres por haberme dado la vida, la cual voy a empezar a disfrutar a partir de ahora porque año nuevo, vida nueva. Gracias a todos por venir, paz para el mundo, amén.
La madre lo mira con una mueca de desaprobación, pero aún así le agradece. Me dio un poco de gracia, pero trato de que no se me note en el rostro. La que me faltaría es empezar con el pie izquierdo. Sé que no tendría que importarme, ya que solo voy a verlos esta noche, pero no quisiera arruinar la cena y mucho menos los planes de Alex. Le sonrío con complicidad al recordar que me llamó futura esposa y él no tarda en guiñarme un ojo de manera juguetona.
—¿En dónde se conocieron? —quiere saber una señora de un aspecto muy agradable que está sentada frente a mí. Lo miro a Alexander para que sea él quien conteste, no quiero meter la pata.
—En una fiesta de graduación —replica con total seguridad—. Mi amigo, Mark, se recibió de abogado y me invitó, y allí estaba esta hermosa dama, que se estaba graduando de una licenciatura en letras.
—Así es —expreso.
—¿Y eso hace cuánto fue? Pensé que Mark se había recibido el año pasado —comenta su madre con tono sospechoso.
—Sí, fue el año pasado… —miente Alex. Espero que esta gente nunca vea mi título.
—¿Y no la presentaste hasta ahora? —interroga Francis arqueando las cejas. Se nota que es bastante joven, debe estar en la adolescencia, no sé si terminó la secundaria.
—No quería presentarla hasta que fuera algo serio —contesta mi acompañante apretando mi pierna por debajo de la mesada, como si quisiera que lo apoyara, aunque al mismo tiempo provocó un ardor por todo mi cuerpo. Aclaro mi garganta.
—Igual fue mi culpa —expreso tratando de sonar con tranquilidad—. No quise que me presentara antes porque soy de encariñarme muy rápido y sentía que si no funcionaba nuestra relación me iba a poner muy triste de alejarme de ustedes…
Todos se quedan en silencio, mirándose entre sí, lo que me pone bastante nerviosa, hasta que, finalmente, Joseph habla.
—Bueno, da igual el momento en que nos haya presentado, ahora quiero darte la bienvenida a nuestra familia y propongo un brindis por los prometidos.
M****a, creo que se lo están tomando muy en serio. Les sigo el juego y brindamos, pero por dentro muero de miedo. ¿Cómo voy a hacer para escapar de esta situación? Espero que Alex tenga un buen plan para darle un fin a esta mentira después de la medianoche.
Alexander me deja sola en la mesa, con todos sus familiares mirándome con interés, mientras él se va a ayudar a su madre a lavar los platos —o eso es lo que dice que va a hacer—. A pesar de que estoy tratando de hacer lo posible para no escaparme de la situación, me siento cada vez más incómoda y estresada, ya se me acabaron las ideas para seguir aguantando esto y, por más que necesito el dinero, creo que no lo vale.—¿Ya pusieron una fecha de casamiento? —me pregunta la tía de él, quien se presentó como Hannah.Para ganar algo de tiempo y pensar en una buena respuesta, le doy un trago a mi jugo de naranja y me aclaro la garganta antes de hablar.—Bueno… la verdad es que todavía no pensamos en eso —expreso rascándome la nuca con nerviosismo.—Yo sí —me interrumpe Alex apareciendo de la nada misma, y me dedica una sonrisa tensa. Arqueo las cejas a modo de interrogación—. Ya tengo la fecha, pero es sorpresa.—¿Cómo que sorpresa? —inquiere Hannah—. ¡Eso no puede ser! Ella tiene que hacer
Suspiro con desgana mientras observo cómo el cierre de mi valija se rompe debido a la carga de ropa que le metí, o quizás porque ya estaba demasiado vieja. —No te preocupes —dice Alex, haciéndome saltar del susto, no me había dado cuenta de que estaba detrás de mí—. Voy a buscar cajas y guardamos tus cosas ahí.—Está bien, gracias.—Dame cinco minutos, ya regreso.Asiento con la cabeza y él desaparece por la puerta. Me golpeo la cabeza contra la pared repetidas veces, tratando de contener el impulso tan estúpido de volver a besarlo. Anoche, cuando salimos de esa antigua habitación con la respiración agitada y desalineados, terminamos de convencer a su familia de nuestro romance, aunque su madre sí nos miraba con los ojos un poco entrecerrados. De todos modos, eso era lo que menos me importaba, si no que, de repente, le empecé a prestar un poco más de atención a Alex, tratando de descubrir qué era lo que tenía que tanto me hechizaba. Supuse que eran sus ojos azules tan atrayentes o e
Alex no me deja de mirar mientras desayunamos y siento que quiere decirme algo, pero no sabe cómo.Arqueo las cejas en su dirección y se remueve en el asiento con incomodidad, aunque sigue sin hablar. Hace de cuenta que toma su jugo de naranja y come un tostado de jamón y queso con lentitud, saboreándolo tanto que se nota cómo está estirando el tiempo lo más posible.De todos modos, aprovecho ese instante para admirar cómo se ve en su pijama de cuadrillé azul, es la primera vez que lo veo sin traje y hay que decir que se ve muy bien, incluso recién levantado.Suspira y deja su vaso vacío a un lado, junta las migas con su meñique y vuelve a mirarme.—¿Dormiste bien? —me pregunta.—La verdad que sí, el colchón es muy cómodo —respondo untando mantequilla en una tostada con desinterés.—Mi cama es mucho más cómoda —comenta esbozando una pequeña sonrisa—. En fin, ¿ya terminaste de desempacar?—Todavía no, me faltan la mitad de las cosas. Seguro hoy termino.Se queda en silencio y asiente c
