Cuando vuelvo a despertar, me encuentro con la cama vacía y fría. Se nota que Alex se despertó hace bastante, y probablemente esté trabajando. Me levanto a duras penas, viendo que son las nueve de la mañana y el clima afuera es horrible.Está oscuro, llueve a cántaros y hace un frío de muerte. Me dan ganas de quedarme en la cama todo el día, y podría hacerlo, pero luego me sentiría bastante mal por no hacer nada.Me dirijo a la cocina para tomar el desayuno, aunque en cuanto entro salto del susto y luego río al ver que la sombra que tanto miedo me dio, es Alex.—Buen día, dormilona —dice sirviendo café en una taza y me dedica una sonrisa.—¿No fuiste a trabajar? —pregunto acercándome a él.—No, ¿tú viste cómo está el día? Además, ayer terminé la parte más importante, así que tampoco era muy necesario que fuera hoy —replica—. ¿Quieres café?—No, creo que solo voy a tomar leche —contesto, abriendo la heladera. Él toma mi mano y me atrae hacia su cuerpo, esbozando una sonrisa traviesa.—Y
Me siento como una estúpida. Yo sabía que no debería haber confiado en él, ¿cómo fui tan tonta de pensar que él podía estar enamorado de mí?Cuando era chica, mi mamá me decía la diferencia entre estar enamorado o gustar de una persona, y creo que ahora mismo lo aplico. Que yo le guste a Alex no quiere decir que esté enamorado de mí, son cosas completamente distintas, pero lo olvidé, me dejé llevar por la ilusión y creí que esto podría ser de verdad. Ya ni siquiera me apetece verlo a la cara, hasta me dan ganas de escaparme por la ventana y no volver. Que se meta su plan y dinero por donde no le da el sol.—Maia, ¿podemos hablar? —me pregunta a través de la puerta al cabo de un rato. No soy capaz de responder, así que golpea sus nudillos—. Por favor, Maia… —Resopla—. Sé que estás ahí, y entiendo que no quieras hablarme, pero… solo escúchame, ¿sí? —Chasquea la lengua—. Si me hubiera enterado antes que estabas enamorada de mí, yo no habría tenido sexo contigo.Arqueo las cejas y suelto
POV ALEXEsa última frase es como un golpe a mi parte baja. ¿La última vez que nos vamos a ver? ¿Cómo demonios llegamos a eso?Entiendo que fue todo mi culpa, pero… ¿de verdad me está dejando? Todo por mi estúpido miedo a enamorarme. Maldita sea.La ayudo a guardar sus objetos en el baúl del coche, mientras sube al asiento del acompañante con su gato a cuestas. No aceptan mascotas en el hotel, pero esta vez es una excepción, soy el maldito dueño.Salimos a la calle. Es impresionante la lluvia que está cayendo, el limpiaparabrisas funciona a toda velocidad, pero no parece limpiar el vidrio por más de dos segundos, así que tengo que ir con mucha precaución. Lo bueno es que me conozco el recorrido de memoria, por lo que solo voy atento y tratando de no chocar, más que en reconocer las calles.—Maia, no es necesario que te vayas —insisto—. Si tu miedo es seguir enamorándote, te juro que no vas a verme en todo el día, que no voy a tratarte de una manera muy amorosa ni nada…—No, lo siento.
