—Necesito una ducha caliente ya mismo —dice cerrando la puerta de casa—. Creo que tengo las manos congeladas.
—Menos mal que tenía guantes puestos —comento con tono divertido mientras voy sacándome cada prenda y colgándola en el perchero del recibidor.
—Fue mala idea quedarnos jugando en la nieve, ahora solo tenemos media hora para prepararnos, van a empezar a venir los de catering, y la organizadora y todo…
—¿Contrataste a una organizadora? —lo interrumpo.
—Claro, yo no sé hacer fiestas, le dejo la presión a otra persona. —Se ríe—. No te preocupes, va a salir todo bien.
Me da un beso en la frente antes de subir corriendo las escaleras y dejarme sola en medio de la sala. ¿Un beso en la frente? ¿Qué le pasa a este hombre? ¿Será que quiere acostarse conmigo? Bueno, creo que no tengo dudas sobre eso, pero voy a tener que resistir. Si llega a pasar, no va a haber vuelta atrás, voy a terminar de enamorarme y eso sería muy malo.
—¡Los voy a matar! —grita Alex desde su habitación. Frunzo el ceño y decido subir a ver qué pasa, no sé si debería, pero la curiosidad me mata.
En cuanto me asomo por la puerta, me encuentro con él semidesnudo, con apenas una toalla blanca envolviendo su cintura y, por más que me obligo, no puedo apartar la mirada. Su cuerpo está bien marcado, tiene una silueta tan masculina que hasta estoy sospechando que fue creado por algún dios, y de repente mi imaginación vuela y me dan ganas de descubrir aquello que la toalla está tapando.
Sacudo la cabeza y continúo prestándole atención a la escena, ¿a quién le está hablando?
Me acerco un poco más y sonrío al ver la situación. Sus tres labradores están sentados frente a él, con expresión de haber hecho algo malo, mientras él los sigue retando como si fueran niños. Me causa mucha ternura y no logro aguantar la risa, lo que le anuncia que lo estaba espiando. Aunque me da un poco de vergüenza, a él parece no importarle, ya que también se ríe conmigo.
—¿Puedes creer lo que hicieron? —me pregunta, haciendo un gesto para que me acerque a él.
Me señala su cama, la cual está completamente embarrada y sus almohadas están rotas, con todas sus plumas por toda la habitación.
—Lo peor de todo es que apenas son cachorros, y no puedo ni siquiera castigarlos —continúa—. Mírales su carita…
Los tres inclinan su cabeza al mismo tiempo, con esa expresión de perrito que dan ganas de comerlos a besos… como a su dueño.
—Tengo que ordenar todo esto antes de que vengan los invitados, mi madre siempre sube para ver que esté todo ordenado y me va a matar si llega a ver esto —agrega bufando—. No me da el tiempo.
—No te preocupes, tú ve a bañarte y yo ordeno —respondo, abre la boca para dar su objeción, pero le hago un gesto con la mano para que no diga nada—. De verdad, Alex, no tengo problema en limpiar.
—Entonces te ayudo, si lo hacemos juntos, vamos a terminar más rápido —contesta—. Voy a buscar sábanas y la escoba… —Suspira y comienza a caminar hacia la puerta—. Debería haber tenido gatos, el tuyo solo duerme y come.
Suelto una carcajada mientras comienzo a sacar las fundas de la cama. Es increíble el desastre que hicieron sus tres perritos, pero él tiene razón, son tan tiernos que ni siquiera dan ganas de castigarlos.
Alex regresa con sábanas limpias y los objetos para limpiar, así que entre ambos logramos dejar la habitación impecable en menos de veinte minutos. Aunque, debo admitir que, si no me hubiera distraído tanto con su cuerpo, hubiera hecho aún más rápido.
—Muchas gracias, Maia —me dice—. No sé qué haría sin ti, eres como una especie de ángel para mí, me ayudas en todo y aguantas todas mis locuras.
—No es nada, de todos modos, no tenía nada que hacer —contesto, evitando sus ojos azules—. Y, la verdad, es que fuiste tú el que me rescató, así que estamos a mano.
