Malentendido

Me levanto el lunes a la mañana con más sueño que energía. Veo que son las 9 de la mañana, no se escucha absolutamente nada en la casa y, al entrar a la cocina para tomar el desayuno, encuentro una nota pegada en la heladera con un imán de corazón.

Esta noche a las 8, primera clase de baile. Te paso a buscar después del trabajo. Alex

Frunzo el ceño. ¿Cómo que nos anotó de verdad a la clase? ¡Yo pensé que lo había dicho para hacer feliz a su mamá por un momento! No lo puedo creer, si apenas pasaron tres días de la fiesta.

Bufo y niego con la cabeza, que ni crea que voy a ir a ese lugar. Tengo dos pies izquierdos y lo que menos quiero es pasar vergüenza frente a él. Además, en todo caso, ¿de qué me serviría aprender a bailar si ni siquiera nos vamos a casar de verdad? Ahora que lo pienso… ¡vamos a tener que fingir con absolutamente todo!

Vamos a tener que hacer de cuenta que estamos organizando todo como si fuera real, ¡el vestido de novia! Seguro Emma va a querer acompañarme a comprarlo… No puede ser. Pensé que iba a ser más sencillo, pero acabo de caer en lo que me metí. Necesito hablar con Alex cuanto antes para saber cuan lejos vamos a llegar, para irme preparando.

Estoy pensando seriamente en llamarlo, pero decido no molestarlo, está trabajando.

Después de tomar una taza de chocolatada caliente y unas galletitas de limón, me pongo a hacer algo productivo, aunque no encuentro nada para hacer, porque la señora que limpia la casa dejó todo brillante en menos de dos horas.

Bufo y decido salir a caminar un poco, ¿qué otra cosa puedo hacer además de conocer al barrio?

Me arrepiento en el mismo instante de poner un pie en la calle, ya que hace tanto frío que siento que me congelo inmediatamente. Respiro hondo y continúo caminando, ya voy a entrar en calor. Los vecinos me miran con extrañeza, y lo entiendo ya que soy nueva y aún no me conocen, ¿o será que saben que soy la prometida de Alex? ¡Que vergüenza! Apuro el paso para salir de esta zona lo más pronto posible.

El sol comienza a asomarse de entre las nubes, ideal para comenzar a derretir algo de la nieve que cayó anoche. Debo admitir que muero de ganas de dormir con mi compañero de casa, pero no voy a dar el brazo a torcer tan fácil, ni por más que me implore varias noches, como lo vino haciendo, con la excusa de querer calor corporal.

Continúo caminando hasta que llego a la parte central de la ciudad, la cual no estaba muy lejos. Supongo que ya estoy cerca del lugar donde trabaja mi falso prometido, quizás sí debería pasar a verlo y hablarle sobre las clases de baile.

Me distraigo con unas cuantas vidrieras llenas de ropa tan linda, pero que, si las llego a comprar, Alex me mataría porque son de segunda mano. Chasqueo la lengua y sigo con mi camino, y creo que el olor del café proveniente de una cafetería me está invitando a entrar.

Miro por el escaparate de la tienda y, no sé si es grande el destino, pero me encuentro con Alex sentado en una de las mesas, leyendo un periódico con seriedad. Debe estar en un descanso. De repente, levanta la mirada y sonríe de oreja a oreja antes de ponerse de pie. Al principio creo que notó mi presencia, hasta que me doy cuenta de que está corriendo la silla vacía frente a él de una manera muy caballerosa, y una mujer con cuerpo de modelo y un vestido elegante le da un beso en cada mejilla antes de sentarse.

El calor sube hasta mis pómulos, y no puedo evitar seguir mirando la escena. Trato de no pensar mal desde el inicio, de hecho, ni siquiera tendría porqué sentirme mal, pero un pinchazo de celos invade mi interior, aunque se convierte en enojo en cuanto ríen y él toma su mano por encima de la mesa.  

Me siento usada, si tenía a otra mujer, ¿por qué no la eligió a ella para toda esta farsa? No soporto un segundo más, decido dar media vuelta y salir corriendo en el mismo instante en que se da cuenta de que lo estoy mirando.

—¡Maia! —grita detrás de mí—. Espera, por favor, ¡no es lo que crees!

