Camino por la ciudad con las manos en los bolsillos, la bufanda hasta la nariz y un gorro de lana que tapa hasta mis ojos. Hace tanto frío que no sé ni qué hago en la calle, pero si me quedaba encerrada en el hotel un poco más, me iba a volver loca. Lo bueno es que es un sitio bastante turístico y hay varias cosas para ver, aunque nada me está llamando la atención. Mi mente sigue volando en el beso que me dio Alex ayer, y en la manera en la que reaccionó después. Se separó de golpe, me pidió disculpas un millón de veces y luego se fue. Sí, se fue sin dejar de pedirme perdón, y yo me quedé en la nada misma, sin saber qué hacer. No entiendo por qué actuó de ese modo, yo no le dije nada malo y, peor aún, solo quería decirle que se quedara, que no pasaba nada, pero ni siquiera me dejó hablar. Eso me hizo sentir más mal de lo que estaba, ¿me besó porque quiso o solo porque quería jugar con mis sentimientos? ¡Es que no lo entiendo! ¿Cómo puede ser tan dulce en un momento, y al otro ser ta
POV ALEXNo pude evitarlo, la seguí hasta que se perdió dentro de la casa del tipo ese. ¿Quién es? ¿Qué está haciendo con él? ¿Y por qué demonios tuvo que ir hasta su casa?Frunzo el ceño, mirando el reloj. Lleva metida ahí dos horas y todavía no da señales de vida. Yo ya me estoy cansando de estar parado, hasta me estoy haciendo uno con el árbol en el que estoy escondido. Suspiro y chasqueo la lengua, ¿desde cuándo yo soy así? Nunca se me hubiera ocurrido en mi vida seguir a una mujer, ¡y de repente lo estoy haciendo!Sacudo la cabeza, esto no es por celos, solo quiero protegerla. No sé a quién se enfrenta y ella es muy inocente, ¿y si ese tipo le hace algo? ¿Si la lastima? Estoy decidido, voy a ir a tocar la puerta y sacarla de allí.En cuanto doy dos pasos, ella sale con una sonrisa en su rostro, y abraza a ese desconocido como si lo conociera de toda la vida. Da media vuelta para caminar en dirección al hotel y él aprovecha para mirarle el trasero. ¡La que faltaba! ¿Por qué tiene
Acepté salir a cenar con mis nuevos compañeros de trabajo, como una fiesta de bienvenida, quizás vamos a un bar tranquilo como una noche de amigos, y luego vuelvo a mi gigante y solitaria habitación de hotel.Suspiro mientras me maquillo, pensando en que ya es hora de alquilar un lugar donde vivir, de modo que me aleje de manera definitiva de Alex. Él no me escribió ni para preguntarme cómo estoy, ni tampoco se interesó demasiado en verme con otro hombre, así que supongo que no le importa. Seguro que él también debe estar con otra, quizás le dio una oportunidad a Amy, no me sorprendería.Miro el reloj de reojo y me apuro en terminar de cambiarme, me pongo mis botas altas, mi chaqueta de cuero y, por último, pinto mis labios de rojo y me coloco aretes. Parezco una estrella de rock, la verdad, pero me siento cómoda y hasta sensual.Ayer cuando Henry me llevó hasta su casa, tengo que admitir que me sentí bastante insegura y hasta pensé que era una trampa, pero en cuanto abrió la puerta y
Él sigue tomando con sus amigos, mirándome cada tanto. Yo sigo comiendo y charlando solo con Henry, ya que nuestros compañeros decidieron irse, pero también miro a Alex sin querer y cada vez que puedo. Ya van varias veces que nuestras miradas se cruzan, pero no comprendo lo que sus ojos quieren decirme. Y me quedé con la duda de qué es lo que quería decirme en el pasillo, y juro por lo que sea, que no se va a ir a Australia sin decírmelo.—Y van… treinta veces que lo miras a ese tipo —comenta Henry con tono burlón. Pongo los ojos en blanco.—Solo estoy mirando a la barra, ni siquiera lo miro a él —expreso. Él se ríe con ironía y resopla.—Y yo tengo la experiencia suficiente con las mujeres como para saber que él te atrae y que lo estás mirando —manifiesta arqueando una ceja. Bufo y asiento.—¡Está bien! ¡Lo admito! Lo estoy mirando, pero no porque quisiera… Voy a decirte una cosa. Ayer, cuando salíamos de la cafetería y me preguntaste si lo conocía, te dije que no, pero en realidad s