Al otro día me despierto algo confundida. Ni bien terminé de cenar me quedé completamente dormida y, al despertar, pensé que tendría a Alex al lado, pero solo encuentro a mi gatito. No tengo ni la menor idea de qué voy a hacer ahora. Sin un lugar donde vivir ni un trabajo en el que pueda comenzar a ahorrar, creo que estoy cayendo bajo. Me siento libre por dejar a Alex, aunque en mi interior no era lo que quería, pero sabía que era lo mejor… al menos, hasta que se dé cuenta de lo mal que se comportó y trate de venir a darme unas buenas disculpas, algo que dudo mucho que pase. La única opción que tengo ahora es: llorar o salir a buscar trabajo. Y me quedo con la segunda, no tengo tiempo para andar derramando lágrimas. Entro a una página de búsqueda de empleo por distancia, y hay una que dice 0.1 kilómetros, dándome cuenta de que en este mismo hotel están buscando gente que atienda en la cocina. Ni loca voy a trabajar para Alex, así que sigo buscando, hasta que recuerdo que la bruja
Cuando regreso al hotel, me encuentro a Alex apoyado sobre la puerta, cruzado de brazos y esperándome con expresión ansiosa. En cuanto nota mi presencia, se acerca a mí con el ceño fruncido.—¿Cómo le dijiste a mi madre que nos separamos? —me pregunta de manera prepotente. Pongo los ojos en blanco y saco la tarjeta para abrir la puerta de mi habitación con la mayor tranquilidad posible.—¿Acaso no es cierto? —interrogo con las cejas arqueadas. Bufa y niega con la cabeza.—No, digo, sí, pero… pero tenía esperanzas de que volvieras. Y, además, ¡a mi mamá! No sabes lo contenta que me llamó, ¡me dio mucho odio!—No es la única que está contenta —comento, mirándolo de reojo, entrando a la suite. Él entra detrás de mí.—No sé de qué hablas —expresa frunciendo el ceño. Suelto una carcajada sarcástica y lo enfrento.—Tu amiguita, Amy, la vi en un restaurante… —comienzo a decir, y suelta un bufido junto a una expresión derrotada—. Vienes aquí, a increparme por algo que hice, cuando tú hiciste
No pude dormir en toda la noche, entre los nervios de comenzar hoy con el trabajo, y las dudas sobre si devolverle el dinero a Alex o no, no pegué un ojo.Debo admitir que tengo un poco de miedo, si bien el trabajo que me ofreció Emma era de mi área, sobre todo por la escritura, temo que las palabras que ayer me dijo el rubio me dejaron pensando, eso de tener que ganarme el lugar y que me van a volver la vida un infierno. No tengo dudas acerca de eso, sé que me odian, ¿pero hasta dónde serían capaces de llegar? Como mucho me harán llevar pilas de hojas de acá para allá, me harán llevarles café, nada más grave que eso…Aunque, en cuanto llego a la fábrica, Amelia me está esperando con una mueca malévola y un desatascador de inodoro en una mano. Arqueo las cejas, rezando que eso no sea para mí, pero me detiene cuando paso por su lado.—¿A dónde crees que vas? —me pregunta. —A trabajar —replico. Se ríe con ironía.—¿Piensas que ibas a trabajar en una oficina, bien bonita, con olor a lim
Tengo que admitir que me sorprende que Alex haya decidido quedarse conmigo a cuidarme, o a consolarme.Cuando salgo de la ducha me está esperando con la comida caliente servida en la cama, la calefacción al máximo y música suave de fondo. Me siento a su lado con lentitud, sin mirarlo ya que no quiero que nuestros ojos se crucen.—Pedí una sopa de pollo, espero que te guste —dice observándome con atención. Hago un sonido afirmativo.—Sí, me gusta, gracias —replico—. Ya puedes irte —agrego. Suspira y mira su reloj de pulsera.—Todavía tengo tiempo libre, ¿puedo hacerte compañía? —interroga. Me encojo de hombros, dándole el primer bocado a la sopa, aunque está demasiado caliente. Se ríe al ver mi expresión—. Oye, Maia, me gustaría hablarte sobre lo que pasó entre nosotros.—Ajá, dime —contesto con poco interés. En realidad, solo quiero alejarlo, porque con todo lo que me ayudó hoy creo que podría enamorarme aún más.—Estuve pensando y me parece que hicimos bien en no casarnos —dice. Le d
Me despierto con un dolor horrible en mi bajo vientre y bufo al darme cuenta de lo que está pasando. Estoy hinchada, tengo ganas de llorar y de dormir todo el día… con todo lo sucedido con Alex, me había olvidado por completo de mi maldito día del mes.No sé si en el hotel me podrán conseguir unos tampones, ¿pero a quién le pregunto? No, mejor voy a pedirle a alguna de mis amigas que me traiga… ah, eso tampoco puedo, ni siquiera saben que me separé de Alex. Chasqueo la lengua, me dirijo al baño y me fijo si en alguno de los cuantos muebles que tiene hay algo, pero están totalmente vacíos.Vuelvo a la cama, suspirando. No puedo salir a comprar porque a los dos pasos que haga me voy a manchar, y la verdad es que siento las piernas tan pesadas que hasta me va a costar caminar.No quiero acudir a la única persona capaz de venir a ayudarme, aunque quizás debería ponerlo a prueba y saber si realmente se preocupa por mí, o si lo que me dijo ayer fue por pura obligación. De todos modos, antes