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—Te investigué antes de hablar contigo —confiesa como si fuese lo más natural del mundo—. No solo a ti, fue a varias chicas, pero tú eras la que más me llamaba la atención…—¿Y me lo dices así como si nada? ¿Acaso crees que es normal espiar a las personas? —interrogo frunciendo el ceño. Se encoge de hombros.—No dije que fuese normal, pero era necesario. Tenía que estar con alguien que necesitara el dinero, y que me asegurara que iba a aceptar mi propuesta.—¿A cuántas chicas investigaste?—Como a diez…—¿Y entre todas esas yo era la que más te llamó la atención? —inquiero entre dudosa y, en parte, orgullosa de haber tenido algo que le gustara. Él asiente con la cabeza mientras come una porción de pizza—. ¿Y por qué?—Bueno, eras la más linda y la más misteriosa… —Me mira con interés—. Casi no encontré nada de tu pasado, quizás porque tu infancia no la pasaste en este país, ¿cierto?Me aclaro la voz, tratando de que mi garganta no se cierre. Ni siquiera recuerdo mi infancia, lo único
La mujer me mira de arriba abajo mientras vuelvo a colocarme el abrigo. M****a, una vez que me decido a avanzar con Alex, esta vieja tiene que venir a interrumpirnos. —¿Interrumpo algo? —interroga, observando la mesa llena de cajas de pizza con la nariz arrugada. —Sí —responde su hijo con tono irritado—. ¿Qué quieres, mamá? —¿Así tratas a quien te dio la vida? —inquiere poniendo los ojos en blanco—. Pues, perdón por venir sin avisar, solo estaba de paso y quería saber cómo estaba mi hijo, pero creo que hice mal… —Como verás, estoy muy bien cuidado —comenta Alex esbozando una sonrisa. Emma suspira. —Comiendo cosas llenas de grasa, en vez de algo saludable… —Me mira con el ceño fruncido—. ¿Acaso tú no cocinas? —Claro que sí, señora, pero vinieron amigos y… —comienzo a decir, y hace un sonido de indiferencia. —¿Amigos? Yo no veo a nadie aquí —me interrumpe. —Se fueron porque nos pusimos muy cariñosos —contesta mi falso prometido sonriendo con suficiencia—. Y creo que tú también d
Suelto una carcajada, pensando que es una broma, pero está tan serio que comienzo a sospechar que es cierto.—Dime que no es verdad —expreso con el estómago hecho un nudo—. ¿Es una broma?—Ya quisiera —replica—, pero no es ninguna broma. Debemos casarnos en serio, mi madre está como loca, no para de sospechar que lo nuestro es falso y me acaba de decir que, si no ve firmados los papeles de nuestro casamiento, no le va a dar la empresa a mi hermano.Vieja bruja… yo quería llevarme bien con ella, pero con esto la odio más que nunca. Niego con la cabeza de manera nerviosa y suspiro, masajeando mis sienes.—Tiene que haber otra forma de convencerla…—Es eso, o un bebé.—¿Qué?—Ella quiere que nos casemos o que confirmes que estás embarazada.—¿Que confirme…? —No puedo evitar soltar una risa irónica—. ¡Pero no puedo confirmar algo que no existe! —exclamo. Él hace un sonido afirmativo.—Por eso, es más factible la boda, le dije que no estás embarazada, Maia. —Resopla—. Lo que pasa es que el
Me despierto tan temprano que él aún está dormido a mis espaldas, abrazándome por detrás y con lo que creo que es su erección clavada en el medio de mis glúteos. Ay, por Dios, no sé si quedarme a disfrutar de esa sensación o salir corriendo.Me muerdo el labio inferior, conteniendo una sonrisa, mientras me refriego un poco contra él. Hacía tanto que no sentía un cuerpo masculino de esta forma, que hasta me dan ganas de arrancarle todo y ser suya de una vez, pero creo que con él es mejor esperar, es mejor alimentar el fuego, porque siento que es de esos que, cuando obtienen lo que quieren, se olvidan.—¿Qué pasa? —cuestiona en un murmullo grave, masculino y seductor, tomándome de la cintura para pegarme a él lo más posible—. ¿Te gusta lo que sientes? —agrega en mi oído, provocándome escalofríos por todo el cuerpo.—Tengo que admitir que sí —replico, girando para ponerme frente a él. Todavía tiene los ojos cerrados, pero esboza una pequeña sonrisa.—Parece que funcionó lo que te dije ay
