Alex llega más temprano de lo previsto. Pensé que iba a llegar un poco más tarde, pero me sorprende cuando aparece en la casa apenas empieza a atardecer. Estuve horas pensando en lo que hice, en si fue buena idea ir a su empresa a recriminarle algo, y en qué iba a decirle en cuanto lo viera, practiqué un discurso una y otra vez, pero ahora, al verlo a los ojos, se me borró todo de la mente.—Te quiero hacer sentir segura —dice—. Así que me tomé el atrevimiento de organizar una cita esta noche.—¿Una cita? —repito, y él asiente con una sonrisa.—Vamos a salir con Lourdes y su marido y con Amy —anuncia—. Para que termines de confirmar que no te estoy mintiendo, que son hermanas y que no pasa absolutamente nada con ellas.—Pero… ¿no va a ser algo incómodo? Es que ellas saben que esto es mentira y Amy me habló con un tono medio burlón que no me gustó para nada…—Tranquila, reconozco que Amy es un poco pesada e irónica, pero quizás, en cuanto te conozca, va a dejar de serlo.—Sinceramente,
—Estás hermosa —expresa mientras me ayuda a subir el cierre del vestido en mi espalda—. Yo sabía que te iba a quedar bien.—Debería confiar en ti más seguido —manifiesto. Él suelta una risa y se encoge de hombros.—Ya te lo dije, no debes desconfiar de mí, te juro que todo lo que te digo es real… —Me mira por un instante, como si quisiera decime algo, pero solo sonríe—. ¿Vamos?Alex me conduce por los espacios entre las mesas del restaurante con suavidad, tomado de mi mano. Me dijo que no era necesario fingir que somos pareja acá, frente a nuestros acompañantes, pero pareciera que está comportándose como mi prometido de verdad incluso cuando llegamos al lugar que nos indican y las sillas todavía están vacías.—Toda su vida fueron impuntuales —dice con tono malhumorado—. Me dijeron que hoy llegarían a tiempo, y mira, son las nueve menos cinco y todavía no dan señales de vida.—Tú lo dijiste, aún faltan cinco minutos, quizás esta vez cumplen el horario —respondo.—Tengo la sensación de
—¿Y si nos vamos a bailar? —cuestiona Lourdes con tono entusiasmado al terminar el postre—. La noche es joven. —Ja, yo paso —replica Amy con tono malhumorado—. Váyanse ustedes, parejitas felices —agrega poniendo los ojos en blanco. Por supuesto que no nos importa que ella no esté, así que, quince minutos después, estamos aparcando en una de las discotecas más grandes y glamurosas de la ciudad. A Alex lo conoce todo el mundo, lo tienen como un cliente VIP, así que nos dan el mejor lugar y el más reservado en los palcos. Esto es otro nivel, creo que a mis amigas le encantaría venir acá. Comienzan a traernos bebidas, me sorprende que hasta tenemos un bar privado y exclusivo para nosotros. Mis tres acompañantes sueltan una risa al verme tan sorprendida con todo lo que me rodea. —¿Es la primera vez que vienes aquí, no? —me pregunta Lourdes. Asiento con la cabeza. —¡Esto es increíble! Después dicen que el dinero no compra la felicidad —comento tomando mi Martini de un solo trago. —Bue
Alex se acerca a mí con lentitud, tal como una fiera acechando a una fiera. Su mirada tan intensa me saca el aliento.Me acaricia el cabello con suavidad antes de hacerme sentar en el borde de la cama. Bajo mi atenta mirada, termina de quitarse el cinturón y los zapatos, se revuelve el cabello un instante de manera nerviosa y luego se coloca a mi altura para continuar besándome. En este momento estoy agradeciendo mentalmente por haberme puesto ropa interior decente y, cabe destacar, sensual, como si hubiera anticipado que esta noche iba a ser especial.Baja los tirantes de mi vestido con suavidad y comienza a bajarlo lentamente, sin dejar de mirarme a los ojos, hasta que termina de quitármelo. Prácticamente me devora con la mirada, haciéndome sonrojar, y vuelve a besarme con más ganas que antes al mismo tiempo que acaricia mis senos con delicadeza. Fue un simple roce, pero lo suficiente como para hacerme suspirar.Sonríe contra mis labios mientras baja una de sus manos hacia mi intimi