—Necesito una ducha caliente ya mismo —dice cerrando la puerta de casa—. Creo que tengo las manos congeladas. —Menos mal que tenía guantes puestos —comento con tono divertido mientras voy sacándome cada prenda y colgándola en el perchero del recibidor. —Fue mala idea quedarnos jugando en la nieve, ahora solo tenemos media hora para prepararnos, van a empezar a venir los de catering, y la organizadora y todo… —¿Contrataste a una organizadora? —lo interrumpo. —Claro, yo no sé hacer fiestas, le dejo la presión a otra persona. —Se ríe—. No te preocupes, va a salir todo bien. Me da un beso en la frente antes de subir corriendo las escaleras y dejarme sola en medio de la sala. ¿Un beso en la frente? ¿Qué le pasa a este hombre? ¿Será que quiere acostarse conmigo? Bueno, creo que no tengo dudas sobre eso, pero voy a tener que resistir. Si llega a pasar, no va a haber vuelta atrás, voy a terminar de enamorarme y eso sería muy malo. —¡Los voy a matar! —grita Alex desde su habitación. F
Bajamos hasta la sala principal, y casi trastabillo al final al notar que hay, por lo menos, cien personas más de las que dijo.Él también se muestra bastante desconcertado, y toma mi mano con más fuerza al darse cuenta de que casi me caigo. Los invitados nos aplauden y comienzan a felicitarnos a medida que pasamos a través de ellos, pero me siento aturdida y lo único que puedo hacer es seguir a Alex y no sacarle la vista de encima.Se detiene frente a todos y se aclara la voz. Me toma de la cintura para pegarme más a su cuerpo y comienza a hablar.—Guau… la verdad que no me esperaba tanta repercusión —dice riendo con incomodidad—. Dije que iba a ser algo íntimo, con familiares y amigos más cercanos, pero veo que alguien se tomó la libertad de mandar más invitaciones por mí. —Mira directo a su madre—. Obviamente que son todos bienvenidos, pero me podrían haber avisado, así preparaba algo mejor… En fin, de todos modos, gracias por venir.—Lo que pasa es que Alex Byrton no se casa tan f
Me da risa la manera en la que Alex no me saca la vista de encima, con tal de que no tome ni una copa.Cada paso que doy, él me sigue, hasta tal punto que en un momento lo siento tan pegado a mí que casi me caigo. Esto puede ser divertido, pero al mismo tiempo, un tanto molesto. ¿Me seguirá hasta el baño? De todos modos, ni siquiera sé por qué dije eso. Estoy segura de que podría besarlo aún más estando borracha, así que, dentro de todo, me ayuda bastante estar sobria. Si intenta besarme, pensaré alguna excusa para que no lo haga, aunque ni yo me lo creería. —¿En qué estás pensando tanto? —pregunta en mi oído, haciéndome saltar del susto.—En nada —replico encogiéndome de hombros.—¿No te estás divirtiendo? —quiere saber con tono irónico. Giro para mirarlo y le dedico una sonrisa forzada.—La verdad que no… —Hago puchero con la boca y arquea una ceja—. Me dijiste que tenemos que disfrutar la fiesta, pero estoy demasiado aburrida.—Bueno, yo conozco una manera en la que podemos diver
Me levanto el lunes a la mañana con más sueño que energía. Veo que son las 9 de la mañana, no se escucha absolutamente nada en la casa y, al entrar a la cocina para tomar el desayuno, encuentro una nota pegada en la heladera con un imán de corazón. Esta noche a las 8, primera clase de baile. Te paso a buscar después del trabajo. Alex Frunzo el ceño. ¿Cómo que nos anotó de verdad a la clase? ¡Yo pensé que lo había dicho para hacer feliz a su mamá por un momento! No lo puedo creer, si apenas pasaron tres días de la fiesta. Bufo y niego con la cabeza, que ni crea que voy a ir a ese lugar. Tengo dos pies izquierdos y lo que menos quiero es pasar vergüenza frente a él. Además, en todo caso, ¿de qué me serviría aprender a bailar si ni siquiera nos vamos a casar de verdad? Ahora que lo pienso… ¡vamos a tener que fingir con absolutamente todo! Vamos a tener que hacer de cuenta que estamos organizando todo como si fuera real, ¡el vestido de novia! Seguro Emma va a querer acompañarme a compr
Alex es muy puntual, y a las ocho estamos parando frente a un lugar bastante extraño y misterioso. Las luces de la fachada dejan mucho que desear y, para colmo, pareciera que está cerrado.—¿Estás seguro de que esto está abierto? —le pregunto cuando toca la puerta y nadie abre. Esboza una media sonrisa y asiente.—Solo estoy verificando que no haya nadie —comenta en un murmullo. Un instante después, saca la llave de su bolsillo, y abro la boca con sorpresa al ver que estamos en un patio de juegos. Es demasiado grande, y hay de todo, desde arcades, castillos inflables, hasta un Paintball. Lo mejor de todo es que está vacío, por lo que podemos usar lo que se nos antoje. Creo que este es un sueño que tenía de niña, estar un lugar recreativo solo para mí. —Bueno, yo siempre hablo de que debemos divertirnos, ¿no? —pregunta sonriendo—. Ya que no podemos divertirnos sacándonos la ropa, debemos hacerlo como si fuéramos niños —continúa.—¡Es genial, Alex! Prefiero divertirme de esta manera —