Me sonríe y se aclara la voz mientras mira su reloj de pulsera, hace una mueca de asombro y vuelve a dirigir sus ojos a mí con expresión sorprendida.
—Solo tenemos diez minutos para bañarnos —manifiesta—. ¿No quieres ducharte conmigo? Ahorraríamos agua y más tiempo. O mejor no, creo que tardaríamos más —agrega mirándome de arriba abajo y se relame los labios.
No pasa ni un segundo, pero ya siento mis mejillas ardiendo. ¿Por qué tengo que sonrojarme tan rápido? ¡Lo odio!
—Era una broma, Maia, no hace falta que me mires con esos ojitos asustados —suelta riéndose—. Por cierto, contraté a una estilista para ti, me había olvidado de decirte. Puedes quedarte en bata, ella te ayudará a vestirte, maquillarte y peinarte.
—No te estaba mirando con ojos asustados —replico sin prestarle atención a todo lo que dijo después de eso.
—¿Ah, no? —inquiere esbozando una sonrisa torcida, y da un paso más hacia mí—. ¿Cómo me mirabas, entonces?
—No sé, pero no era miedo.
—Bueno, solo tengo dos opciones, basándome en tu expresión, podría ser susto o… —Se acerca tanto a mí que puedo sentir el calor emanando de su piel. Pega sus labios a mi oído y termina de hablar en un susurro que me estremece—. Deseo.
—Son cosas muy diferentes —comento tratando de que mi voz no tiemble. Asiente con la cabeza y me mira a los ojos con intensidad—. ¿Qué te hace pensar que estaba mirándote de esas formas?
—Se nota, Maia. Tenías los ojos bien abiertos, la boca entrecerrada, tus mejillas sonrojadas y tu respiración algo entrecortada… —Se queda en silencio y acaricia mis pómulos con su pulgar—. Ahora que lo pienso, puede ser que sea más deseo que miedo.
—No era ninguna de las dos —miento, sabiendo que me descubrió. Su sonrisa se amplía porque el maldito sabe que no estoy diciendo la verdad.
—¿Entonces qué era? —inquiere, arqueando una ceja.
—Curiosidad —respondo encogiéndome de hombros—. Con respecto a eso de que soy un ángel para ti.
—En ese caso… Es una pena que no sientas deseo por mí, porque yo sí lo siento por ti, te deseo demasiado y no entiendo por qué tengo tantas ganas de ti… —es lo único que dice antes de alejarse—. Apurémonos, ahora nos quedan solo cinco minutos —agrega desapareciendo por la puerta del baño.
Acaba de decir que siente deseo por mí, así como si nada, sin miedo, sin tapujos, sin pelos en la lengua… ¿Cómo puede ser tan seguro de sí mismo y no tener vergüenza? Yo soy todo lo contrario y creo que ahora no podré ni mirarlo a la cara.
Chasqueo la lengua y voy rápidamente a meterme a la bañera. Si bien me bañé esta mañana, no me vendría mal despejarme un momento y olvidar lo que acaba de suceder, aunque no creo que lo logre. ¿Cómo voy a sacar de la cabeza esa manera en la que me dijo que me desea? Va a ser imposible.
Escucho que suena el timbre y, unos minutos después, la voz de Alex desde el otro lado de la puerta me saca de mi ensoñación.
—Maia, ya llegaron los empleados, ¿te falta mucho?
—No, ya terminé —manifiesto, saliendo de la bañera y quitándole el tapón al desagüe.
Me seco rápidamente y, tal como me dijo él, me dejo la bata en camino a mi habitación. Allí hay una chica rubia abriendo una caja de maquillaje y saca de una bolsa mil utensilios para el pelo. Abro la boca con sorpresa al ver que tiene tantas cosas que podría traer la peluquería entera.
—Hola, Maia, mi nombre es Liliane, soy tu estilista el día de hoy y te aseguro que vas a quedar preciosa —se presenta con una sonrisa. Es una muchacha joven, apenas debe llegar a mi edad, y también es muy bonita.