El sol me pega de lleno en la cara, haciéndome entrecerrar los ojos al levantarme. Anoche me costó dormir, ya que no pude parar de pensar en lo que Alex quería decirme, y cuando por fin logré relajarme, tuve pesadillas, así que, siendo las dos de la tarde, me dispongo a ir a darme una ducha y comer algo. No sé a qué hora va a venir el rubio a hablar conmigo, pero, si no llega a aparecer, voy a ir a plantarme a su casa. La puerta de la habitación se abre de par en par, haciéndome saltar en el lugar y tirar el sándwich que estoy comiendo. Alex me mira con el ceño fruncido y la respiración agitada, mientras yo lo observo con expresión confundida. —¿Qué pasa? —quiero saber. —¿No recibiste mi mensaje? —inquiere mirando alrededor, y cierra la puerta que dejó abierta tras él con rapidez. Arqueo las cejas y niego con la cabeza. —Recién me levanto —digo—. Ni siquiera revisé el celular, lo tengo de adorno. —Por Dios, Maia… casi me haces morir de un infarto —pronuncia bufando. —¿Yo? ¡
Alex me apura mientras caminamos por el aeropuerto. Para él, estamos llegando algo justos de tiempo para nuestro vuelo, para mí, todavía falta media hora. Y, en cuanto llegamos a nuestra zona de embarque, confirmo que yo tenía razón. Aún así, procedemos a mostrar nuestros documentos, demostrar que no tenemos nada extraño en el equipaje, y pasamos derecho a nuestros asientos en primera clase.—Que elegancia la de Francia —comento con tono divertido mientras reclino mi lugar. Es increíble la comodidad que tiene, ni hablar de lo amplio que es el asiento. Él se ríe y se sienta a mi lado luego de haber acomodado nuestras valijas en el portaequipaje.—Mejor que sea elegante y cómodo —expresa—. Es un vuelo sin escalas, así que tenemos casi veinte horas de viaje y sin movernos de acá. Creo que me voy a volver loco.—¿Veinte horas? —repito abriendo los ojos con sorpresa—. ¿Y qué vamos a hacer? Yo tampoco puedo quedarme quieta por mucho tiempo.—Piensa que son solo doce horas, corazón. De las v
La oscuridad nos cubre por completo y acerco mi cabeza a la ventanilla intentando divisar las estrellas, pero no se ven. Las únicas luces que se ven vienen desde abajo, de las ciudades y rascacielos, y aún así es un show hermoso. Las luces del avión ya se encuentran bajas, ya que es hora de dormir, pero yo todavía no puedo pegar un ojo. Y Alex me hace compañía con el insomnio.—No se ven las estrellas, no entiendo por qué, si estamos en el cielo —digo arrastrando la lengua. Alex suelta una carcajada y me doy cuenta de que está en el mismo estado que yo.Nos tomamos varias botellas de champagne, y en el medio apenas comimos unos snacks que no nos llenaron para nada. Por el contrario, nos dio más sed, y lo único que teníamos para tomar era alcohol.—Había una explicación científica para eso —pronuncia—, pero no me la acuerdo ahora—. Se remueve en el asiento y hace una mueca viendo los miles de botones que tiene en su apoyabrazos—. Siempre me pregunté para que son todas estas cosas —expr
Al fin llegamos a Australia. A diferencia del otro lado del mundo, acá hace un calor impresionante. —Bienvenida a la Costa de oro —comenta Alex esbozando una media sonrisa, y toma mi mano con suavidad mientras con la otra mano libre llevamos nuestros equipajes—. Este lugar es increíble, ¡te encantará!—Sí, ya lo creo —replico mientras caminamos con lentitud—. Soy fanática del calor… Excepto cuando estoy abrigada hasta el cuello —agrego mirando mi atuendo. Suelta una risa y señala el baño del lugar. —Vamos a cambiarnos o la gente nos va a mirar extraño —dice. Asiento con la cabeza, no solo nos van a mirar extraño, sino que me voy a derretir. Ya dentro del lavabo, me saco las prendas que tengo puestas y las cambio por un vestido ligero y floreado. Agradezco haber traído ropa fresca, no sé qué habría hecho si tuviera pura ropa de invierno. En cuanto salgo del baño, Alex me está esperando recargado en la pared, él también vestido con una camisa de manga corta color celeste y unos shor