Cuando vuelvo a despertar, ya es pleno mediodía. Mi estómago ruge de una manera hambrienta, así que me doy una ducha rápida antes de bajar a la cocina.Reviso rápidamente mi celular, el cual tengo tirado por cualquier lado la mayor parte del tiempo, y me encuentro con un mensaje de Alex, que mandó hace media hora.¿Ya comiste? Me pregunta.Nop, recién me levanto, respondo.Ok, te voy a mandar algo para que comas y te recuperes de nuestra maratón ;), contesta rápidamente. Arqueo las cejas, ¿él va a pedir delivery para mí? Bueno, mejor, así no tengo que cocinar.Gracias!, es lo único que puedo responder.Quince minutos después, están tocando el timbre de la casa. Al abrirla, me encuentro con un muchacho con una caja y un ramo de rosas.—¿Señorita Torres? —cuestiona. Asiento con la cabeza—. Es el pedido del señor Byrton, ya está pago. Que lo disfrute.—Gracias —respondo agarrando los objetos.Cierro la puerta con el pie y, sin borrar la sonrisa de mi rostro, dejo las cosas sobre la mesad
Cuando vuelvo a despertar, me encuentro con la cama vacía y fría. Se nota que Alex se despertó hace bastante, y probablemente esté trabajando. Me levanto a duras penas, viendo que son las nueve de la mañana y el clima afuera es horrible.Está oscuro, llueve a cántaros y hace un frío de muerte. Me dan ganas de quedarme en la cama todo el día, y podría hacerlo, pero luego me sentiría bastante mal por no hacer nada.Me dirijo a la cocina para tomar el desayuno, aunque en cuanto entro salto del susto y luego río al ver que la sombra que tanto miedo me dio, es Alex.—Buen día, dormilona —dice sirviendo café en una taza y me dedica una sonrisa.—¿No fuiste a trabajar? —pregunto acercándome a él.—No, ¿tú viste cómo está el día? Además, ayer terminé la parte más importante, así que tampoco era muy necesario que fuera hoy —replica—. ¿Quieres café?—No, creo que solo voy a tomar leche —contesto, abriendo la heladera. Él toma mi mano y me atrae hacia su cuerpo, esbozando una sonrisa traviesa.—Y
Me siento como una estúpida. Yo sabía que no debería haber confiado en él, ¿cómo fui tan tonta de pensar que él podía estar enamorado de mí?Cuando era chica, mi mamá me decía la diferencia entre estar enamorado o gustar de una persona, y creo que ahora mismo lo aplico. Que yo le guste a Alex no quiere decir que esté enamorado de mí, son cosas completamente distintas, pero lo olvidé, me dejé llevar por la ilusión y creí que esto podría ser de verdad. Ya ni siquiera me apetece verlo a la cara, hasta me dan ganas de escaparme por la ventana y no volver. Que se meta su plan y dinero por donde no le da el sol.—Maia, ¿podemos hablar? —me pregunta a través de la puerta al cabo de un rato. No soy capaz de responder, así que golpea sus nudillos—. Por favor, Maia… —Resopla—. Sé que estás ahí, y entiendo que no quieras hablarme, pero… solo escúchame, ¿sí? —Chasquea la lengua—. Si me hubiera enterado antes que estabas enamorada de mí, yo no habría tenido sexo contigo.Arqueo las cejas y suelto
POV ALEXEsa última frase es como un golpe a mi parte baja. ¿La última vez que nos vamos a ver? ¿Cómo demonios llegamos a eso?Entiendo que fue todo mi culpa, pero… ¿de verdad me está dejando? Todo por mi estúpido miedo a enamorarme. Maldita sea.La ayudo a guardar sus objetos en el baúl del coche, mientras sube al asiento del acompañante con su gato a cuestas. No aceptan mascotas en el hotel, pero esta vez es una excepción, soy el maldito dueño.Salimos a la calle. Es impresionante la lluvia que está cayendo, el limpiaparabrisas funciona a toda velocidad, pero no parece limpiar el vidrio por más de dos segundos, así que tengo que ir con mucha precaución. Lo bueno es que me conozco el recorrido de memoria, por lo que solo voy atento y tratando de no chocar, más que en reconocer las calles.—Maia, no es necesario que te vayas —insisto—. Si tu miedo es seguir enamorándote, te juro que no vas a verme en todo el día, que no voy a tratarte de una manera muy amorosa ni nada…—No, lo siento.