—Confío en ti, Lily —replico estrechando la mano que está tendiéndome.
Siempre me costó hacer amigas, pero en el tiempo que ella se dedica a prepararme, entablamos una buena conversación hasta tal punto que terminamos riendo y prometiendo una salida de chicas el fin de semana. La verdad, es que necesito otra compañía además de Alex. Quizás el hecho de que lo deseo sea porque no conozco a otras personas.
—Eres la novia más linda del mundo —expresa mi acompañante en cuanto termina de maquillarme, con un tono bastante sutil y romántico.
—¡Eso es gracias a ti! —exclamo abrazándola. Tengo que decirlo, hizo un excelente trabajo—. ¿Te vas a quedar a la fiesta?
—Me encantaría, pero tengo que seguir trabajando —replica haciendo una mueca de tristeza—. Pero no me olvido de que tenemos una salida pendiente, así que cuando quieras, puedes llamarme.
—¡Genial! Estoy segura de que la vamos a pasar muy bien…
Un par de golpes en la puerta interrumpen nuestra charla y, al instante, Alex entra ya vestido de una manera muy elegante, con un traje negro, moño en el cuello y el cabello muy bien peinado hacia atrás. Tengo miedo de que se note cómo se me cae la baba.
—Bueno… yo los dejo —dice Lily guardando sus cosas con velocidad, notando la tensión en el ambiente—. Señor Byrton, muchas gracias por confiar en mi trabajo.
—Es excelente, Liliane, muchas gracias a ti. El pago ya está hecho.
—Gracias, disfruten la fiesta, buenas noches.
Y desaparece tan rápido que parece un rayo. Alex se ríe por lo bajo y se acerca a mí, sin dejar de observarme.
—Estás hermosa —comenta—. Te dije que ese vestido iba a quedarte bien.
—Tienes buen gusto, quizás debería dejar que me compres toda la ropa que quieras.
—Maia, me quiero disculpar por lo que te dije hace un rato. No quería incomodarte, fui un estúpido al decirte que te deseo, no quiero que pienses mal de mí, ni que pienses que me voy a aprovechar de ti…
—No te preocupes —murmuro, y suelto un suspiro—. Alex, yo también siento deseo por ti, pero lo mejor es no hacerlo realidad, porque… no te voy a mentir, me enamoro rápido, y no quiero salir lastimada.
Se queda en silencio, mirándome con atención. Es tanto su silencio, que hasta comienzo a pensar que no hice bien en decirle aquello.
—Está bien, tratemos de mantener la cabeza fría y recordar que solo estamos fingiendo —contesta finalmente.
—Exactamente, solo estamos fingiendo —repito. Toma mi mano y me da un beso en el dorso antes de sonreír.
—Entonces, ¿estás lista para hacer tu mejor actuación? —pregunta alzando las cejas.
La verdad es que no, pero ya que estamos en el baile, tendré que bailar. Al menos ahora dejé en claro lo que siento por él, y pareció entenderlo, el problema es… ¿cuánto tiempo aguantaremos y fingiremos que no pasa nada entre nosotros?
Hola! Espero que estén disfrutando de la historia! No se olviden de seguirme y de agregar la historia a la biblioteca para no perderse ninguna actualización, espero sus comentarios. Gracias por leer!!