Haciéndole caso omiso, continúo corriendo hasta que me tropiezo con algo tapado por un montículo de nieve y termino aterrizando en sus brazos de manera milagrosa. M****a, sus ojos están tan azules hoy.

—Maia —repite sin aliento—, por favor, no creas en nada de lo que estás pensando.

—Ja, la verdad es que no estoy pensando en nada —miento, con tono desinteresado. Pone los ojos en blanco.

—¿Y entonces por qué corriste? —pregunta.

—Porque quería darte privacidad —contesto. Se ríe con ironía y niega con la cabeza.

—Te fuiste porque pensabas que ella es mi novia o algo por el estilo, te delata tu voz, no sabes mentir.

—Da igual, no necesito explicaciones porque no somos nada… —Decido apartarme de él, pero es más rápido que yo y me pega a su cuerpo en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Segura? —inquiere mirándome a los ojos—. Yo creo que sí tenemos algo, compartimos el techo, compartimos un secreto y, lo más importante, compartimos el deseo que sentimos por el otro —agrega en un murmullo. Solo esas palabras bastan para derretirme, no puede ser que sea tan blandita.

Bufo y sacudo la cabeza, tratando de enfocarme en la realidad y no en sus dichos tan sensuales que saca de debajo de la manga. Abro la boca para contradecirlo, pero nada sale de mi boca.

—No puedes responderme porque sabes que es verdad —murmura esbozando una sonrisa torcida.

—Eso no quita el hecho de que tú puedes estar con otra…

—Ja, ja, podría… pero no quiero —replica con firmeza, y al mirarme fijamente sus pupilas se dilatan. Otra vez ese maldito fuego en mi interior que no puedo apagar con nada—. Esa chica es una vieja amiga, muy buena amiga, que me está haciendo el favor de organizar nuestra boda falsa.

—¿Qué?

—Eso mismo, estaba contándole que me voy a casar de mentira, y ella nos va a ayudar para que todo parezca real… Trabaja de esto, es una especie de actriz.

—¿Y por qué no fue ella tu prometida falsa? —quiero saber.

—¡Porque ya está casada! —exclama riendo. Se me cae la cara de vergüenza, eso no lo había pensado. Ay, por Dios, debo haber hecho un papelón.

—Perdón… malentendí todo —mascullo sin mirarlo—. Voy a volver a casa, pídele disculpas a tu amiga de mi parte.

—Maia, me encanta que te hayas puesto celosa —me dice sonriendo—. Eso significa que tomas esto muy en serio.

—¡Por supuesto que lo tomo en serio! Es como mi trabajo, y si te llegan a ver con otra, todo el plan se viene abajo.

—No me van a ver con otra. Primero, porque tengo todo fríamente calculado, y segundo, ¡porque no me interesa estar con otra!

Me cruzo de brazos y suspiro, ahora sí lo miro a los ojos. Su expresión, dura y fría, se suaviza en cuanto nuestros ojos se cruzan. Acaricia mi mejilla con delicadeza y sonríe.

—Algo estás haciendo para que diga estas cosas —comenta divertido—. Jamás fui tan cursi.

—Solo lo estás haciendo para que duerma contigo —replico.

—Me ofendes, Maia —expresa haciéndose el ofendido—. En fin, voy a volver con Lourdes, me está esperando. Por cierto, espero que estés lista para mover las caderas esta noche.

—No, ni pienses que voy a ir a bailar.

—¿Quién dijo que vamos a bailar? —me interrumpe, guiñándome un ojo.

Sin decir más nada, se aleja a paso rápido sin dejar de sonreír y dejándome completamente atónita. ¿Que no vamos a ir a bailar? ¿Entonces a qué me está invitando?

Después de todo este malentendido, y de no tener ganas de que llegue la noche, ahora estoy ansiosa por saber qué es lo que está preparando. Siento que me va a costar un poco cumplir con mi plan de tortura, ya que es bastante impredecible, pero eso me divierte más.

Ya veremos cómo me las ingenio para no caer en la tentación.

Rubí Spring

El domingo voy a subir 3 capítulos seguidos! Gracias por leer! Recuerden que es gratis, no se olviden de agregar la historia a la biblioteca y de seguirme ;)

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