Me paso veinte minutos recorriendo el lugar en busca del edificio, hasta que lo encuentro en una zona bastante alejada, reconociéndolo por el nombre del hotel. Hago una mueca antes de entrar, la verdad es que no sé si es buena idea, no estoy vestida de una manera adecuada para entrar a la empresa, ni tampoco sé bien qué decir, aunque sé que tiene que aclararme varias cosas, así que, pensando en eso, tomo coraje y cruzo por la puerta del lugar. El primero en recibirme es el hombre de seguridad, que me pregunta nombre y apellido y razón por la que estoy acá.—Vengo a hablar con Alex Byrton —replico. El tipo arquea las cejas.—¿Para qué? —Es mi prometido, tengo que preguntarle algo importante y no responde el teléfono —miento. Me mira con desconfianza, pero me hace un gesto para que espere y me dice que no me mueva del lugar. —Señor Byrton, hay una mujer que dice ser su prometida, quiere hablar con usted. Maia Torres… —expresa hablando con su comunicador. Alex responde algo que no en
Alex llega más temprano de lo previsto. Pensé que iba a llegar un poco más tarde, pero me sorprende cuando aparece en la casa apenas empieza a atardecer. Estuve horas pensando en lo que hice, en si fue buena idea ir a su empresa a recriminarle algo, y en qué iba a decirle en cuanto lo viera, practiqué un discurso una y otra vez, pero ahora, al verlo a los ojos, se me borró todo de la mente.—Te quiero hacer sentir segura —dice—. Así que me tomé el atrevimiento de organizar una cita esta noche.—¿Una cita? —repito, y él asiente con una sonrisa.—Vamos a salir con Lourdes y su marido y con Amy —anuncia—. Para que termines de confirmar que no te estoy mintiendo, que son hermanas y que no pasa absolutamente nada con ellas.—Pero… ¿no va a ser algo incómodo? Es que ellas saben que esto es mentira y Amy me habló con un tono medio burlón que no me gustó para nada…—Tranquila, reconozco que Amy es un poco pesada e irónica, pero quizás, en cuanto te conozca, va a dejar de serlo.—Sinceramente,
—Estás hermosa —expresa mientras me ayuda a subir el cierre del vestido en mi espalda—. Yo sabía que te iba a quedar bien.—Debería confiar en ti más seguido —manifiesto. Él suelta una risa y se encoge de hombros.—Ya te lo dije, no debes desconfiar de mí, te juro que todo lo que te digo es real… —Me mira por un instante, como si quisiera decime algo, pero solo sonríe—. ¿Vamos?Alex me conduce por los espacios entre las mesas del restaurante con suavidad, tomado de mi mano. Me dijo que no era necesario fingir que somos pareja acá, frente a nuestros acompañantes, pero pareciera que está comportándose como mi prometido de verdad incluso cuando llegamos al lugar que nos indican y las sillas todavía están vacías.—Toda su vida fueron impuntuales —dice con tono malhumorado—. Me dijeron que hoy llegarían a tiempo, y mira, son las nueve menos cinco y todavía no dan señales de vida.—Tú lo dijiste, aún faltan cinco minutos, quizás esta vez cumplen el horario —respondo.—Tengo la sensación de
—¿Y si nos vamos a bailar? —cuestiona Lourdes con tono entusiasmado al terminar el postre—. La noche es joven. —Ja, yo paso —replica Amy con tono malhumorado—. Váyanse ustedes, parejitas felices —agrega poniendo los ojos en blanco. Por supuesto que no nos importa que ella no esté, así que, quince minutos después, estamos aparcando en una de las discotecas más grandes y glamurosas de la ciudad. A Alex lo conoce todo el mundo, lo tienen como un cliente VIP, así que nos dan el mejor lugar y el más reservado en los palcos. Esto es otro nivel, creo que a mis amigas le encantaría venir acá. Comienzan a traernos bebidas, me sorprende que hasta tenemos un bar privado y exclusivo para nosotros. Mis tres acompañantes sueltan una risa al verme tan sorprendida con todo lo que me rodea. —¿Es la primera vez que vienes aquí, no? —me pregunta Lourdes. Asiento con la cabeza. —¡Esto es increíble! Después dicen que el dinero no compra la felicidad —comento tomando mi Martini de un solo trago. —Bue