Bajamos hasta la sala principal, y casi trastabillo al final al notar que hay, por lo menos, cien personas más de las que dijo.Él también se muestra bastante desconcertado, y toma mi mano con más fuerza al darse cuenta de que casi me caigo. Los invitados nos aplauden y comienzan a felicitarnos a medida que pasamos a través de ellos, pero me siento aturdida y lo único que puedo hacer es seguir a Alex y no sacarle la vista de encima.Se detiene frente a todos y se aclara la voz. Me toma de la cintura para pegarme más a su cuerpo y comienza a hablar.—Guau… la verdad que no me esperaba tanta repercusión —dice riendo con incomodidad—. Dije que iba a ser algo íntimo, con familiares y amigos más cercanos, pero veo que alguien se tomó la libertad de mandar más invitaciones por mí. —Mira directo a su madre—. Obviamente que son todos bienvenidos, pero me podrían haber avisado, así preparaba algo mejor… En fin, de todos modos, gracias por venir.—Lo que pasa es que Alex Byrton no se casa tan f
Me da risa la manera en la que Alex no me saca la vista de encima, con tal de que no tome ni una copa.Cada paso que doy, él me sigue, hasta tal punto que en un momento lo siento tan pegado a mí que casi me caigo. Esto puede ser divertido, pero al mismo tiempo, un tanto molesto. ¿Me seguirá hasta el baño? De todos modos, ni siquiera sé por qué dije eso. Estoy segura de que podría besarlo aún más estando borracha, así que, dentro de todo, me ayuda bastante estar sobria. Si intenta besarme, pensaré alguna excusa para que no lo haga, aunque ni yo me lo creería. —¿En qué estás pensando tanto? —pregunta en mi oído, haciéndome saltar del susto.—En nada —replico encogiéndome de hombros.—¿No te estás divirtiendo? —quiere saber con tono irónico. Giro para mirarlo y le dedico una sonrisa forzada.—La verdad que no… —Hago puchero con la boca y arquea una ceja—. Me dijiste que tenemos que disfrutar la fiesta, pero estoy demasiado aburrida.—Bueno, yo conozco una manera en la que podemos diver
Me levanto el lunes a la mañana con más sueño que energía. Veo que son las 9 de la mañana, no se escucha absolutamente nada en la casa y, al entrar a la cocina para tomar el desayuno, encuentro una nota pegada en la heladera con un imán de corazón. Esta noche a las 8, primera clase de baile. Te paso a buscar después del trabajo. Alex Frunzo el ceño. ¿Cómo que nos anotó de verdad a la clase? ¡Yo pensé que lo había dicho para hacer feliz a su mamá por un momento! No lo puedo creer, si apenas pasaron tres días de la fiesta. Bufo y niego con la cabeza, que ni crea que voy a ir a ese lugar. Tengo dos pies izquierdos y lo que menos quiero es pasar vergüenza frente a él. Además, en todo caso, ¿de qué me serviría aprender a bailar si ni siquiera nos vamos a casar de verdad? Ahora que lo pienso… ¡vamos a tener que fingir con absolutamente todo! Vamos a tener que hacer de cuenta que estamos organizando todo como si fuera real, ¡el vestido de novia! Seguro Emma va a querer acompañarme a compr
Alex es muy puntual, y a las ocho estamos parando frente a un lugar bastante extraño y misterioso. Las luces de la fachada dejan mucho que desear y, para colmo, pareciera que está cerrado.—¿Estás seguro de que esto está abierto? —le pregunto cuando toca la puerta y nadie abre. Esboza una media sonrisa y asiente.—Solo estoy verificando que no haya nadie —comenta en un murmullo. Un instante después, saca la llave de su bolsillo, y abro la boca con sorpresa al ver que estamos en un patio de juegos. Es demasiado grande, y hay de todo, desde arcades, castillos inflables, hasta un Paintball. Lo mejor de todo es que está vacío, por lo que podemos usar lo que se nos antoje. Creo que este es un sueño que tenía de niña, estar un lugar recreativo solo para mí. —Bueno, yo siempre hablo de que debemos divertirnos, ¿no? —pregunta sonriendo—. Ya que no podemos divertirnos sacándonos la ropa, debemos hacerlo como si fuéramos niños —continúa.—¡Es genial, Alex! Prefiero divertirme de esta manera —
Alumbra el camino con la linterna de su celular, hasta llegar a la puerta que nos lleva al hotel. Toma mi mano para no perderme en el trayecto del pasillo oscuro y le sostengo el teléfono mientras él busca la llave correspondiente para pasar al otro lado. —Este lugar suele tener luz incluso cuando se corta la electricidad —dice—. Es extraño que no funcione. La oscuridad se queda atrás cuando logra abrir la puerta, y salimos en el cuarto de empleados, el cual se encuentra vacío y con un aroma a perfume de ropa impresionante. Los estantes están llenos de sábanas blancas, y almohadas muy esponjosas, y pienso que deben ser muy cómodas. De todos modos, no logro ver mucho, ya que Alex sigue tirando de mí por más pasillos. —¿No vamos a entrar por la entrada principal? —quiero saber. Se ríe. —Soy el jefe, conozco todos los atajos. Salimos directamente a mi habitación. —¿Por qué tienes una habitación de hotel? —Bueno… ¿te digo la razón que te va a gustar o la que no? —Ya me imagino…
—¿Desea algo más en su desayuno, señora Byrton? —inquiere el mozo mirándome con demasiada atención y, al mismo tiempo, con tono nervioso ya que tiene a su jefe frente a él. Alex se está aguantando la risa a más no poder.—No, gracias, estoy bien —replico sonriéndole con amabilidad. En cuanto el muchacho se va, fulmino con la mirada a mi acompañante, quien comienza a reír—. ¡Lo pones nervioso al pobre chico!—¿Qué le molesta, señora Byrton? —pregunta sin dejar de reír. Pongo los ojos en blanco, pero no puedo ocultar una sonrisa—. No suena mal, Maia Byrton.—Sí, suena mal.—No lo creo —repite con tono afirmativo. Me mira con una mueca desafiante y luego ríe por lo bajo mientras le pone un poco de azúcar a su café. La que falta es que esté pensando en casarse conmigo de verdad. Tomo un sorbo de mi cappuccino y le doy un bocado a mi tarta de fresas para distraerme y tratar de no sentir sus ojos sobre mí. —¿Cómo es que tus empleados saben que nos vamos a casar? —interrogo.—Bueno, está e
Alex enciende la calefacción al máximo luego de cerrar todas las ventanas. Nos estábamos congelando, pero teníamos todo abierto para que el humo y su olor desaparecieran rápido. Para colmo, lo estuve evitando todo el tiempo, no quiero quedarme a solas otra vez con él porque siento que hice un papelón al hacer lo de la crema, y me da hasta vergüenza mirarlo a los ojos. Creo que él se da cuenta, ya que me deja mi espacio, pero no vamos a poder estar distantes por mucho tiempo más. En menos de diez minutos van a empezar a llegar nuestros amigos, y eso me pone tan nerviosa que me dan ganas de vomitar. —¿Estoy bien así? —me pregunta, señalando su atuendo. Verlo con jeans se me hace raro, pero le quedan estupendamente bien—. Digo, ¿esta camisa será muy anticuada? —Es una camisa azul común y corriente —expreso—. Te queda bien, resaltan tus ojos —agrego—. ¿Por qué estás tan preocupado? —Voy a conocer a tus amigas, tengo que causar una buena impresión, ¿no? —Creo que deberías hacer el ef
—Te investigué antes de hablar contigo —confiesa como si fuese lo más natural del mundo—. No solo a ti, fue a varias chicas, pero tú eras la que más me llamaba la atención…—¿Y me lo dices así como si nada? ¿Acaso crees que es normal espiar a las personas? —interrogo frunciendo el ceño. Se encoge de hombros.—No dije que fuese normal, pero era necesario. Tenía que estar con alguien que necesitara el dinero, y que me asegurara que iba a aceptar mi propuesta.—¿A cuántas chicas investigaste?—Como a diez…—¿Y entre todas esas yo era la que más te llamó la atención? —inquiero entre dudosa y, en parte, orgullosa de haber tenido algo que le gustara. Él asiente con la cabeza mientras come una porción de pizza—. ¿Y por qué?—Bueno, eras la más linda y la más misteriosa… —Me mira con interés—. Casi no encontré nada de tu pasado, quizás porque tu infancia no la pasaste en este país, ¿cierto?Me aclaro la voz, tratando de que mi garganta no se cierre. Ni siquiera recuerdo mi infancia, lo único